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martes, 22 de enero de 2013

LA LUZ DIFÍCIL, de Tomás González.


TOMÁS GONZÁLEZ
La luz difícil
Alfaguara, 2012
136 páginas. 16,15€

Entre las palabras y el silencio.
En “La luz difícil” de Tomás González (Medellín, Colombia, 1950) el narrador nos dice: el tiempo es materia elástica que depende de la alegría y la aflicción. Y precisamente “La luz difícil” es una historia que fluye a través de esa concepción del tiempo, y no por la otra más rígida que queda atrapada en un reloj de pulsera, o en uno gigante de alguna estación de tren. En esta historia todo fluye al ritmo del pulso vital de David, un hombre de setenta y ocho años que pondrá por escrito en una pila de folios sus memorias: tanto lo que le dio gozo, como lo que le consumió. Aunque la vista ya le falla y empieza a ver las formas del mundo onduladas y líquidas, guarda los momentos compartidos con su mujer, sus tres hijos, sus estudios sobre la luz, sus cuadros, su mirada, “todo eso, con todo detalle, aquí conmigo”. Y puesto que ya no puede pintar cuadros, pintará con palabras tintadas de mora la vida. Una vida, que como todas, no está exenta de dolor. En este caso, de mucho dolor, como es el tener que enfrentarse a la decisión de un hijo de no querer seguir viviendo. Y no porque no se tengan ganas de vivir, sino porque el dolor físico es insoportable, tanto que llega un momento en el que ya no se puede seguir describiendo con palabras: “<<indescriptible>> es la última palabra que se pronuncia antes de que se acaben todas las palabras y quede sólo la sordomuda brutalidad del hecho”.

            ¿Se puede describir ese otro dolor que sienten unos padres ante el sufrimiento de un hijo, la inminencia de la programada muerte, y la ausencia posterior? Tomás González en una entrevista que le hicieron con motivo de la presentación del libro, contestaba que se puede, pero si no es en el momento en el que transcurren los hechos. “En el presente, el sentimiento de dolor es tan grande que no permite expresión”. En este caso, las palabras, al igual que ocurre con el dolor físico intenso, son suplantadas por “la sordomuda brutalidad del hecho”. Y de ahí la elección de un personaje que cuente lo vivido desde muchos años después.

            En la literatura, como en la vida, no hay blanco y negro, todo es más complejo, y por eso leyendo “La luz difícil” descubrimos/sentimos que todo está más allá de los posibles debates que giren en torno a si uno está  a favor o en contra de la eutanasia. Es fácil opinar, incluso dar razonamientos complejos para inclinarse hacia un lado o hacia otro, pero un buen libro (y en este caso además muy bello, poético) es una bomba contra todas esas palabras. Cómo nos gusta enredarnos. También al narrador de esta historia antes de pasar por ese horror, era un hombre propenso a entretenerse en “telarañas brumosas” y “tristezas arbitrarias” pero cuando le golpea de frente y bien fuerte la vida, siente entonces que todo aquello tenía mucho de imaginario, de mero entretenimiento. Y qué importa entonces ya el reconocimiento ajeno por las obras, y tantas otras preocupaciones que ahora se presentan ridículamente ociosas.

            Me gusta la calidez y belleza con la que se cuenta esta historia, me gusta la placidez de la mirada de David, su vejez, esos ojos que empiezan a cerrarse a las formas que le rodean pero que sin embargo ha aprendido a ver de otra manera: “En la vida se mezclan los hechos grandes con los pequeños, y con el mucho paso del tiempo las perspectivas se pierden. Qué es lo pequeño, qué es lo grande, nadie sabe. Nadie sabe si hay cosas menos importantes que otras. Nadie sabe si las cosas tienen algún orden o son arbitrarias.”

Patricia L.D.

5 comentarios:

  1. Me ha encantado la reseña. He buscado algo sobre él. Eso significa que me has incitado a leer alguna novela de sus novelas.
    Saludos,
    Consuelo

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  2. y como siempre escribiendo a toda velocidad... brrrrr

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  3. Gracias, Consuelo. Si te animas, nos cuentas qué tal tu experiencia. Para mí, ha sido un bonito hallazgo. Hacía tiempo que no leía un libro que me "llegase" tanto, de una manera tan especial. Espero leer pronto más libros suyos.
    Un abrazo,
    Patricia

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  4. Bella y emotiva reseña.
    La literatura no restaña la dureza de la vida, pero si revela sus prioridades.
    La rotundidad del dolor adherido a la enfermedad y la muerte es inefable pulverizando en nimiedad todo debate sobre ellas. Me han entrado unas ganas enormes de abrir sus páginas.
    Por supuesto que leeré el libro.
    Gracías.
    Un abrazo.

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  5. Te va a gustar mucho, Javier.
    Un abrazo,
    Patricia

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