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jueves, 12 de septiembre de 2013

La noche quedó atrás, Jan Valtin

Hace ya más de dos años que me recomendaron este libro en los que he estado esperando pacientemente la posibilidad de su aparición en formato electrónico, que no se produce o al menos yo no he sabido encontrarlo. Por ello y con todo el dolor de mi corazón, me he puesto con la edición en papel, un tocho de gran tamaño y grosor con sus casi ochocientas páginas que lo hacen inmanejable para los que ya estamos acostumbrados a la liviandad de lo electrónico. Jan Valtin es el pseudónimo de Richard Krebs, nombre verdadero del autor que con 36 años, en 1941, publicó este libro del que se vendieron más de un millón de ejemplares en Estados Unidos.

Nacido en Alemania hijo de una familia humilde de padre alemán y madre sueca, desde pequeño cambió casi continuamente de domicilio por todo el mundo debido al trabajo paterno como funcionario de puertos. Esta trashumancia siempre alegró al autor al permitirle conocer mundo De su padre heredó la vena combativa y ya desde muy joven participó en algaradas como ferviente sindicalista hasta llegar a ser un destacado miembro del partido comunista alemán, verdadero agente y agitador durante la década de los veinte del siglo pasado siguiendo las directrices del Komintern, la Internacional Comunista dirigida desde Moscú y extendida por todo el mundo. Tras una decena de años de actividad frenética en varios países del mundo, jugándose literalmente la vida y lejos de su mujer Firelei y su pequeño hijo Jan, en noviembre de 1933 es detenido por la Gestapo al entrar en Alemania siguiendo instrucciones de sus jefes que le enviaban a una muerte segura. Tras varios años de torturas en diferentes cárceles y campos de concentración sin desvelar ni un ápice de sus conocimientos, se convierte en agente doble al servicio tanto del comunismo como de la Gestapo. Su mente inquieta le llevó al final a cuestionar lo que con tanto ahínco había defendido al ver en las propias tierras soviéticas en lo que se había convertido su idealismo bajo la batuta de Stalin. Cuando iba a ser seguramente asesinado por sus propios camaradas, consiguió escapar y llegar a Estados Unidos, donde sufrió prisión unos años por delitos cometidos en sus primeros años como activista. Allí conoció, en 1938, la muerte de su mujer en prisión seguramente a manos de la Gestapo como venganza. Indultado, obtuvo la nacionalidad norteamericana, se casó y tuvo dos hijos, consiguiendo recuperar a su hijo Jan y llevarlo con él. Murió a los 51 años tras haber escrito un par de libros más.

Temido y perseguido tanto por Hitler como por Stalin, el testimonio de Valtin proporciona un retrato impresionante de los dos bandos que determinaron el destino del siglo XX. Nuestro protagonista moduló su fe inquebrantable en el comunismo desde un sacrificio incondicional al mismo hasta su cuestionamiento definitivo. Tras refugiarse en los EE.UU. escribió su biografía, con un exhuberante detalle de nombres, lugares, hechos y pensamientos que en algunos pasajes puede resultar pesado por repetitivo. Un libro duro, impactante, dramático de principio a fin, con pocos guiños a dejarse llevar por sentimentalismos y lejos de toda humanidad a la hora de cometer asesinatos o huelgas. El relato de las torturas físicas y psicológicas que sufrió a manos de la Gestapo es tan detallado y espeluznante que pone los pelos de punta al más templado. Un testimonio escrito de primera mano y al poco tiempo de momentos turbulentos como fue el periodo entre las dos Guerras Mundiales.

Supongo que serán pocos los que le metan mano a este libro que me atrevería a calificar como un tesoro escondido. Si alguien quiere conocer en profundidad lo que es la esencia de los diferentes “ismos” aquí tiene un completo manual. Rescato un párrafo de una conversación en la que un camarada mujer le dice: “No me engaño a mí misma. Sé dónde estoy. Somos presos, espiritual y físicamente. Nuestros cerebros y nuestros cuerpos están confinados en una avenida estrecha por altos muros sin ventanas a ambos lados. La avenida tiene un nombre. Se llama “Disciplina de partido”. Es la cosa más bestial que jamás haya sido inventada a lo que contesta lacónicamente con “es necesaria. Sin ella no podría vivir el partido”.

Probablemente no aparece en las listas de libros recomendados por ser visto más como una autobiografía que como una descripción detallada del comunismo y el nazismo de aquellos años. No olvidemos el año de publicación, 1941, en plena Guerra Mundial, con el nazismo hitleriano en todo su apogeo y poder dominando al mundo por la fuerza de sus armas. Creo que no me equivoco al afirmar que es imposible resistir una perturbación constante de espíritu mientras se avanza en su lectura y no quedar impresionado al finalizar la misma.

3 comentarios:

  1. Siempre que leo un libro en el que se describe el nazismo o el comunismo stalinista acabo asqueado, pero considero que debemos seguir leyendo este tipo de libros para seguir aprendiendo y evitar etapas de la historia tan cruentas como las vividas el pasado siglo, y que ojalá ya hubieran finalizado.
    Si lo encontrara en digital, hoy mismo me ponía con el, me cuesta tanto volver al libro físico.

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  2. Tremenda reseña sobre un libro del que he capturado todo tipo de comentarios coincidentes en el descarnado devanar de episodios de tortura y de la instrumetal lógica de las políticas totalitarias. Me disuade la extensiòn del libro pero al leer tu magnifica reseña le voy a dar un margen y quizás me atreva con él.
    Gracias por tus completas entradas son un accesible y esperado placer.
    Un abrazo.

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