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martes, 5 de noviembre de 2013

El lector, Bernhard Schlink

Bernhard Schlink, un juez y profesor de universidad alemán, nacido en 1944, es el autor de esta novela, publicada en 1995 y traducida a varios idiomas. Había escrito novelas policíacas con anterioridad pero el reconocimiento público le llegó cuando «El lector» fue llevada al cine en 2008. Relativamente corta, 46.500 vocablos, se lee con facilidad viéndose el lector inmerso desde los primeros momentos en un historia intensa enternecedora y desgarradora.

Transcurre 1958. Michael Berg es un joven de quince años que un día, mientras regresaba del colegio a su casa, se encuentra mal, se refugia en un portal y comienza a vomitar. Allí es atendido por Hanna Schmitz, de 36 años que vive en el edificio. Pasado un tiempo, acude de nuevo con una ramo de flores para agradecerle el gesto y ella le solicita ayuda para subir unos cubos de carbón del sótano. Cuando llega con ellos está cubierto de hollín y Hanna le conmina a quitarse la ropa para sacudirla y tomar un baño para poder volver a su casa limpio. A la salida de la bañera una atracción surge entre ellos y acaba siendo el comienzo de una intensa relación erótica. La escena se repetirá varias veces casi sin palabras pero Hanna solicita de Michael que, antes de sus escarceos, le lea pasajes de libros de autores clásicos como Schiller, Goethe o Dickens. Hanna es cobradora de una línea de tranvías y con el tiempo, cuando va a ser ascendida por hacer bien su trabajo, desaparece de la ciudad sin dejar rastro. Pasan siete años cuando Michael, estudiante de derecho, asiste a un juicio en el que seis guardianas de las S.S. son juzgadas por sus acciones en campos de exterminio de los judíos. Una de ellas es Hanna, que no reconoce en ningún momento ante el tribunal su más guardado secreto: «Hanna no sabía ni leer ni escribir» que se nos revela bien avanzada la lectura. Se arroja sobre sí mayores culpas que sus cinco compañeras y es condenada a cadena perpetua. Michael no interviene pero empieza a mandarle a la prisión cintas de casete con lecturas de libros grabadas, lo que ahora llamaríamos audiolibros. Con el tiempo Michael se casa pero fracasa en su matrimonio del que tiene una hija. Tras dieciocho años de Hanna en prisión, recibe una llamada de la directora de la cárcel en la que se le comunica que va a ser liberada y se le solicita se interese por ella en sus primeros pasos fuera de la cárcel, dado que parece que es la única persona con la que Hanna parece tener relación. Prepara su reingreso en la vida normal, buscando una casa y un trabajo para ella y acude a verla por primera vez una semana antes de su puesta en libertad. El día que acude a la prisión para acompañarla en sus primeros momentos de libertad, un suceso inesperado conmociona su vida.

Schlink nos ha dejado una sorprendente y aterradora novela en la que cuestiones antagónicas como el amor y el horror se dan la mano de forma sorprendente a la vez que nos retrotraen a algunas de las heridas todavía abiertas de la historia reciente, que nos esforzamos por no aprender e ignorar, lo que es caldo de cultivo para que vuelva a repetirse. El autor pone a todas las generaciones de alemanes, y no alemanes, posteriores a la gran guerra en clara confrontación con sus fantasmas del pasado, provocando no pocas controversias sobre el modo de enfocar los sucesos, que realmente se tratan de una forma superficial y tangencial en la novela. El texto, justo y sin florituras, perturba y tensiona al lector y le obliga a posicionarse sobre unos hechos incomprensibles pero reales con un sinfín de preguntas de difícil respuesta.

Como hemos comentado, existe una película muy recomendable, en mi opinión para ver después de leer el libro, con el mismo título, interpretada magistralmente por Kate Winslet en el papel de Hanna, que obtuvo un Óscar de la academia norteamericana.

«Luchaba siempre, y había luchado siempre, no para mostrar a los demás de lo que era capaz, sino para ocultarles de qué no era capaz. Una vida cuyos avances eran enérgicas retiradas y cuyas victorias eran derrotas encubiertas»

«Imagínate que alguien se dirige a sabiendas hacia su perdición, y tú puedes salvarlo. ¿Lo salvarías? Imagínate una operación con un paciente que toma drogas que son incompatibles con la anestesia, pero se avergüenza de ser drogadicto y no quiere decírselo al anestesista. ¿Hablarías con el anestesista?»

2 comentarios:

  1. Suscribo en su integridad la reseña de Ángel Luis.
    Una novela que tras su aparente exigua estructura, contiene abundantes cuestiones y somete al lector a una severa profusión de dilemas éticos de profundo calado. Una sucesiva andanadas de preguntas de compleja y múltiple respuesta. Todo ello en una mórbida relación amorosa saturada de matices a interpretar por la imaginación.
    Gracias por tu post. Un abrazo.

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  2. Su lenguaje es directo y sencillo, claro y con poder de trasladarte a la escena que te narra desde las primeras líneas.
    El vínculo entre los protagonistas, Hanna y Michael, es el que les ha tocado vivir. Su narración nos dá a entender que ese tipo de relación amorosa no se puede elegir, rechazar u olvidar.
    Gracias

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