BÚSQUEDAS en este blog

martes, 1 de enero de 2013

El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad

El libro escogido para el club de lectura de A leer que son 2 días fue editado como tal en 1902, tras haber visto la luz como entregas publicadas en la revista Blackwood. Era una época en la que los colonialismos fomentados por las grandes potencias europeas extendían sus brazos por diversos continentes, y con el pretexto de salvar y humanizar a sus moradores aprovechaban para sacar todo el partido económico posible cometiendo toda clase de desmanes y brutalidades con los nativos. Este cuento extenso o novela corta es la propia experiencia autobiográfica del autor en un viaje que realizó al Congo. Aunque ha sido catalogado como uno de los mejores libros del siglo XX, categoría excesiva a mi modesto entender, no es uno de los mejores libros de este autor, pero adquirió una enorme notoriedad al ver la luz la película Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola, que si bien versaba sobre la guerra del Vietnam seguía de forma muy precisa las pautas de esta novela. De ascendencia polaca, Conrad fue marino mercante en Francia e Inglaterra, y acabó nacionalizándose inglés, dedicándose los últimos años de su vida plenamente a escribir hasta ser considerado como uno de los grandes escritores del siglo XX en habla inglesa. La mejor y más escueta introducción al libro nos la brinda el propio autor tras su viaje al Congo al manifestar tras su viaje: "Antes del Congo yo era un solo un simple animal".

El viejo marinero Marlow decide hacer realidad un sueño de su infancia: navegar por un río en medio de la selva. Después de ciertos contratiempos y gracias a algunas recomendaciones familiares, es nombrado capitán de un pequeño barco que debe recorrer el corazón de la jungla, remontando un río hasta alcanzar una estación de explotación de marfil. Allí debe recoger al agente encargado de la misma, Kurtz, un personaje misterioso e intrigante, y traerle de vuelta a la estación central de la compañía. Desde que Kurtz aparece mencionado por primera vez hasta el encuentro definitivo, el relato se vuelve angustioso y obsesivo. En el camino, Marlow será testigo de la situación extrema en que viven los colonos europeos, su brutalidad hacia los nativos africanos, y deberá superar todo tipo de obstáculos, averías, retrasos, enfermedades, ataques de indígenas, hasta alcanzar su destino. Cuando finalmente se encuentra con Kurtz, cuya imagen ha ido agrandándose y mitificándose durante el proceso, descubre que se trata de un personaje misterioso, al que los nativos idolatran como si fuera un dios, pero que parece haber caído en una locura bestial, consecuencia de su estancia en la selva y su insaciable deseo de poder y riqueza. "Con ese hombre no se habla, se le escucha", señala algún incondicional del agente. Marlow no renuncia a su condición de hombre civilizado que contrasta con la locura de Kurtz. Marlow y sus compañeros de viaje logran cargar a Kurtz, ya gravemente enfermo, en el pequeño barco de vapor que debe sacarlo de la selva, pero éste muere en el trayecto, legando a Marlow sus últimas y enigmáticas palabras: «¡El horror! ¡El horror!».

La narración nos muestra los efectos que experimentaban los europeos al desenvolverse en un ambiente muy distinto al suyo, ejercitando una supuesta supremacía moral sobre los nativos. En realidad, este viaje a los infiernos que sirve de crítica al imperialismo occidental es una exploración en profundidad al alma humana y al corazón, permitiendo revivir una serie de experiencias tras las cuales los hombres ya no eran iguales. En una atmósfera opresiva y asfixiante, nos habla de la soledad, el aislamiento, el miedo, la lucha del hombre contra la naturaleza y, sobre todo ello, el choque entre las normas sociales del hombre civilizado y una sociedad libre y natural. La inestabilidad propia del ser humano es troquelada de forma precisa y utilizada por el autor para reflexionar y criticar los modos de vida de las sociedades llamadas avanzadas y las tropelías que cometían.

Un libro denso a pesar de no ser extenso y que con una prosa algo confusa puede llegar a tornarse pesado en muchos momentos si no se está centrado en su lectura para soportar una tensión que se mantiene de principio a fin con un carácter marcadamente simbólico que cada cual interpretará a su manera.

Así comienza el relato,

El Nellie, un bergantín de considerable tonelaje, se inclinó hacia el ancla sin que una sola vibración agitara sus velas, permaneciendo inmóvil. El flujo de la marea se había detenido, casi no soplaba viento y, como había que proseguir río arriba, lo único posible era detenerse y esperar a su cambio. El estuario del Támesis se prolongaba frente a nosotros como el comienzo de un interminable camino de agua. A lo lejos el cielo y el mar se unían sin ninguna interferencia, y en el espacio luminoso las velas curtidas de los navíos que subían con la marea parecían racimos encendidos de lonas agudamente triangulares, en los que resplandecían las botavaras barnizadas. La bruma que se extendía por las orillas del río se deslizaba hacia el mar y allí se desvanecía suavemente. La oscuridad se cernía sobre Gravesend, y más lejos aún, parecía condensarse en una lúgubre capa que envolvía la ciudad más grande y poderosa del universo.

2 comentarios:

  1. Felicitaciones a Angel Luis por esta excelente reseña sobre “El corazón de las Tinieblas”. Una obra emblemática, de merecida fama entre lectores por su magistral translación en relato del colonialismo europeo a finales y principios del XIX y XX, del genocidio comercial de Africa y del impacto del medio natural en el comportamiento del hombre occidental.
    Conrad construye una narración enigmática y densa, de estructuración y lectura incómoda y tensa. En ella profundiza en la psicología de una panoplia de personajes desgarrados de la civilización, desquiciados en un habitat irrespirable de promoción empresarial y violencia, perpetrando con indolencia y método la explotación de razas humanas a las que la vorágine mercantilista presume y trata como inferiores y sometibles, mera mercadería. La hostilidad del rio, la inminencia del riesgo en el trayecto en la embarcación, es tratado como un personaje más, acechante de imprevisibles contornos y consecuencias. Una pulsión de amenaza sin perfiles pero tangible.
    El personaje del ubicuo Kurtz, es irrepetible, en su demencia recalcitrante, inhibido de las costumbres civilizadas, arrogándose la condición de semidiós entre los nativos, con su corte de acólitos subyugados por el pánico de su presencia, hoy, ya convertido en un icono literario.
    Una obra de lectura compleja y exigente, que impone una máxima concentración para extraer todo el profundo contenido vertido en sus páginas, donde aborda temas esenciales como la soledad, la crueldad, el pánico a la naturaleza como amenaza de supervivencia, la explotación humana, el genocidio.
    Poco cabe añadir a la completa entrada expresada con claridad y concesión por Angel Luis.
    A título informativo, quisiera abundar en el autobiografismo del relato, pues novela la experiencia vivida por el propio Conrad en su periplo como marino profesional. La tía, valedora de sus intereses dentro de la Compañia existió realmente. El personaje de Kurtz fue construido con veracidad de los recuerdos de auténticos participantes de la explotación comercial del Congo, contemporáneos del escritor en su experiencia fluvial por el río Congo. En concreto, se basó, entre otros, en los perfiles de Léon Rom, oficial bravucón que era conocido por la exhibición de cabezas cortadas de africanos en su huerto, y de Guillaume Van Kerckhoven, famoso por retribuir con cinco varillas de bronce por cada cabeza humana llevada a su presencia en el curso de las operaciones militares por el dirigidas.
    Si alguien quiere profundizar más en el tema de la novela les recomiendo dos libros de sumo interés: “El fantasma del Rey Leopoldo, codicia, terror y heroísmo en el Africa colonial” de Adam Hoschschild y “Las Vidas de Joseph Conrad” de John Stape.

    ResponderEliminar
  2. Me ha gustado el comentario de Ángel Luis, muy bueno.
    Quisiera añadir algo que me ha procurado la lectura de esta novela: La descripción de la aventura por el viaje a un lugar desconocido, peligroso y en el que aunque los europeos dominan la situación no por ello dejan de sentir miedo tanto de los pobladores de los parajes descritos como del propio medio, la selva negra e impenetrable.
    Si nos centramos en estos aspectos no deja de ser una excelente novela que nos habla de la necesidad de aventura y pasar por encima de los peligros a lo desconocido de una época pasada de Europa. Con esto sería suficiente para una excelente narración, pero El corazón de las tinieblas, hoy en día, nos dice bastante más: la justificación de salvar de la ignorancia a los nativos no oculta la rapiña que los europeos han realizado durante años (y sigue) de los bienes naturales del continente africano.
    Finalmente quiero también resaltar la estupenda descripción psicológica de muchos de los personajes europeos después de una estancia prolongada en África y su demencia progresiva más o menos manifiesta.
    En resumen, una magnífica novela siendo muy recomendable su lectura. Agradezco a este foro el haberme provocado su lectura.

    ResponderEliminar

opiniones