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lunes, 28 de julio de 2014

Adiós, Princesa, David Rocasolano

@drocasolano David Rocasolano es un abogado del que por su apellido podemos deducir un grado de parentesco con la actual reina de España Letizia Ortiz Rocasolano: primo hermano. Nacido en el mismo año que Letizia, 1972, y según figura en el libro, mantuvo siempre una estrecha relación con ella compartiendo muchas andanzas infantiles y juveniles y estuvo cerca de ella en los primeros momentos de su noviazgo cuando se hizo oficial con el entonces príncipe Felipe. Al parecer el autor mantenía un blog que en estos momentos no es accesible, donde figurarían algunas fotos, también incluidas en el libro, de momentos familiares distendidos. Aunque en su día y en esta entrevista realizada en InterEconomía manifestó que no habría una segunda parte, según puede leerse en este artículo fechado en abril de 2014 el autor vive fuera de España por iniciativa propia y está trabajando en una segunda parte. Según manifiesta, determinados comercios dedicados a la venta de libros han vetado su comercialización aunque puede comprarse sin ningún problema en formato electrónico o en distribuciones a través de internet.

Al parecer, no hay comunicación entre los primos desde 2010, habiendo visto la luz este libro en abril de 2013. Se cuentan ciertas vicisitudes acerca de sus inicios y como el autor se vio involucrado por otra persona y finalmente por la editorial en la confección y desarrollo del mismo. En él se describen detalles íntimos de la vida de Letizia y su familia y desde su noviazgo con Felipe también de este y del entorno de la casa real. Son revelaciones verosímiles a las que cada lector tendrá que conceder el grado de credibilidad correspondiente. De todos los hechos relatados hay uno especialmente relevante, justificado documentalmente, que demuestra las grandes dosis de hipocresía de nuestra sociedad y de cómo nos comportamos las personas adaptando nuestros pensamientos a nuestros intereses y encontrando justificación para todo. En todo caso, la esencia de las ideas contenidas en sus páginas queda bien resumida en una frase que figura al principio y al final del mismo: «esta es la historia del choque de una humilde caravana gitana —los Ortiz-Rocasolano— con un tren expreso, los Borbones. Que ni siquiera tuvieron la decencia o la humanidad de volver la cabeza tras arrollarnos.»

Tomé contacto con la existencia de este libro a través de una entrada de twitter en la que se hacía referencia a este video en youtube de un canal suramericano titulado “La historia detrás el mito-Letizia Ortiz”, de unos cuarenta minutos de duración donde aparecen entrevistas a diversas personas y entre ellas el autor de este libro. Los algo más de cuarenta y ocho mil vocablos contenidos en sus 304 páginas se leen con gran fluidez. La historia está bien llevada y las situaciones y datos que va aportando el autor están bien engarzados para dar una continuidad que permite su lectura casi de un tirón. Situaciones que son normales a muchas personas y familias cobran una inusitada importancia al tratarse de personas muy especiales y conocidas, lo que no deja de tener un cierto morbo. Algunas fotografías incluidas sirven para aportar una cierta credibilidad a lo expuesto. Un libro sin duda polémico y que puede ser constitutivo de una traición por parte del autor a la confianza depositada en él al hacerle partícipe de determinados hechos y dejarle compartir determinadas situaciones en la confianza de que nunca serían reveladas. El autor ha manifestado que los hechos relatados son solo una parte de los que conoce y calla.

Me quedo con el trasfondo de la historia: agua y aceite nunca se podrán mezclar, por mucho que se intente. Intentar borrar el pasado es tarea inútil y resulta siempre más conveniente asumirlo y deambular con él, especialmente cuando nuestras vidas quedan expuestas de forma pública.

Algunas frases extractadas
Yo nunca hablo de moral. La moral es de cintura para abajo y de eso es dueño cada uno. Hablo de ética, que es de cintura para arriba. Y publicar esos papeles es una cuestión ética.

A la entrada, enseñé mi carné, me colgaron una credencial y me hicieron pasar por un arco detector de metales. No pitó el aparato, porque mis armas nunca son metálicas.

Un gesto extraño en Letizia, que antes de su conversión radical al catolicismo era una agnóstica que solo profesaba adoración a la Virgen del Puño.

Mi teléfono volvió a sonar cuando llegué a casa. Letizia. Descolgué. Tenía la voz fría. Yo también tenía la voz fría. Todo era frío aquella mañana de febrero.

Una familia que se dejó arrollar y destruir en silencio, sin rechistar, por un ridículo sentido de Estado o algo así. Una familia que ya no existe.

viernes, 18 de julio de 2014

Adolfo Suárez, la memoria del silencio, de José Ramón Sáiz

José Ramón Sáiz, nacido en 1941, es un periodista cántabro curtido en cien mil batallas que cuenta en su haber con la publicación de una treintena de libros, muchos de ellos dedicados a asuntos de su tierra. En la época de la llamada Transición, mediados de los años setenta del siglo pasado en España, ejercía como periodista en el diario PUEBLO cubriendo la información política y acompañó en algunos de sus viajes oficiales a miembros del gobierno y de la casa real, por lo que fue testigo de primerísima mano de los sucesos de aquella época. Aunque publicó en los años ochenta algunos libros sobre esta temática, el libro que nos ocupa vio la luz en 2012 y por tanto antes del fallecimiento de Adolfo Suárez que ha tenido lugar en el presente año de 2014. Es de destacar su faceta de historiador y conferenciante, amén de algunas publicaciones dedicadas al mundo del cine. Colaborador en numerosos medios, algunos de sus artículos recientes pueden leerse en www.cantabria24horas.com así como más información acerca de su biografía y sus obras en su página personal.

El libro que comentamos recoge en sus cerca de 400 páginas, plenas de letra pequeña y pocos márgenes, un período que no llega al año y que resultó vital en la reciente historia de España: desde el nombramiento de Suárez por el rey Juan Carlos como presidente del gobierno el tres de julio de 1976, pocos meses después de la muerte de Franco, hasta el quince de junio de 1977 en que tuvieron lugar las primeras elecciones libres que se celebraban en España desde febrero de 1936. Dividido en capítulos para su mejor estructura y desarrollo, los hechos son relatados con exquisita pormenorización y detalles, acompañados de fotografías relativas a los sucesos descritos. Los capítulos llevan por título La caída de Arias, El rey elige, Una crisis que refuerza al gobierno, El harakiri, El referéndum de la reforma, De Castellana a Moncloa, La ofensiva de los extremos, La pascua comunista, El candidato Suárez, y Elecciones libres, lo que da una idea del recorrido exhaustivo por los diferentes hechos que jalonaron la realidad española de aquellos once meses.

Treinta y cinco años después de estos sucesos, el autor nos detalla segundo a segundo los personajes y los hechos de forma que parece que estuviéramos asistiendo a los mismos en un riguroso directo. Para aquellos que los vivimos es un ejercicio de rememoración y repaso, que en mi caso ha resultado particularmente interesante por hallarme gran parte de ese período secuestrado legalmente en tierras africanas donde no nos enterábamos de nada de lo que ocurría. Si bien algunos hechos se tratan de forma reiterativa por la estructura capitular, el ritmo te mete de lleno en el desarrollo de los acontecimientos y sirve en bandeja los hechos de una forma aséptica, sin comentarios u opiniones adicionales del autor, que solo deja constancia de forma tangencial de su participación en los mismos en escasas ocasiones con comentarios del tipo «…así encabecé mi crónica política…», «…los pocos periodistas que montábamos guardia…», «… me atreví a preguntar al rey…» o similares, haciendo gala de un exquisito distanciamiento personal de las personas o hechos relatados, que es muy de agradecer en temas políticos, siempre tan opinables. En ningún momento se aprecian juicios u opiniones personales, que sí pudimos escuchar los que asistimos a la conferencia pronunciada por José Ramón Saiz en el ayuntamiento de Torrelavega a principios de este mes de julio de 2014 con motivo de los actos organizados bajo el título «El legado de Adolfo Suárez: Transición democrática y futuro constitucional» y que me llevó al conocimiento de la existencia de este libro, no porque se hiciera mención alguna a ello allí sino por una posterior investigación personal sobre la figura del ponente.

La historia solo se puede juzgar con un conocimiento detallado de los hechos y esto es lo que nos brinda este libro. Nuestra mentalidad actual, conocedora de desarrollos que se han producido con posterioridad, debe ser ajustada para valorar aquellos momentos de alto voltaje donde todo estaba por hacer. Lo que si queda claro, a mí, es que Adolfo Suárez fue entonces una persona íntegra, trabajadora, dedicado a intereses generales, un hombre en cuya palabra se podía confiar, que no se dejó arrugar por nadie, no se plegaba ante las dificultades y que se crecía ante los envites, que no le faltaron desde todos los frentes. Su legado ahí está y en ningún caso se le pueden achacar desarrollos posteriores que para nada tienen que ver son su estilo y con su espíritu y que en muchos casos son un puro ejercicio de deslealtad a lo pactado en aquellos tiempos, especialmente en cuanto a las Autonomías se refiere. Cuando las personas, los políticos, no son íntegros, es difícil que haya leyes que los detengan.

viernes, 11 de julio de 2014

Cagliostro, Roberto Gervaso

La amistad se cimienta en pequeños gestos que la engrandecen. Este libro me lo regaló una amiga y lo guardo con el cariño y simbolismo de las actos bellos, premeditados y emotivos.
El personaje histórico de José Balsamo, como tantos otros, ha llegado hasta nosotros por el tamiz de artistas que lo interpretaron a través de sus novelas, sus composiciones teatrales, musicales o cinematográficas.
Alejandro Dumas padre e hijo, Goethe, entre otros, se apropiaron del hombre para convertirlo en literatura y producto de ficción, transmitiéndonos la particular visión de sus peculiares andanzas.
Pero a José Balsamo o Alejandro Cagliostro se le puede adjetivar de vividor, falsificador, proxeneta, visionario, intelectual, médico, curandero, alquimista, químico, adivino, mago, masón, estafador, viajero, loco, para-psicólogo, orador, medium, místico, cínico o caradura, pero ninguno de estos adjetivos, por si solos, le hacen justicia. Todo lo que se conoce sobre él está tiznado de suposiciones. Una personalidad única y oscura, atractiva y excesiva.
José Balsamo (Palermo 1.743 San Leo 1.795) fue, sobre todo, un individuo peculiar fruto de la época en la que vivió, intenso conocedor de la Europa de finales del siglo XVIII. La trashumancia del personaje por la geografía del continente habla de su inquietud viajera: Palermo, Mesina, Roma, Genova, Marsella, Barcelona, Santiago de Compostela, Lisboa, Madrid, Londrés, Venecia, Nápoles, Tunez, Argel, Tanger, Cadiz, Canterbury, Dover, París, Malta, Tolón, Bruselas, Lieja, La Haya, Amsterdam, Mitau, San Petersburgo, Estrasburgo, Basilea, Burdeos, Passy, Boulogne, Turín, Milán, Verona, Trento.... Se fue desplazando asentándose, cada vez con mayor consolidación y éxito, en los salones aristocráticos, de alguna de estas ciudades, exhibiendo sus dotes como orador, vidente, curandero, medium, alquimista, químico, o masón. En esos entornos propicios para un individuo como éste, ávido de seguidores, fue moldeándose como individuo, reintepretando su personaje y la puesta en escena de sus vistosas “representaciones”, a medida que ampliaba y perfeccionaba sus conocimientos en química, alquimia y medicina.
Pero sobre todo, asombra comprobar en las páginas de este libro, su espíritu autodidacta. Fue evolucionando, desde el mediocre aire montaraz del comienzo de sus tropelías, hasta convertirse en un diletante admirado y acogido por nobles de la época, como aderezo de sus salones culturales. Al final, convencido de su propio mesianismo, incapaz de asumir su derrota, creyó sus propias falacias, hasta que la enfermedad le postró en una dolorosa decadencia hasta su muerte.
Pero no es una mera biografía, es un libro que te sumerge en la Europa de la Revolución Francesa. Nos descubre una sociedad en ebullición en la que se conjugan el auge por el interés en los descubrimientos científicos y la charlatanería de visionarios como José Balsamo. Pequeñas y grandes cortes donde periclitaban las dinastías y se lucraban de los despojos palaciego los acólitos del poder soberano.
El episodio del Collar de la reina María Antonieta, inspirador de numerosas obras de ficción y de estudios históricos de suculento contenido, merece un tratamiento especial en la obra. Aunque sólo fuera por este capítulo, compensaría la lectura del libro. El enfoque en este apartado está centrado en la participación de Alejandro Cagliostro, como personaje emergente pero incómodo da la corte versallesca. Pero lo novedoso es la aportación en el libro de textos procesales de las demandas y de los escritos de defensa elaboradas por los abogados de las partes en floridos alegatos para exclupar a sus clientes implicados, donde se descubre la retorcida trama en la que participó este individuo y que supuso la caida en desgracia y el destierro de la corte borbónica. Rohan, C. Juana Valois de la Motte, los joyeros de la reina Bohmer y Bassenge, Villette, un rocambolesco suceso que Alejandro Dumas interpretó en su novela como el detonante de la revolución francesa, para releerlo una y otra vez.
Hace además un profundo examen de la masonería, señalando la transcendencia de ésta institución sin la que no puede entenderse el siglo de las luces.- Analiza las distintas logias existentes y sobre todo en aquellas en la que Alejandro Cagliostro tuvo acomodo intentando convencer incluso al mismo Papa de aplicar el ritual masónico egipcio en ceremonias religiosas católicas.-
Nos describe también un cuadro apasionado y veraz de la ciudad de Roma, adormecida en un medievalismo secular, donde las simonías y el atraso la hace languidecer ajena a la velocidad de los cambios tecnológicos, científicos y sociales. Balsamo será víctima de la Inquisición, ese atávico Tribunal aún subsistente bajo formas procesales eclesiásticas, cuya jurisdicción se extendía en ocasiones, como en su proceso, al ámbito civil
Un buen libro que nos acerca a un personaje y a un mundo extinguido pero fascinante, saturado de talento, felonía, descaro y erudición.
Un libro interesante que demuestra como llegar con pequeñas personalidades al interior de la gran historia.-

domingo, 6 de julio de 2014

Doce balas de cañón, Rafael Martínez Simancas

@rafam_simancas Rafael Martínez-Simancas falleció el pasado jueves día 4 de julio de 2014 a la edad de 52 años, víctima de un cáncer contra el que llevaba batallando desde 2011, cuyas vicisitudes ha dejado registradas con su peculiar sentido del humor en su libro «Sótano octavo». Cordobés de Rute, periodista de profesión, ha trabajado en numerosos diarios y revistas amén de programas de radio en diferentes emisoras. En su página web pueden leerse las últimas aportaciones en días recientes y allí el mismo se definía como «curioso, satírico y a veces canalla». En su haber figuraba una Antena de Oro concedida por la Federación Española de Profesionales de Radio y Televisión y algunos premios de periodismo. Al parecer nunca perdió su buen humor, incluso cuando iba a «enchufarse» a las máquinas del hospital madrileño de La Paz, a las que tildaba de «cacharritos de feria». Descanse en paz.

Días antes de su fallecimiento comencé la lectura de este libro, «Doce balas de cañón» que tiene como trasfondo el desastre de las tropas españolas en Igueriben y Annual en julio de 1921. La casualidad lo puso en mis manos al ser rescatado de la estantería durante una comida en casa de unos amigos, Nacho, Luz y su hijo Diego, también amigos personales de Rafa. En la página inicial figura una dedicatoria del autor: «Para Nacho y Diego, con mi cariño y mi gratitud». Mis amigos hicieron referencia a él, y me lo prestaron, al saber durante la comida de mi interés por la historia de España del siglo pasado.

El libro es un relato en dos épocas y debe estar basado en otros libros escritos sobre el asunto, especialmente el escrito por uno de los supervivientes, Luis Casado Escudero, titulado «Igueriben». En el relato paralelo en la época actual nos presenta la vida de un actor entrado en años que anda metido en series de televisión, Rafael, y que ha sido elegido para protagonizar una película sobre el tema. Al desplazarse a la zona de Melilla y del Rif para ambientarse y meterse en el guión, su personalidad de mujeriego le juega una mala pasada y acaba en el hospital más que magullado, aunque esto le sirve al final para dar un giro positivo a su vida de figurante. En el otro relato, un ayudante del oficial al mando de la plaza de Igueriben nos relata de forma directa los sucesos ocurridos y que acabaron con la muerte de varios miles de españoles, un ejército joven y mal preparado, por los errores de cálculo de sus mandos, que nunca pensaron en un posible levantamiento de los rifeños.

Trescientas páginas en esta edición impresa, con mucho aire y espacio entre líneas y capítulos, el libro está escrito en un lenguaje directo, irreverente a veces, que resulta entretenido. Si lo que tratamos es de conocer cosas históricas, este libro puede ser una aproximación sencilla al asunto porque se lee de un tirón en un par de ratos. La historia paralela del actor es graciosa y muy de actualidad, conectada con las series televisivas actuales y programas espectáculo. En el trasfondo histórico, ya reseñamos en este blog el libro «El desastre de Annual» de Ricardo Fernández de la Reguera, con mucha más enjundia, y Javier recomendaba en un comentario al mismo otro de Manuel Leguineche titulado «Annual, 1921» que sigo teniendo pendiente. Aparte del ya citado de «Igueriben», otros libros sobre el asunto para personas interesadas son el publicado 2005 por Luis Miguel Francisco y titulado «Annual 1921, crónica de un desastre» y otro de Ramón J. Sender, publicado en 1930 y titulado «Imán».

Como curiosidad, hacer mención a la frase recogida en el libro, una frase para olvidar, pronunciada por Alfonso XIII, tatarabuelo de nuestro actual rey, al conocer el importe del rescate pagado dieciocho meses después a los rifeños por los prisioneros supervivientes: «Que cara sale la carne de gallina». Más cara nos salió a todos la suya y la de los mandos militares que una actuación más que cuestionable mandaron a la muerte a un montón de valientes. De todos es sabido que las búsquedas en GOOGLE arrojan miles cuando no millones de resultados. Pues bien, buscada esta frase solo aparece una única referencia en otro blog titulado «elafandenuestrosdias». Esperemos que Google registre esta entrada y así se incremente en un 100% el número de referencias a esta aciaga e infausta frase.

jueves, 3 de julio de 2014

El triángulo de la transición, de Ana Romero

Según reza en su ficha biográfica del diario El Mundo, Ana Romero es una periodista gaditana nacida en 1966 que empezó sus andanzas profesionales en el Diario de Cádiz y la agencia Efe. Su trabajo en el diario en El Mundo se está viendo afectado en estos días por graves problemas derivados de una información relativa a la Casa Real que la periodista no ha querido retirar ante las presiones de la nueva dirección en un feo asunto sin precedentes en los veinticinco años de historia de esta publicación. Colabora con diarios y emisoras extranjeras y participa en seminarios y encuentros, y ha viajado por países de todo el orbe realizando numerosas entrevistas, todo ello además de su condición de escritora de libros como el que nos ocupa. Se trata de una edición revisada publicada el pasado año 2013, tras la original que vio la luz en 2003.

La portada y el título del libro pudieran no hacer ver al lector que en su contenido de lo que en realidad se trata es de una biografía, muy personal, de Carmen Díez de Rivera Icaza, una gran desconocida cuyo concurso fue vital en los meses del periodo denominado en España « de la transición», tras la dictadura del General Franco y a la muerte de este. Se acuñó para ella el apodo de «Musa de la Transición» por sus intervenciones, que en muchas ocasiones fueron enfrentamientos, con las otras dos «patas o vértices», a saber, el rey Juan Carlos y Adolfo Suárez. La vida de Carmen es tremendamente interesante, con un padre que le dio apellidos pero que no era real, siendo hija de un más que conocido personaje de la España de la dictadura y cuyo nombre no revelo para dar interés al asunto. Carmen fue una adelantada a su tiempo, dinámica, emprendedora, contestataria, internacionalmente formada en varios países en aquellos tiempos y que acabó como secretaria de un Adolfo Suárez en TVE en las postrimerías de la dictadura. Por ello, en la Transición ocupó el puesto de secretaria o jefa de Gabinete del presidente y sus profundas convicciones fueron una fuente de conflictos y enfrentamientos con el mundo y especialmente con Suárez y el rey Juan Carlos. Uno de estos enfrentamientos más clásicos tuvo como trasfondo la legalización del Partido Comunista de España. Asqueada y harta de la política se retiró momentáneamente tras esta etapa aunque volvió con los años a una labor de trabajo intenso y duro como diputada en el Parlamento Europeo. Un cáncer al parecer no muy bien tratado a pesar de detectado por los médicos se la llevó en 1999.

Supe de la existencia de este importante personaje de nuestra reciente historia por las inevitables aunque no muy extensas referencias al mismo en el algo polémico libro comentado en este blog titulado «La gran desmemoria» de Pilar Urbano. La autora ha tenido acceso a los diarios personales de Carmen además de largas conversaciones con ella en los últimos momentos de su vida, cuando el cáncer avanzaba, habiendo complementado además estos datos con entrevistas a personajes que la conocieron y trataron en su día y que han aportado valiosos comentarios sobre su vida, su personalidad y sus actuaciones, lejos de los artículos tendenciosos con que en su día numerosos medios, «El Alcázar» por ejemplo, se dedicaron a atacarla y desprestigiarla personalmente, en un intento de ataque taimado a su verdadero jefe, Suárez y el resto de su equipo, que muchas veces no supieron ver lo que se cocía entre bambalinas. El relato es vivo y dinámico, con un lenguaje preciso y precioso que la autora domina a la perfección, lo cual no es extraño dada su profesión y su vasta trayectoria en los asuntos de juntar palabras Los capítulos en los que está dividido el libro permiten conocer las diferentes facetas de esta mujer adelantada a su tiempo y en muchos momentos y como se verá por las frases entresacadas y que reproduzco al final de este comentario, nos están diciendo desde su tumba en un convento de clausura en Arenas de San Pedro, que somos realmente idiotas, que no aprendemos y que el paso del tiempo en lugar de mejorar nuestra vida está recurriendo a más de lo mismo o peor. Un libro con sus 352 páginas en edición impresa que contienen poco más de cien mil vocablos que recomiendo tanto en sus aspectos humanos como históricos y del que «hay que tomar nota» para entender muchas cosas, mejoras y «peoras», que hoy, cuarenta años después, seguimos sobrellevando en nuestro devenir diario.

Aunque puede resultar inusitadamente larga esta entrada para lo normal en este blog, reproduzco a continuación una serie de frases, quizá demasiadas pero no he podido por menos. La primera de ellas, ya muy al final del libro, es de rabiosa actualidad en estos días de junio y julio de 2014 por haber ocurrido realmente. Las negritas son de mi cosecha particular.

Ese triángulo se ha quedado hoy con un solo vértice: el Rey, que se enfrenta en la Zarzuela a un complicado juego final que empezó hace un par de años. Como en el banquete del príncipe Baltasar de Babilonia, la escritura está sobre la pared. El establishment lo sabe, e insiste en que el cambio inevitable se haga desde las instituciones. Por eso baraja ahora Don Juan Carlos, a sus 75 años y cuando más de la mitad de los españoles pide su abdicación, repetir el milagro de hace casi medio siglo.
La política tiene siempre un poco de perversión. Pervierte a las personas. Y más aquí, en España, donde no dimite nadie. Ni con Franco, ni con la UCD, ni con el PSOE, ni con el PP. Lo que arrastramos de la Transición es que no fue suficiente con haber creado unos partidos, unas Cortes, una Constitución. Teníamos que haber profundizado en la sociedad. El desarrollo económico nunca es suficiente: tiene que ir paralelo a uno político, social y cultural».
… levantaba la vista, exasperada: «La solución, Ana, está en nosotros mismos, en los ciudadanos. Sobre todo, en esos jóvenes españoles, que han de aprender del pasado para no cometer los mismos errores que sus mayores».
Hay que buscar personajes en África, en el Tercer Mundo, y salirse del contexto de los ricos, los altos, los guapos y los blancos. Los de siempre.
Es estremecedor. ¡Pobre país! ¡Pobre Rey! ¡Qué horror! Hay una ausencia total de profesionalización. Tiene aspecto de opereta de barrio. Al verlo, se entiende la miseria humana de Franco y lo inexplicable de la duración del franquismo. Estuve por la mañana en Presidencia. Impresión horrenda. Qué vetustez. Qué falta de instrumentos de trabajo. Esto es más elocuente que cualquier libro de El ruedo ibérico. La miseria intelectual y humana del entorno del dictador es aquí patente.
Hablaba con ellos mucho por teléfono, pero era muy reacia a ir a comidas y cenas. En España todos estaban comiendo y cenando todo el día, como ahora. Y en la dictadura también. En eso no hemos cambiado nada».
Cuánta pequeñez humana. Lo único que ambicionan es el tren ganador, sin querer arriesgar nada. Los unos traicionan a los otros descaradamente. No convocan a los ciudadanos, no hablan de las mujeres, no tienen en cuenta a los jóvenes. La prensa, según le dé, tiene un culto a la personalidad que es lo que prima. ¡Qué pesadez! ¡Pobres ciudadanos!
Lo que más detestan las personas en la vida y en la política es que seas independiente, libre. Yo lo soy. Un ser libre es peligrosísimo. En algunas cosas uno es de derechas, en otras uno es de izquierdas, y en otras cosas uno es, simplemente, libertario.En la vida he aprendido, Ana, que los que presumen son aquellos a los que les faltan cosas».
Carmen, que hablaba alemán y no se cansaba de repetirlo, creía en la Vergangenheitsbewältigung o la Geschichtsaufarbeitung, dos palabras acuñadas por estudiosos alemanes para describir «el proceso de tratamiento del pasado», un ejercicio necesario en los pueblos y en las personas para poder vivir «un presente saludable».
Se demostró que el gran problema del final de la dictadura y de esa Transición es que el ciudadano iba por un lado y los políticos por otro. Esto parece que pasa también a veces ahora, en democracia.
»Yo insistí mucho en que las listas no fueran bloqueadas. ¿Por qué esa obsesión por tratarnos como menores de edad? A mí me llaman la atención poderosamente las dictaduras de los grandes partidos, del PSOE y del PP, que no tienen primarias y que, cuando las hacen, suprimen los resultados. 
El desarrollo económico nunca es suficiente; tiene que ir paralelo a uno político, social y cultural» ... El deseo de ganar dinero y de triunfar es generalizado. ¿Y qué? Un pueblo con dinero y sin cultura no es nada».
La política no puede ser una profesión permanente o una renta vitalicia. No es lo más adecuado. Ya te he dicho cómo me llama la atención que siempre estén las mismas personas en los mismos sitios.
«El cáncer es dramático en cualquier circunstancia, Ana, pero todavía lo es más cuando, habiéndose cogido a tiempo, te vas a morir por ello. Yo he hecho prevención toda mi vida, y me muero porque un oncólogo español ha ignorado un marcador de una revisión que me hice en Bruselas. Era un marcador de un ovario que estaba a 40 cuando tenía que estar a 35».
La frase que se quedó sin pronunciar es una que le oyó decir a Carmen con mucha frecuencia, y que él quiso que se incluyera en este libro: «La generosidad es la forma suprema de la inteligencia». A los que han leído este libro, Fraguas quiso decirles: «Es bonito pertenecer a la estirpe humana si hay personas como Carmen».

martes, 1 de julio de 2014

Que el tiempo nos encuentre, Teresa Viejo

@TeresaViejo «Que el tiempo nos encuentre» es el libro elegido para el segundo trimestre de 2014 en el club de Lectura de A leer que son 2 días. Su autora, Teresa Viejo, es madrileña, nacida en 1963, licenciada en periodismo y con estudios de sociología, contando con una dilatada trayectoria en radio, televisión y prensa, donde llegó a ser directora de la revista Interviú de 2002 a 2004. Esta es su segunda novela tras la publicada en 2009 titulada «La memoria del agua». Ha publicado varios ensayos entre los que se encuentran «Hombres. Modo de empleo», «Pareja. ¿Fecha de caducidad?» y «Cómo ser mujer y trabajar con hombres». Actualmente y desde 2013 dirige «La observadora» en Radio Nacional de España, programa que se emite los domingos.

Gran parte de la trama de este libro se desarrolla en Méjico, donde ha llegado en 1936 Hugo Vigil de Quiñones acompañado de su mujer Berta, sus hijos y una niñera, Aurora, que en su época en España fue hija de Vicente y su segunda esposa Antonia, los guardeses de Atilano y Zita, padres de Hugo. La familia ha dejado su Casa Gialla y su enigmático torreón anexo y ha salido de España con motivo de la guerra para buscar un futuro en Méjico, estableciéndose en Veracruz, donde ya contaban con algunos negocios que les permiten seguir viviendo con cierta holgura. En un encuentro fortuito en su época española, Aurora conoció a un joven embaucador y decidido, Pablo Aliaga, metido en el mundillo del cine, que la encandila y la promete amor eterno. En 1941 otro buque cargado de españoles exiliados atraca en Veracruz. Entre ellos viaja Pablo acompañado de su amigo Miguel Morayta, ambos con deseos de triunfar en el renaciente mundo del cine mejicano. Aurora y Pablo verán renacer con fuerza su amor aunque con encuentros muy esporádicos y con numerosos engaños por parte de él, aunque Aurora sigue queriéndole, a pesar de su marcha a la capital donde dice haber conseguido trabajo en el mundo del cine. Aurora marcha por sorpresa unos días a la capital al encuentro de Pablo y descubre su relativa mentira sin llegar a verle al tiempo que propicia un encuentro inesperado, con Diego Espejel, que le abre todo un mundo de posibilidades en las que ni por asomo podría haber pensado bajo el nombre adoptado de Vera Verlier. En todo momento Aurora cuenta con una enigmática e incondicional amiga, Edwina, supuestamente de origen alemán, que regenta prostíbulos y ayuda a Aurora en numerosas ocasiones y de la que comprenderemos sus actuaciones cuando lleguemos al final y descubramos quién es en realidad. Hay muchas cosas más concernientes a los protagonistas y sus relaciones que no pueden ser reveladas sin hacer eso que ahora se denomina «spoiler», es decir, destripar la trama y quitarle su encanto a personas que no hayan leído todavía el libro.

Es este un relato entretenido e intrigante, plagado de numerosos requiebros que mantienen la atención del lector. Los personajes van creciendo y cambiando a medida que avanza la novela y al final nada es lo que parece, ni siquiera el tema que pudiera pretender deducirse hasta bien avanzado el desarrollo. El epílogo y las pertinentes y muy adecuadas aclaraciones ofrecidas por la autora al final del libro permiten una comprensión total de la trama y de sus personajes, algunos de ellos reales a la par que desconocidos por el gran público. La personalidad de Aurora, una simple criada hija de los guardeses a principio de la novela, va creciendo de forma espectacular siendo la verdadera protagonista. Diría que hay mucha sensibilidad femenina en todos los personajes, hasta en los masculinos, que van haciendo confidencias de sus secretos a cuentagotas, manteniendo en todo momento el interés dentro de un ambiente de españoles en el exilio bien recibidos por Méjico en los años de la Guerra Civil y posteriores. Una prosa directa en un lenguaje delicioso aderezado con unos toques sublimes de fraseología hispano mejicana que enriquecen la novela: allí no se habla, se platica. Yo recomendaría su lectura a todo tipo de públicos con el convencimiento de que no van a salir defraudados tras pasar unos momentos agradables y entretenidos.

En muchos momentos Aurora manifiesta su deseo de regresar a España. Su amiga Edwina le abre los ojos diciéndola «¿Pretendes pasar el resto de tu vida en ese horrible país tuyo, donde la gente viste de negro y no tiene para comer? ¿Cómo crees que tu hijo va a vivir allí, muertecito de asco? Ubícate, Aurora. Nomás abrazas al viejo y te regresas bien pronto. ¿Entendiste?»