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domingo, 27 de enero de 2013

LA MUJER DE SOMBRA, de Luisgé Martín.

Luisgé Martín
Anagrama,  2012.
232  págs.
16,06 €. Versión Kindle: 13,29 €.

"Yo creo que la verdad es muchas veces perniciosa", La mujer de sombra.

"¿La verdad? Puede que no la soportaras", Abre los ojos.

Leyendo “La mujer de sombra” de Luisgé Martín (Madrid, 1962) me he acordado en varios momentos del cine de  Alfred Hitchcock.

            Primero: porque nos encontramos con un personaje, en este caso Eusebio, que lleva una vida bastante normal y de la noche a la mañana todo su mundo pega un giro. Entonces algo que es más fuerte que él le lleva a convertirse en una especie de detective, en un hombre que quiere saber a toda costa la verdad, aunque ésta sea insoportable. El giro empieza el día que su amigo Guillermo le cuenta que al margen de su matrimonio también mantiene una relación sadomasoquista con una mujer que se apoda Marcia. Cuando Guillermo muere, Eusebio sentirá la obligación de ir a darle la noticia a Marcia. Se enamora a primera vista e inicia una vida con ella. ¿Pero cuál es el problema? Que la mujer de la que se enamora, no tiene nada que ver con esa persona de la que le hablaba Guillermo. A él no le humilla, no le amordaza, no le pega, sólo recibe ternura y caricias. ¿Quién es Marcia/Julia? Ya tenemos los ingredientes para que se desencadene la historia –trepidante, vertiginosa –de una obsesión.

            Segundo: Eusebio pondrá todos los recursos que estén a su alcance para saber más de la ¿doble vida? de Julia. Chantajeará a un profesor para que le diga cómo acceder a la contraseña del ordenador de Julia, la espiará, chateará por páginas similares en las que Guillermo entraba y gracias a las cuales conoció a Marcia.  Ahí entablará trato con personas que también usan apodos, también se inclinan por el mundo de las perversiones sexuales, y también, si se las trata fuera del mundo virtual, parecen equilibradas, “normales”. Como el reportero y su novia de "La ventana indiscreta" que sin remilgos se saltarán las reglas que haga falta (espiar, allanamiento de morada, etc.)

            Tercero: la importancia de los dos nombres. Guillermo/Segismundo; Marcia/Julia; Nicole/Olivia. Cómo no recordar aquella dualidad en “Vértigo” de Madeleine/Judy. Y la obsesión del personaje interpretado por James Stewart (Scottie) por recuperar a Madeleine, de transformar si es necesario a Judy en la difunta Madeleine. En un momento concreto de "La mujer de sombra", parece que nos metemos en una escena de esta película o en el guiño que le hizo Amenábar en “Abre los ojos”:  P.106: “Al ver a Marcia, como si fuera un espíritu o una aparición angélica, sonríe: cierra de nuevo los ojos.” En “Abre los ojos” también encontrábamos el desdoblamiento  Sofía/Nuria; Apariencia/realidad.


Fotograma de "Vértigo" (1958),  Alfred Hitchcock.

Fotograma de "Abre los ojos" (1997),  de Alejandro Amenábar.

Cuarto: el lector, como el espectador de las películas de Hitchcock, siente que está leyendo/viendo una parte tan privada de los otros que no tendría que estar ahí. Se siente un voyeur.

            Eusebio se meterá cada vez en un mundo más oscuro, de secretos, de querer saber qué ocultan las personas que le rodean, no sólo a los que va conociendo en chats, también personas con las que ya mantenía trato. Y sobre todo descubrirá a lo largo de esta búsqueda su lado perverso, su gusto por las aberraciones. Hasta que un día, hechizado, fascinado, cruzará el límite. ¿Hay vuelta atrás? También leyendo recordamos a Dorian Gray, al doctor Jekyll y Mr.Hyde, referencias mencionadas en el libro. “Piensa en Dorian Gray: se le ennegrece el alma, pero su rostro se conserva armonioso y puro.” (p.218); “Eusebio sabe ahora que la única felicidad posible es la que no se forja a costa de esconder los vicios. La felicidad del doctor Jekyll, que no mancha nunca su virtud con los actos abominables de mister Hyde. Olvidarlo todo para poder volver a perpetrarlo luego.” (p.225).

            Narrada en tercera persona, dividida en secuencias breves, con un estilo que atrapa desde el primer momento,  la novela se lee a un ritmo casi frenético, el mismo con el que recorre Eusebio el camino que ya no tiene posibilidad de recorrerse en sentido inverso. Y como en Hitchcock, suspense, tensión, los vericuetos psicológicos, algún McGuffin, y alguna que otra ventana indiscreta.

            p.173: “Ésa es la verdadera fascinación, el deslumbramiento: saber cómo se comportan a la luz del día los seres aberrantes, cómo se disfrazan. Ver la bondad de los vampiros y la ternura de los monstruos.”

Patricia L.D.

La triste reina, Ricardo Ruiz de la Sierra

Entre el público asistente a una charla sobre el libro electrónico celebrada esta semana se encontraba el autor de esta novela, Ricardo Ruiz de la Sierra. Autores y lectores son cosa importante en este mundo del libro, sea electrónico, en papel, sonoro o en cualquier otro medio. El intercambio de opiniones con los autores es especialmente importante en este incipiente mundo de los “e-books”. Y además resultó que entre sus varios libros publicados se encuentra este, “La triste reina” que así por el título no dice más, pero que si nos adentramos un poco en la personalidad de la reina aludida, veremos que cobra actualidad en estos momentos, en lo que todo lo referente a Isabel, ya sabemos, la Católica, está de moda, principalmente por la serie de televisión emitida hace unos meses y que al parecer va a continuar. Hay que hacer notar que el prólogo de este libro corre a cargo de Julio Valdeón Baruque, un historiador contrastado, experto en esta época, con numerosas publicaciones y que falleció hace unos años.

El relato versa sobre la vida, la “otra” vida de Juana de Portugal, reina de Castilla al casarse con Enrique IV, rey de Castilla y hermanastro de Isabel la Católica, luego de divorciarse de su primera esposa, Blanca de Navarra tras unos cuantos años sin tener descendencia. Isabel, hermana de Alfonso V rey de Portugal, había quedado sin padres siendo muy pequeña y creció en Toledo bajo las enseñanzas de un tutor y mezclándose con amigos de su edad de toda clase y condición en juegos y alegrías. Pero lo que tiene o tenía la política, con tan solo quince años se ve convertida es esposa de Enrique, un individuo de armas tomar cuya vida es bien conocida por la historia. Tras varios años sin consumar el matrimonio por imposibilidad de Enrique que no llegaba ni a yacer con ella, consigue quedarse embarazada a través de una inseminación manual, técnica de aquellos tiempos, y dar a luz a Juana de Castilla, apodada por todos como “La Beltraneja” aludiendo a la posible paternidad del valido del rey Beltrán de la Cueva. Si esto fue cierto o no nunca se sabrá pues el cadáver de Juana hija desapareció en un terremoto en Portugal y los estudiosos actuales del ADN se han quedado sin hueso que llevarse al microscopio. Juana madre, no olvidemos que Reina de Castilla, fue vilipendiada por todos, deseada por muchos, apartada de la corte y de su hija en varias ocasiones y harta ya de sufrir desagravios conoció al caballero Pedro de Castilla y con él el amor y la descendencia como una mujer normal.

Aunque el autor no lo aclara explícitamente, el libro sigue los hitos de la historia conocidos para estos personajes. Es evidente que los diálogos y el desarrollo de las situaciones son una interpretación del autor, pero muy bien lograda, sin aspavientos, muy plausible y ajustada que hacen que la lectura de este libro sea muy amena. En mi caso lo despaché en poco más de tres horas.

En la historia, ya es sabido, ha habido muchos daños colaterales derivados de acciones que están bien justificadas para unos aunque supongan el mal de otros. Lo que en mi caso es muy de agradecer es esta nueva visión de la personalidad de la reina Juana de Portugal. Sea verdad o no lo apuntado en este relato novelado de la historia, en mi caso ha cambiado la opinión que tenía de esta reina, que aparecía siempre como la mala de la película sin tener en cuenta los avatares a los que se vio, o se pudo ver, sometida. Mi agradecimiento al autor por enriquecer mi conocimiento y abrirme los ojos a estos otros aspectos no conocidos que bien pudieran haber ocurrido. Muy recomendable para los que andamos leyendo cosas de Isabel, cuyas reseñas pueden consultarse utilizando el buscador del blog.

Para los que dispongan de lector electrónico, el libro está disponible en Amazon al increíble precio de 2,68 euros.

martes, 22 de enero de 2013

LA LUZ DIFÍCIL, de Tomás González.


TOMÁS GONZÁLEZ
La luz difícil
Alfaguara, 2012
136 páginas. 16,15€

Entre las palabras y el silencio.
En “La luz difícil” de Tomás González (Medellín, Colombia, 1950) el narrador nos dice: el tiempo es materia elástica que depende de la alegría y la aflicción. Y precisamente “La luz difícil” es una historia que fluye a través de esa concepción del tiempo, y no por la otra más rígida que queda atrapada en un reloj de pulsera, o en uno gigante de alguna estación de tren. En esta historia todo fluye al ritmo del pulso vital de David, un hombre de setenta y ocho años que pondrá por escrito en una pila de folios sus memorias: tanto lo que le dio gozo, como lo que le consumió. Aunque la vista ya le falla y empieza a ver las formas del mundo onduladas y líquidas, guarda los momentos compartidos con su mujer, sus tres hijos, sus estudios sobre la luz, sus cuadros, su mirada, “todo eso, con todo detalle, aquí conmigo”. Y puesto que ya no puede pintar cuadros, pintará con palabras tintadas de mora la vida. Una vida, que como todas, no está exenta de dolor. En este caso, de mucho dolor, como es el tener que enfrentarse a la decisión de un hijo de no querer seguir viviendo. Y no porque no se tengan ganas de vivir, sino porque el dolor físico es insoportable, tanto que llega un momento en el que ya no se puede seguir describiendo con palabras: “<<indescriptible>> es la última palabra que se pronuncia antes de que se acaben todas las palabras y quede sólo la sordomuda brutalidad del hecho”.

            ¿Se puede describir ese otro dolor que sienten unos padres ante el sufrimiento de un hijo, la inminencia de la programada muerte, y la ausencia posterior? Tomás González en una entrevista que le hicieron con motivo de la presentación del libro, contestaba que se puede, pero si no es en el momento en el que transcurren los hechos. “En el presente, el sentimiento de dolor es tan grande que no permite expresión”. En este caso, las palabras, al igual que ocurre con el dolor físico intenso, son suplantadas por “la sordomuda brutalidad del hecho”. Y de ahí la elección de un personaje que cuente lo vivido desde muchos años después.

            En la literatura, como en la vida, no hay blanco y negro, todo es más complejo, y por eso leyendo “La luz difícil” descubrimos/sentimos que todo está más allá de los posibles debates que giren en torno a si uno está  a favor o en contra de la eutanasia. Es fácil opinar, incluso dar razonamientos complejos para inclinarse hacia un lado o hacia otro, pero un buen libro (y en este caso además muy bello, poético) es una bomba contra todas esas palabras. Cómo nos gusta enredarnos. También al narrador de esta historia antes de pasar por ese horror, era un hombre propenso a entretenerse en “telarañas brumosas” y “tristezas arbitrarias” pero cuando le golpea de frente y bien fuerte la vida, siente entonces que todo aquello tenía mucho de imaginario, de mero entretenimiento. Y qué importa entonces ya el reconocimiento ajeno por las obras, y tantas otras preocupaciones que ahora se presentan ridículamente ociosas.

            Me gusta la calidez y belleza con la que se cuenta esta historia, me gusta la placidez de la mirada de David, su vejez, esos ojos que empiezan a cerrarse a las formas que le rodean pero que sin embargo ha aprendido a ver de otra manera: “En la vida se mezclan los hechos grandes con los pequeños, y con el mucho paso del tiempo las perspectivas se pierden. Qué es lo pequeño, qué es lo grande, nadie sabe. Nadie sabe si hay cosas menos importantes que otras. Nadie sabe si las cosas tienen algún orden o son arbitrarias.”

Patricia L.D.

lunes, 21 de enero de 2013

En mares salvajes un viaje al ártico, Javier Reverte





"Creo que nada hay más alejado de lo humano y más temible que ese paisaje de los salvajes mares árticos",
con este aforismo Javier Reverte resume a la perfección este estupendo libro
Puntuación 4/5



Este año me he propuesto reseñar toda la bibliografía de Javier Reverte. Me confieso incondicional lector de sus libros de viajes, pese a quien le pese. Con esta relectura volveré de nuevo a embarcarme entre las páginas de sus obras, en calidad de polizón sumiso y agradecido.
"En Mares Salvaje. Un viaje al Ártico." es un diario de viaje por los mares adyacentes de este casquete polar, navegando y visitando territorios de Canadá, por islas y zonas inhóspitas como, Isla de Baffin, Isla Victoria, Isla de Melville, Isla de Banks, Isla Somerset, el estrecho de Lancaster, la Bahía de Baffin, el Golfo de Amundsen o el Estrecho de Bellot.
Todos estos parajes enmarcaron la leyenda y la tragedia de centenares de hombres fallecidos o mutilados en sus costas y en el interior de sus islas.
El libro mantiene el esquema narrativo periodístico de los libros de viaje de Reverte. El inicio es un extenso prólogo en el que se expresan los motivos del viaje, con una introducción del contexto histórico-político del lugar, con las connotaciones sociológicas del territorio. En esta introducción, nos desvela la causa de la incesante navegación expedicionaria por este archipiélago de letales islas, que no es otro que la búsqueda de un paso navegable desde Europa hacia oriente, para conseguir singladuras más rápidas y económicas de las mercancías. Las expediciones hasta mediados del siglo XIX tuvieron este objetivo de cartografíar y encontrar el citado punto geográfico por donde transitar con mayor celeridad los productos de una parte a otro del Planeta. Estas flotas eran financiadas por los gobiernos, sobre todo el británico, y por sociedades mercantiles, ansiosas de tener tránsitos mercantiles más rápidos y seguros. Entre ellas cabe citar la Muscovy Company, nombre popular menos pomposo con que se conocía a la Company of Merchant Adventurers of England for the Discovery of Lands, Territories, Islands, Dominions and Seignories Unknown, o la holandesa East India.
Después del prólogo nos va desgranando los capítulos, detallando la travesía del escritor con numerosos mapas aclaratorios y exponiendo, con amenidad, la historia y, sobre todo, la vida de los principales protagonistas de esta lucha por la exploración ártica. Te acercas a las biografías de individuos atraídos por estos mares y su dédalo de islas, explicando las distintas motivaciones, avatares y personalidades de los personajes históricos que zarparon en busca de gloria y recompensa. Entre ellos podemos citar a los pioneros Frobisher, Davis, Barents, Hudson, Bylot y Baffin, primeros y últimos capitanes de esa estirpe de navegantes árticos que se echaban a la mar ignorantes de su destino, con navegación intuitiva y temeraria, dado el precario conocimiento del territorio y las carencias técnicas de la navegación de la época. El viaje real de Javier Reverte, se intercala en cada capítulo, en una atractiva mezcla de presente y pasado, de historia con su épica y del estado contemporáneo de las tierras contiguas al ártico.
El escritor a bordo del barco oceanográfico ruso Akademik loffe en compañía de las personas integrantes del pasaje, comparte la exótica y sobrecogedora experiencia de navegar estas regiones heladas e inclementes, con turistas de distintos continentes, oficios, edades y razas, algunos de ellos en su condición de profesores universitarios, amplios conocedores de la historia ártica. Entre conversaciones, excursiones y contacto con la tripulación, descubrimos las regiones del ártico, devanando el luctuoso flete de expediciones, la extraña y la aislada tipología de las escasas poblaciones donde atracan las embarcaciones. Las dificultades de la población autóctona y la compleja asimilación y reciclaje de la cultura occidental y progresivo e inaplazable abandono de su tradiciones vernáculas es un tema expuesto con amena y nostálgica claridad. Se exponen puntuales detalles de la absurda política de inmigración impuesta por el gobierno canadiense a las poblaciones indígenas de inuits, imponiéndoles un obligado cambio a zonas más septentrionales para evitar la despoblación territorial. El alcoholismo, los subsidios estatales y el sedentarismo indigenista se trata con profusión y veracidad en toda la obra, advirtiendo de la extinción antropológica de diversas razas a manos de la globalización y la imparable occidentalización de todo el Planeta.
 Pero los principales referentes narrativos son los navegantes y exploradores del ártico.

 Así, se explican los pormenores de Edward Parry, con su prestancia, inteligencia, el tacto diplomático y su minuciosidad para los preparativos, quien decidió en una de las expediciones invernar en la isla de Melville con sus hombres a los que imprimió un severo y metódico régimen alimenticio, físico e intelectual, a base de estudio, carreras alrededor del barco para ejercitarse y combatir el escorbuto, obras de teatro, veladas musicales y docencia, mitigando así el desolador tedio de estas tierras.
Quizás, el personaje central sea John Franklin, por la infeliz y absurda heroicidad del viaje temerario que le costó la vida y le propició una indeleble fama póstuma. Una nefasta planificación, de reclutamiento de la tripulación, del aprovisionamiento de material y víveres, que supuso la pérdida total de naves y de vidas humanas. Su segunda esposa, la bella Jane Griffin, se gastó casi toda su fortuna en fletar expediciones para intentar encontrarle con vida y rescatarle de los hielos. Gracias a su fe y su pertinacia, lady Franklin alcanzó a ser en su tiempo tan famosa como su marido, como símbolo victoriano de abnegación y amor marital. 
Robert McClure y el noruego Roal Amundsen, también tienen abundancia de páginas en el libro, especialmente este último modelo de especialización y metódico en el diseño y estudio de las expediciones. Cuando estos últimos acometen los viajes árticos, las iniciativas parten de sociedades privadas y el objetivo será alcanzar logros deportivos y de soberanía territorial solapados con torpeza en los manifiestos previos a las singladuras.-
Pero Reverte no se queda en la historia, se inmiscuye en la realidad del Ártico, como inminente territorio de emigración, dados los yacimientos energéticos y minerales de su subsuelo, y como lugar privilegiado del tránsito de mercancias por vía maritima, causa del progresivo deshielo de los casquetes polares, haciendo más bonancible la navegación por sus aguas.
Un libro, que además de divulgativo, humano y periodístico, está escrito con una prosa salpicada de raciales vetas de estilo, como esta descripción con la que finalizo esta reseña: "El lugar tenía algo de desolador, como si un lamento de tristeza y desamparo, apenas audible, temblase en el vacío."


Para aquellos interesados en la exploración del Artico, he extractado este cuadro de fechas y hechos históricos, complementada con comentarios.





330 a.C. El griego Pytheas de Massalia alcanza las costas del norte de Gran Bretaña.





825 d.C. Monjes irlandeses alcanzan aguas árticas.





982 El vikingo Eric el Rojo llega a las costas de Groenlandia.





1267 Los vikingos alcanzan la isla de Baffin y, más al norte, la de Ellesmere.





1576-1578 Los tres viajes de

Martin Frobisher hasta alcanzar la isla de Baffin.




Gracias a la intervención de la reina Isabel en Inglaterra, con la concesión de una patente de corso y la participación de la Muscovy Company, se financiaron varias exploración hasta alcanzar esta Isla.

Muscovy Company: nombre popular menos pomposo con que se conocía a la Company of Merchant Adventurers of England for the Discovery of Lands, Territories, Islands, Dominions and Seignories Unknown



(Compañía de Mercaderes Aventureros de Inglaterra para el Descubrimiento de Países, Territorios, Islas, Dominios y Señoríos Desconocidos).
Establecida en Londres en 1555 y dedicada al comercio con las Indias, fue la más importante de las empresas inglesas importadoras de especias y otros productos asiáticos durante los siglos XVI y XVII.





1596-1597 Viaje de Willem

Barents, Jan Cornelius Ryp y Jacob van Heemskerk a Nueva Zembla.




Fue la primera expedición de historia que invernó en el invierno ártico.
En 1871, un capitán noruego, Elling Carlsen, decidió ir en busca de las posibles reliquias de la expedición de Barents, Heemskerk y sus tripulaciones. En Ice Haven, Carlsen encontró la cabaña intacta.
Dentro estaban, los libros, los instrumentos, las ropas, los utensilios y todo lo que dejaron los marinos al abandonar su encierro en 1597. Y también la carta de Barents que él mismo depositó junto a la chimenea días antes de morir a causa del escorbuto.





1607-1610 Tres viajes de Henry Hudson al río y la bahía que llevan su nombre.

El monopolio de los mares por parte de España y Portugal comenzaba a declinar y la nueva rival de la ya poderosa Inglaterra era Holanda.
Ante la negativa de la Muscovy a financiarle un nuevo viaje, Hudson decidió venderse al mejor postor. La holandesa

Dutch East India Company.



6 de abril de 1609, partió de Amsterdam a bordo del Half Moon.
Cruzando el Atlántico, alcanzaron en septiembre la ancha desembocadura de un gran río el lugar en donde hoy se encuentra el puerto de Nueva York. Desde entonces, el río pasó a llamarse Hudson. Los holandeses, a partir del informe de Hudson, decidieron abrir una serie de fortalezas en las costas actuales de Estados Unidos, para proteger una línea de estaciones para el comercio de pieles y así nació Manhattan.
Tras un motín fue abandonado en un bote Hudson, su hijo John, cuatro marineros enfermos de escorbuto y tres hombres fieles al comandante. Tan solo les dejaron una pistola, pólvora, algunas balas, raciones de comida para unos días, una olla de acero y unas pocas herramientas.





1615-1616 Robert Bylot y William Baffin, dos viajes a la bahías de Hudson y Baffin.





1769-1771 Samuel Hearne llega a las costas del Ártico en la desembocadura del Coppermine.





1778 James Cook cruza el estrecho de Bering, pero se da la vuelta antes de entrar en el mar de Beaufort.





1791 Alejandro Malaspina constata que no hay Paso del Nororeste por el sur de Alaska.





1818 David Buchan y John Franklin alcanzan Spitsbergen en su intento de llegar al Polo Norte.





1818 John Ross y Edward Parry llegan al estrecho de Lancaster.






1819-1820 Parry alcanza la isla de Melville.





1821-1823 Parry intenta encontrar el Paso del Noroeste en la orilla occidental de la bahía de Hudson.
Parry, nacido en Bath en 1790, y con 13 años entró como midshipman en la Royal Navy, combatiendo en los últimos años de las guerras napoleónicas y en la guerra contra Estados Unidos.
Hijo de un prestigioso médico con clientes a numerosos miembros de la nobleza y del gobierno. Era alto, atractivo, inteligente, audaz, resuelto, habilidoso y buen cristiano, tacto diplomático y sabía agradar a sus superiores.
Su mejor cualidad la minuciosidad con que preparaba sus tareas y preocupado como todos los navegantes de su tiempo por el escorbuto, el gran azote de las tripulaciones en los largos viajes por mar, incorporó a sus provisiones una imponente cantidad de zumo de limón preparado con frutas frescas. También se proveyó de numerosas latas de conserva, un sistema de protección y duración de los alimentos recién inventado, sobre todo de carne, sopa y verduras.
Parry decidió invernar en la isla de Melville y sus hombres abrieron un canal entre los hielos hasta alcanzar un lugar protegido de los vientos y las olas por grandes acantilados. Parry lo bautizó como Winter Harbour (Puerto de Invierno). Allí, las tripulaciones de los dos barcos pasarían ocho meses, entre octubre de 1819 y junio de 1820 y combatió el aburrimiento, pues, según sus palabras "El gran peligro del Ártico no es el frío, sino el aburrimiento"
Impuso a los hombres una estricta disciplina, la tripulación corrían alrededor de las cubiertas para mantenerse en forma y, si el tiempo lo permitía, bajaban a tierra y hacían footing. Después de comer, varios oficiales enseñaban a leer a los marinos analfabetos. El resto de los hombres dedicaban un par de horas a realizar trabajos manuales, desde pintura hasta calceta, mientras que los oficiales leían o tocaban piezas de música. Después de la cena, se representaban obras de teatro También se celebraban veladas musicales e incluso se elaboraba una revista satírica: The North Georgia Gazette and Winter Chronicle. Fue nombrado caballero del Imperio británico en 1829.






1824-1825 Tercer viaje de Parry en busca del Paso del Noroeste. Pierde el barco Fury en la isla de Somerset.





1819-1827 Los dos viajes de John Franklin por tierra desde la bahía de Hudson hasta las costas árticas.





1825-1826 Frederick Beechey alcanza el Point Barrow, en las costas árticas de Alaska, viniendo desde el mar de Bering.





1829-1833 John Ross y James Clark Ross alcanzan la península de Boothia y el último establece la posición del Polo Norte Magnético.





1833-1834 George Back llega por tierra al río Great Fish (también llamado Back), en las costas del Ártico y al sur de la isla de King William.





1837-1839 Peter Dease y Thomas Simpson cartografían la costa del Ártico al oeste de la isla de King William.





1846-1847 John Rae extiende las exploraciones por las costas continentales del Ártico.





1845 Parte la expedición de sir John Franklin con el Erebus y el Terror.
John Franklin
es una de las figuras míticas de las exploraciones del Ártico y, sin duda, la más infeliz de todas. Ingresó con 14 años en la Marina y combatió en las guerras napoleónicas con bravura, entre otros escenarios en el decisivo combate naval de Trafalgar. Resultó herido en la batalla de Nueva Orleans y quedó parcialmente sordo como consecuencia de un bombardeo. Su valor, sin embargo, no se correspondía con su físico.
Grosezuelo, y a causa de su timidez y de sus escasas cualidades retóricas, brillaba poco en sociedad, lector insaciable de la Biblia, pero poseía una extraña cualidad de la que nadie acierta todavía a saber el secreto: gustaba a las mujeres y, sobre todo, a las más inteligentes. Calvo, feo, gordo y sesentón en el momento de su desaparición en el Ártico, su segunda esposa, la bella Jane Griffin, se gastó casi toda su fortuna en fletar expediciones para intentar encontrarle con vida y rescatarle de los hielos. Gracias a su fe y su pertinacia, lady Franklin alcanzó a ser en su tiempo tan famosa como su marido.
Otro de los rasgos de su carácter era su incurable optimismo: siempre pensaba que podía realizar cualquier empresa. Esta confianza en el destino motivo su desaparición y muerte.
Un cilindro informativo enterrado el 25 de abril de 1848 en el montículo de Victory Point, en donde lo encontró Hobson, señalaba este luctuoso mensaje: «Los oficiales y tripulaciones, consistentes en ciento cinco almas comandadas por el capitán F.R.M. Crozier, desembarcaron aquí... Sir John Franklin murió el 11 de junio de 1847 y el total de pérdidas por muerte en la expedición ha sido hasta la fecha de nueve oficiales y quince hombres».


Las causas del fracaso evidentes: no se llevaron ropas adecuadas para protegerse del frío y desdeñaron el uso de las pieles, a las que otros exploradors daban tanta importancia para los viajes polares. Tenían consigo espléndidas cuberterías de plata y vajillas de delicada cerámica, pero no llevaban rifles de caza con los que abatir caribúes, focas y osos polares, que les hubieran dado suficientes provisiones para combatir el hambre y el escorbuto. Muchas de sus conservas se pudrieron por estar mal cerradas las latas o desprendieron tal cantidad de plomo que provocaron la intoxicación de algunos hombres, como han demostrado los recientes análisis de los restos humanos encontrados.





1847 Franklin muere en junio en la isla de King William.





1848-1858 Más de cincuenta expediciones parten en busca de Franklin, entre ellas las de Henry Kellett, James Clark Ross, John Ross, William Penny, Richard Collison, Robert McClure, John Rae, Elisha Kane, Edwin de Haven, William Kennedy, Joseph-René Bellot, Horatio Austin, Edward Belcher y Leopold McClintock.





1850-1854 Robert McClure descubre el canal norte del Paso del Noroeste.





1851-1852? Mueren los últimos supervivientes de la expedición de Franklin.





1853 John Rae encuentra las primeras trazas de la suerte de Franklin.





1857-1858 Leopold McClintock halla los mensajes y las reliquias que certifican la muerte de Franklin y de todos sus hombres.





1860-1873 Sucesivas expediciones de Charles Hall por numerosas regiones del Ártico, en el curso de las cuales encuentra reliquias de Frobisher y Franklin. Hall muere en extrañas circunstancias, quizá envenenado por el médico de su última expedición.





1881-1884 Trágica expedición de Greely a la isla de Ellesmere.





1888 Fridtjof Nansen cruza Groenlandia por tierra.





1897 El globo en el que viajaban Salomon Andrée, Knud Fránkel y Nils Strindberg se estrella antes de alcanzar el Polo Norte. Los restos de los tres hombres no son encontrados hasta 1930, en el norte del archipiélago de las Svalbard.





1903-1906 Roald Amundsen cruza el Paso del Noroeste.





1904 Amundsen comprueba que el Polo Norte Magnético es móvil.





1908-1909 Robert Peary y Frederick Cook alcanzan el Polo Norte.





1913-1915 Los comandantes de la Marina imperial rusa, Boris Vilkitski y Alexander Kolchak, cruzan el Paso del Noreste. Fieles al zar y enfrentados al Ejército Rojo, los dos comandan el Ejército Blanco en Siberia. Kolchak es fusilado por los rojos en 1920 mientras que Vilkitski logra huir a Inglaterra.





1918-1923 Amundsen cruza el Paso del Noreste.





1926 Amundsen sobrevuela el Polo Norte junto con el italiano Nobile y el norteamericano Ellsworth.





1928 Nobile se estrella con su dirigible Italia cuando trataba de alcanzar el Polo Norte. Amundsen desaparece tratando de rescatarle.





1940-1944 Henry Larsen cruza el Paso del Noroeste en los dos sentidos: este-oeste y oeste-este.





2007 Los rusos plantan su bandera en el lecho marino del Polo Norte.





2007 Primer año sin hielos en el Paso del Noroeste.





2008 Los primeros cruceros atraviesan el Paso del Noroeste. El viaje de uno de ellos queda relatado en este libro.





2009 Los primeros cargueros cruzan el Paso del Noreste.





2010 Cargueros rusos cruzan el Paso del Noreste.








viernes, 18 de enero de 2013

El viaje de Mina, Michael Ondaatje

Una novela cómoda y ligera
invocando fantasmas de la infancia
Puntuación 3/5

En la década de los años cincuenta del pasado siglo XX, un muchacho apodado Mina, embarca en el "Oronsay", un barco que zarpa de Colombo, Ceilán, actual Sri Lanka, con destino a Inglaterra.
Con once años viaja hasta Europa para reunirse con su madre, de la se separó por motivo de un divorcio.
Pero, no está sólo. Flavia Prins, una tía distante alojada en la comodidad de los pasajeros de primera clase, ejerce una distante y displicente tutoría hacia el muchacho.
También, aparece allí en el mismo viaje, su prima Emily, mayor que él, personaje clave en la trama de la novela y en la vida de Mina.
En el barco coincide con dos muchachos de su misma edad, Ramadhin y Cassius, con los que compartía centro de enseñanza en la ciudad de partida del viaje. Desde las primeras líneas de la novela, los tres niños exploran las novedades de su nuevo hogar, las dependencias de la embarcación, un universo flotante apetecible y ávido de oportunidades. Se les destina a la "mesa del gato", un lugar desprestigiado dentro de la jerarquía de los pasajeros, donde comparten las comidas con los miembros de la tripulación. Estos adultos, son un variopinto grupo de profesionales: un músico de la tripulación, el encargado de la perrera y tahur nocturno, un profesor de erudición multidisciplinar, el botánico ocupado del cuidado de un invernadero en las profundidades del barco, por citar alguno de elllos.
El resto del pasaje es una heterogénea lista de personalidades. Desde un enfermo millonario en busca de tratamiento de médicos occidentales, hasta un ladrón parapetado entre el pasaje de primera categoría, además, entre otros, de un policía secreto, un preso severamente custodiado y recluido en un oculto lugar del barco, por no olvidar una compañía de artistas circenses, una patinadora australiana y una extraña joven muda.
El relato, escrito en primera persona por Mina, desde la perspectiva de la madurez, desde la nostalgia de la experiencia acariciada en su memoria, va dando sutiles tránsitos desde el momento del viaje hasta el presente.
En estos vaivenes de la narración se repasa la secuela emotiva de la travesía marítima, de la amistad cómplice surgida durante la navegación por medio mundo, pero como disculpa para describir la situación actual de la relación de los pasajeros, hoy ya adultos, íntimamente relacionada con el viaje y los sucesos en el acontecidos.
Para los tres protagonistas, supuso, el deambular desde la inocencia de la infancia al despertar de la adolescencia, del sexo, introduciéndose en la vida de los adultos por primera vez, con la reticencia y el asombro de la infancia perdida para siempre en la isla de Ceilán, de la que se alejan y despinden. La libertad de su devaneos por los pasillos y estancias del "Oronsay", las reprobaciones de los responsables y tutores por su insultante independencia imprimieron un aprendizaje espontáneo en los niños narrado en la novela con sutileza y añoranza.
El autor, describe la trayectoria sentimental y profesional de los personajes, desde la madurez, alguno fallecido, desde la perpectiva de Mina, siendo el nexo de unión de todos ellos, el recuerdo del barco, del viaje, del momento histórico compartido y las experiencias en él disfrutadas o padecidas. Sin ánimo de desentrañar la trama, en la peripecia, se suceden muertes, hurtos, enamoramientos, fugas, imprudencias temerarias, decepciones y descubrimientos vitales.
La prosa del autor es nítida, de una sencillez cautivadora, sin artificios estilísticos, transparente en su exposición y mensaje.
Un libro ameno, entretenido, recomendable para reciclarse después de lecturas más complejas y áridas, como ha sido mi caso. Aconsejable para adolescentes, para gente que se inicia en la lectura dada su facilidad y sencillez.
No obstante, tiene una acusada lentitud narrativa y la tensión de los acontecimientos y de la trama no consigue atraparte, siendo en este sentido deficiente, alcanzando el aprobado merced a la pulcritud del estilo.-
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lunes, 14 de enero de 2013

Breve historia de la Primera Guerra Mundial 1914-1918, Álvaro Lozano Cutanda


Una esquemática pero completa
visión de la Primera Guerra mundial.
Puntuación 4/5
 
Todos tenemos nociones generales de la Primera Guerra mundial, al menos, una imagen asociada a trincheras, barro, máscaras de gas, vehículos de combate lentos y de tosco diseño, primitivos aviones arremetiéndose en el cielo con ametralladoras y sobre todo al sufrimiento físico de hombres contendiendo en una conflagración muy lejana y anciana, anacrónica, para nuestra visión tecnológica del mundo.
Tenía ganas de leer una obra general sobre el tema, no demasiado extensa pero completa. Rebusqué entre lo publicado y me decidí por este libro. No me arrepiento y lo recomiendo a los miembros del blog por las razones siguientes:
- El escritor Alvaro Lozano Cutanda, es licenciado en Derecho y doctor en Historia, el cual ingresó en la carrera diplomática en el año 2001, lo que le convierte en un válido conocedor de los entresijos entre naciones y de la gestación y refractario cumplimiento de tratados internacionales trabajador en las embajadas de España en Bolivia y Turquía, además de colaborador habitual en diversas revistas de historia.
- La presentación del libro es muy cuidada, con numerosos esquemas gráficos en tablas comparativas de cifras, fechas y participantes, con mapas detallados y comprensibles.
 - La exposición del libro es esquemática, escueta, pero muy precisa, sin dejarse temas por estudiar. De una forma básica te ubica en la cuestión debatida y lo despacha, describiendo los acontecimientos, posibles causas y consecuencias, sin complicadas argumentaciones, en un estilo ágil y cercano.
– Adereza los particulares de las batallas y de los apartados en que divide el libro, con sugerentes curiosidades y anécdotas, amenizando el tenso contenido y te instruyé en matices muy interesantes y para mi ignorados. Gracias a esta serie de colaterales incidencias he aprendido que:
el 1 de abril de 1915, el aviador francés Roland Garros (os suena) utilizó por primera vez una ametralladora que disparaba hacia delante para destruir un avión de reconocimiento alemán;
que Hans Leip  un joven centinela alemán soñaba con el hogar y se imaginaba en él con dos amigas suyas, Lili y Marlene, y creo una melodía para animarse y escribió una letra sentimental y veinte años más tarde se acordó de la melodía y añadió unos versos, naciendo así la Canción del centinela solitario y que se convertiría en la canción favorita de las tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial;
 – Incorpora pequeños extractos de libros y diarios de algunos de los participantes en el conflicto, ajustados al tema, en ocasiones sobrecogedores. Por ejemplo, en una de las paredes del fuerte Vaux, existe una placa escrita por una madre francesa cuyas palabras resumen el desgarrador dolor de la batalla:«A mi hijo. Desde que tus ojos se cerraron, los míos no han cesado de llorar».
 Un veterano describió ási en su diario el campo de batalla: «Era como un inmenso cenagal de desaliento, en el que un sinfín de batallones, brigadas y divisiones de infantería luchaban por no hundirse, para terminar saltando por los aires hechos pedazos o morir ahogados, hasta que al final, después de una matanza inconmensurable, habíamos ganado unos pocos kilómetros de barro líquido». 
Como muestra del cansancio de los soldados al final de la guerra el piloto norteamericano Eddie Rickenbacker despegó el día del armisticio y describió de esta manera escalofriante lo que sucedió: «A ambos lados de la tierra de nadie, las trincheras entraron en erupción. Hombres de uniformes caqui salieron de las trincheras norteamericanas, y los de uniforme gris surgieron de las alemanas. Desde mi posición vi cómo lanzaban sus cascos al aire, arrojaban sus armas y movían sus brazos. Entonces, a lo largo de todo el frente, los dos grupos comenzaron a aproximarse en la tierra de nadie. De repente, los uniformes grises se mezclaron con los marrones. Pude ver cómo se abrazaban, bailando y saltando».
En resumen, el autor, en escasas páginas, muestra como un magnicidio casual contra un dirigente de escasa consideración política, y merced a una cadena inconcebible de errores diplomáticos de todas las naciones beligerante, convirtió lo que era un apacible verano en una concatenación de despropósitos políticos causante de la muerte de 13.000.000 de seres humanos.
La contienda se extendió como un reguero de pólvora por toda Europa, y salpicando el continente Africano y asiático, hasta la postrera intervención de Estados Unidos.
Todos los participantes calcularon mal los efectos del inicio de la guerra, que presumían de corta duración, agravada por la inepta intervención de los generalatos de  las naciones, pésimamente preparados e informados de los adelantos técnicos que habían transformado la guerra moderna, como ahora habría de dirimirse.
El estancamiento motivó el reciclaje de la estrategia militar, así como la construcción de nuevos ingenios bélicos, la reconversión global de todas sus economías en una producción de armamento y pertrechos de intendencia básica para la que no estaban preparados. Esta necesidad de innovación implicó una sucesión de progresos científicos y de incalculable valor para la vida de la población civil de la que se beneficiaron en décadas posteriores.
Pero el más significativo de los cambios fue la pérdida de la ingenuidad política de los ciudadanos y soldados ya no dispuestos a someterse al reclamo del oropel de añejos valores patrióticos y de códigos de honor. Las deserciones y motines de las tropas se produjeron casi en la totalidad de los bandos, en una exhibición de la rebeldía y protesta de los soldados por la pésima, arbitraria y sanguinaria dirección política y militar del conflicto.
Acabado el conflicto, una era se extinguió y nació un nuevo mundo, igual de imperfecto, de fronteras artificiales construidas a golpe de regla y cartabón, donde las heridas quedaron abiertas, hasta al vorágine de la Segunda Guerra mundial.
Un libro muy práctico, manejable, preciso  y entretenido, muy recomendable.

domingo, 13 de enero de 2013

Los Reyes Católicos (Trilogía) – Jean Plaidy

Esta serie de tres libros sobre la vida de los Reyes Católicos, con más énfasis en Isabel en lo que se refiere a los primeros momentos de su vida, está formada por los títulos “Castilla para Isabel” “España para sus soberanos” y “Las Hijas de España”. Se trata de un relato muy novelado, basado en hechos históricos. Jean Plaidy es uno de los muchos sinónimos que utilizó la llamada en realidad Eleanor Hibbert, tales como Victoria Holt, Philippa Carr, Eleanor Burford, Elbur Ford, Kathleen Kellow, Anne Percival, o Ellalice Tate. De nacionalidad inglesa y nacida a primeros del siglo XIX y que en el momento de su muerte, a finales de siglo, había vendido más de cien millones de libros. Su obra es ingente, mucha de ella de marcado carácter histórico, llegando a publicar sagas sobre los Tudor o los Plantagenet compuestas por una docena de libros.

Del contenido de los libros, poco que añadir, que no se haya contado en otras entradas de este blog (aquí y aquí). El primer libro versa sobre el nacimiento de Isabel y sus primeros años en los que asistió a las luchas de poder entre los nobles y su hermanastro el rey Enrique IV. En el segundo se comentan los grandes acontecimientos del reinado y el tercero está muy enfocado a la relación de la reina con sus hijos y sus relaciones internacionales a través de los matrimonios.

En mi más humilde opinión, desaconsejaría la lectura de estos libros a aquellos que se quieran aproximar de forma histórica a esta época. Algo hay y cierto, pero no se saca mucho porque la autora está más enfocada a otros asuntos, como recrear situaciones muy personales, con mucho diálogo, en lo que tenemos que suponer que “pudiera haber sido así” pero “no tenemos constancia cierta de que lo sea”. Por poner un ejemplo, acontecimientos tan importantes y trascendentales como la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América son tratados de un plumazo en párrafos que no llegan ni a una página. El relato es ameno, fluido, pero como digo se parece más a una fabulación novelada de las costumbres de la época. En el tercer libro, volcado a las relaciones de la reina Isabel con sus hijas, hijo, consortes y nietos, el tono es como de novela rosa, muy bonito y entretenido… para los que les gusten las novelas rosas. De histórico y científico me atrevo a aventurar que poco hay, aunque lo que hay si es cierto.

Lo que sí que me ha quedado claro es que antes de ponerse con la lectura de un libro, es más que deseable recopilar información, autorizada si es posible, de varias fuentes tratando de conocer algo de su autor, de la época en que fue escrito, de su veracidad en caso de tratarse de historia y demás hechos que pudiera resultar relevantes y nos hagan disfrutar más en profundidad de la lectura.

sábado, 12 de enero de 2013

Stendhal y su mundo, Consuelo Berges

Completísimo estudio sobre Stendhal, su obra
y su leyenda.
Puntuación 4,5/5
Para poder comprender obras literarias tan densas como Rojo y Negro, La Cartuja de Parma y Crónicas italianas se hace imprescindible conocer más a su autor y a su época. Con ánimo de pulir mi ignorancia busqué bibliografía y advertí que este libro "Stendhal y su mundo" de Consuelo Berges aparecía en todos los listados como una obra repetida y necesaria.
No es de extrañar, pues la escritora es una experta en literatura francesa, traductora para la editorial Alianza Editorial de casi la mayoría de los autores franceses del siglo XIX, y reputada escritora de monografías sobre este autor, Flaubert y otros muchos literatos del romanticismo y el realismo francés.
El libro es una biografía y además un estudio exhaustivo de la producción artística de Stendhal, y tras su lectura, percibes con mayor nitidez la profundidad y complejo contexto humano e histórico del personaje.
Un libro muy recomendable para amantes de la paraliteratura, donde aparecen numerosas anécdotas de la vida y del complicado proceso creativo de Stendhal.
Resumiendo el contenido de manera esquemática, Stendhal, cuyo verdadero nombre era Henry Marie Beyle, nació en Grenoble el 23 de Enero de 1.783, en una familia de la burguesía campesina. La rama paterna de la familia se dedicó al comercio y simbolizaba para el escritor la zafiedad y prosaísmo de la actividad mercantil, en contraste con la familia materna, parte diletante y amante de la cultura, recuerdo para él de todo el añejo honor caballeresco del españolismos. No en vano fue un amante del Quijote.
Pronto quedó huérfano de madre y el conflicto emocional con la familia de su padre y especialmente con su progenitor se radicalizó. Destacó en los estudios de la matemática, ganando un primer premio en esta disciplina. Viajó a París para especializarse en esta materia pero desde un comienzo dispersa su talento en la diletancia, en la abstracción intelectual, en la construcción de quiméricas obras y estudios ensayísticos a realizar, que no cuajaron en obras reales.
Por medio de un familiar, ingresa en el ejército napoleónico, alcanzando el grado de subteniente de dragones. Las campañas militares, en las que desempeñó sobre todo labores burocráticas y de intendencia, le hicieron recorrer buena parte de Europa, incluso llegó a portar correos a manos de Napoleón hasta el mismo Moscú.
Pero sobre todo conoce Italia, especialmente Milán y su entorno, Nápoles, Roma cuyas costumbres de vida más relajadas y disolutas de los meridionales, encajaban con su filosofía vital y pretensiones. Vivió durante mucho tiempo en Italia, en períodos discontinuos, como residente, viajero y hasta como viceconsul en Civitavecchia. El epitafio de su tumba en Montmartre reza este epigrama a petición del mismo escritor: "Arrigo, milanese. Scrisse, amò visse Ann. LIX M. II, Mori il XXIII marzo MDCCCXLII"
<Herri Beyle milanés. Escribió, amó, vivió 59 años. Murió el 23 de Marzo de 1842>>.
 De estas prologadas y ociosas estancias en este país, surgieron escarceos amorosos, alguno de ellos extravagantes, como el vivido con Matilde Viscontini, donde los celos y la infidelidad inflamaron sus expectativas amatorias y, además, una íntima relación con los escritores italianos liberales, los llamados carbonari.
Disfrutó del rico ambiente cultural del país  y sobre todo, el teatral y musical, principalmente la opera. El contacto con Italia le nutrió de experiencias para elaborar muchas de sus mejores obras de producción como novelista y ensayista, plasmado en libros de ficción y divulgación como, "Historia de la pintura en Italia", "Roma, Napolés y Florencia", "Vida de Rosini", "Sobre el Amor", "Paseos por Roma", "Crónicas italianas " y "La Cartuja de Parma".
Tras abandonar el ejercito y disentir de los postulados imperialistas de Napoleón, intentó dedicarse a la escritura de obras teatrales la mayoría de las cuales nacían y morían en su mente, en múltiples proyectos irrealizados.
Stendhal, escribió varios diarios y autobiografías, inconclusos pero de significativa entidad, en donde esbozo su vida, inflamándola y distorsionando la realidad de su imagen, con reflejo de episodios imaginarios y novelescos, que añaden más oscuridad a su compleja y díscola personalidad. Estas manipulaciones han empañado el seguimiento cronológico del escritor que hilvanó una telaraña de mentiras y verdades históricas que Consuelo Berges documenta y resuelve con pasmosa objetividad y mérito.
El escritor nunca pudo superar los complejos de su autoimagen, propenso a una excesiva obesidad y una fealdad de rostro perceptible y expresada por numerosos contemporáneos. El mismo definió la tosquedad de su fisonomía como la de un "tosco carnicero italiano".  Este condicionante anatómico degeneró en una personalidad irascible y cáustica, contorvertida, con predisposición al sarcasmo y la sátira. En los salones literarios parisinos fueron celebres su afilada lengua y su retórica hiriente, convirtiéndole en un personaje denostado y aborrecido.
 Pocos amigos se le conocieron, entre los que cabe citar a Prosper Merimée y menos lectores contemporáneos. Ha pasado a la historia el jocoso comentario del editor de su libro "Sobre el amor", quien le escribió que "..diríase que su libro es sagrado, porque nadie lo toca".
Falleció en decadente estado de salud tras sufrir una apoplejía, solitario y acompañado de dos perros que adquirió, según sus propias palabras "porque necesitaba amar a alguien."
Un libro imprescindible para los amantes de la obra y contexto de Stendhal.
Como único reproche, para mí virtud, señalar que para los no muy versados sobre el autor pueden resultar tediosas y reiterativas, el contenido reproducido de las numerosas cartas escritas por el autor, con amigos y familiares. Esta proliferación epistolar exije ciertos conocimientos de sus obras ensayísticas del autor.