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sábado, 1 de diciembre de 2012

Brooklyn Follies; Paul Auster

Bienaventurados los que aún no han leído este libro pues ahora ya esta avisados

Puntuación 2/5




¡ADVERTENCIA!
Esta reseña, puede herir la sensibilidad de los seguidores y acólitos de Paul Auster. Por favor, ABSTÉNGANSE de leerla.-

Nathan Glass es un maduro agente de seguros diagnosticado de cáncer de pulmón. Tras luchar contra la enfermedad y recibir la esperanzadora noticia de su mejoría, decide jubilarse y comenzar una nueva vida en el barrio que le vio crecer, Brooklyn. Allí intentará cauterizar las heridas de la enfermedad, de un conflictivo divorcio, la difícil y distante relación con una hija anodina, y, sobre todo, la tendenciosa soledad de su vida.
Deambulando por las calles de su antiguo barrio, recala en una librería de segunda mano, donde entabla amistad con Harry Brightman o Dunke, un individuo sarcástico, locuaz y retórico, con un pasado proceloso y delictivo en fraudes artísticos, personalidad aderezada por su condición de padre homosexual. Por casualidad, el sobrino de Nathan, Tom Wood, es uno de los empleados. Este familiar, hijo de una hermana fallecida, era un joven con grandes expectativas como "doctorando" en literatura americana. Ahora, arrumbado en la librería desempeña labores de archivo, después de un peligroso pasado laboral como taxista neoyorkino, tras el inesperado abandonó de la tesis doctoral, de la docencia y la investigación. Al desvelarse estas contingencias, Tom, habla de su hermana Rory, una niña despierta, prometedora y díscola en su infancia y actualmente con un tortuoso bagaje por el mundo de la pronografía, conocida como "Rory la Magnífica", la hostelería, la música, las drogas, las sectas religiosas y la maternidad. Sorprendentemente, como todas las concatenaciones de los argumentos en las novelas de este escritor, aparece en la novela Lucy, la hija de Rory, que con sus 10 precoces años, desciende en solitario del autobús, en un viaje desde Carolina del Norte hasta el mismísimo Brooklyn, para ser cuidado por Tom y Nathan. Tras estas viandas argumentales, antes expresadas, en la novela se suceden, una larga lista de situaciones, la mayoría de ellas rozando el absurdo y el límite de la credibilidad. Entre ellas, como lista enunciativa: fraudes en grado de tentativa y consumación, amorios previsibles de lángida semblanza, enigmáticas conversiones al lesbianismo, infartos, sabotaje de vehículos por cándidas niñas de 10 años, masturbaciones intempestivas, taimados intentos de seducción a camareras, un delirante pasaje de transformismo en un entierro, felaciones con propósitos de liberación religiosa, eso si, con el aliciente argumental de un enorme pene del reverendo, enamoramientos otoñales, herencias de fortunas en sorpresivos legados, y eso, si, aburrimiento, mucho, muchísimo aburrimiento.
Ahora entiendo a Miguel Angel cuando confesaba en este blog su incompatibilidad con la lectura de las obras de Umberto Eco o su frustrado intento de asimilar "en busca del tiempo perdido", de Marcel Proust.
Confieso mi ignorancia en materia literaria. Mis rudimentos son básicos, desordenados y precarios, pero si soy un ávido lector, dispuesto a zambullirme en cualquier tipo de libro y muy reflexivo con lo que leo y con las intenciones del que lo escribe y publica. Soy un maestro en saber lo que me gusta, entretiene, seduce o decepciona y escama.- Y con este libro, y sobre todo con este escritor, todo tiene un tufo de estafa editorial y oropel. Un escritor que me aburre hasta el hastío, con un estilo ramplón, tedioso, lineal, con supuestas sorpresas en la trama histrionicas y bochornosas. Las meditaciones y disgresiones del autor, exhaladas por sus personajes, son una seudofilosofía fútil e intranscendente, vacia de contenido, acuñada, imagino, en tertulias compartidas con sesudos intelectuales de su jaez o en profunda reflexión en la terraza del hotel tras recibir el Premio Príncipe de Asturias rodeado de adoratrices de muchos Ministerios y Consejerias.
Los personajes de la novela han sido alumbrados por el calibre del menguado cajón de sastre del escritor y deambulan por el relato con la misma torpeza arbitraria que por la imaginación del Paul Auster.
Como en este blog escriben y leen personas mucho mas versadas y con una mayor aptitud para la hermenéutica de la novelística norteamericana contemporánea, estoy preparado para la avalancha de opiniones contrarias a lo expuesto en esta mi entrada.
Pero como postrer alegato afirmo que A Dios pongo por testigo que nunca más leeré a Paul Auster....
Este tipo de libros, en mi opinión, junto con la nota de promisión y colorista del editor en la portada del libro, glosando las virtudes de la prosa por leer y las sorpresas narrativas por paladear en sus páginas, debieran de llevar impreso el siguiente texto admonitorio:
"-Advertencia-
Algunos lectores, en o tras la lectura de las páginas de este libro puede padecer alguno de estos síntomas, aislada o simultáneamente: somnolencia, tedio, perplejidad, sonrojo, enfado, decepción, incomprensión, estupor, aturdimiento, manifiesta intención de cerrar sus páginas, de darle usos alternativos al papel  o resetear el E-book, e incluso, en casos extremos, imperiosas ganas de encender la televisión."

6 comentarios:

  1. Poco puede decirse que no hayas dicho ya, jejeje. Creo que soy afortunada por no haberme acercado a los últimos libros del señor Auster, por no empacharme y por advertencias que ya había recibido. En mi recuerdo eso sí, se quedan unos cuantos libros de este autor que me hicieron pasar muy buenos momentos y que me han gustado mucho: "El palacio de la luna", "La trilogía de Nueva York", "Leviatán"... Y autobiográficos, "La invención de la soledad" que disfruté este verano. En todo caso leeré "La música del azar" que me lo recomendaron en el post que hice acerca de "La invención...".
    Siento que tu experiencia de Auster haya sido ésta. Tiene libros que sí merecen la pena. Mucho.
    Abrazo,
    Patricia

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  2. Lástima que el aviso llegue tarde. Lo leí en Enero de 2007 y por todo comentario escribí "Historia de Nueva York fresca y entrenida, sin muchas pretensiones." Le tengo puntuado con un tres, pero no me acuerdo de nada, ni siquiera de que lo hubiera leído.
    Con la tuya son SIETE las puntuaciones de los lectores y arroja un 3,43. Un poco de división de opiniones.
    Muchas gracias por el comentario.

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  3. Presumo, casi deseo, que además de las obras que yo he leido de Paul Auster, haya otras de una profundidad y enjundia literaria escalofriante, pero, o se ha deteriorado mucho su talente en estos últimos años, o me temo, sin prejuzgar, que es un camelo de escritor.
    Gracias por tu comentario.
    Por cierto, mi crítica hacia el escritor en el Club de Lectura de El Escorial, fue tan rotunda y vehemente, que a lo peor me invitan a que me marche....

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  4. A mí me parece que con Paul Auster pasa algo similar que con Woody Allen.Que han ido cuesta abajo. De todos modos, confío en que tarde o temprano, sobre todo WA, vuelva a regalarnos una estupenda película.
    ¿Invitarte a marcharte? Está bien que uno tenga una opinión diferente. Eso sí, Auster tiene seguidores muy fieles :-)
    Abrazos,
    Patricia

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  5. No me gustan todas las novelas de Paul Auster, de hecho algunas no las he terminado, pero Brooklyn Follies y Sunset Park me gustaron mucho. Siento discrepar. Pero ya se sabe sobre el gusto no hay nada escrito.
    Saludos,

    http://podemoscharlarjuntas.blogspot.com.es

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  6. Leo este libro por segunda vez y en ambos casos no motu proprio sino sugerido y prestado la primera vez por un amigo y recientemente elegido en un club de lectura en el que participo, en cuya reunión para tratar de él ha habido más que división de opiniones. Lo leí por primera vez según mis notas en el año 2007; un escueto comentario en ellas reza «Historia en Nueva York fresca y entretenida, sin muchas pretensiones». En esta segunda relectura de sus casi noventa y cuatro mil vocablos reconozco que me ha resultado más entretenido y me ha servido simplemente para pasar el rato de forma agradable y distendida. Quizá la primera vez mi amigo me creó muchas expectativas que luego no encontré colmadas. No lo recomendaría con mucho énfasis salvo para una lectura de verano que deje volar la imaginación poniendo imágenes personales a la narración de una historia con grandes dosis de verosimilitud y que bien podría ser el guion de una película entretenida que desconozco si habrá llegado a filmarse. Un relato optimista y agradable, cercano al lector, que avanza con continuidad y en el que se reconoce sin esfuerzo a los personajes y sus relaciones sencillas dejando constancia de diferentes formas de entender la vida que podemos catalogar como normales en la población norteamericana y también en la española. La prosa es a mi juicio sencilla a la vez que interesante, amena y rica en matices. Siempre se aprende algo aunque sea una relación de escritores que han muerto jóvenes, cómo dejar inservible de forma fantasma un vehículo —acción que Lucy realiza a la perfección para evitar que la lleven con unos familiares lejanos con los que ella no desea quedarse— o consejos para llevar una vida sana y tranquila cuando alcancemos nuestro diciembre.

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