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domingo, 20 de septiembre de 2015

Una pasión rusa, de Reyes Monforte

@Reyes_Monforte «Una pasión rusa» es la reciente publicación de Reyes Monforte, periodista y escritora madrileña de edad celosamente guardada que se ha movido en el mundo de la radio y la televisión como colaboradora y directora de varios programas en varias cadenas a los largo de los últimos años. Uno de sus mayores éxitos lo alcanzó en Onda Cero dirigiendo el programa nocturno «País de locos». En su faceta de escritora son de destacar sus libros relacionados con el mundo árabe desde «Un burka por amor» a «Besos de arena» pasando por «La infiel»  así como «Amor cruel» y «La rosa escondida» con otra temática.. Colabora actualmente con el diario La Razón. Por este libro ha obtenido, en su XIV edición, el premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio que promueve la editorial Espasa.

Según refiere la propia autora en una entrevista, la contemplación fortuita de una placa conmemorativa en la fachada de la casa sita en el número cuatro de la madrileña calle de Bárbara de Braganza le hizo indagar en la vida de Lina Codina, topándose con una historia apasionante que ha dado lugar a este libro. La placa reza así «En esta casa nació Lina Prokófiev (Carolina Codina Nemiskaya) 1897-1989. Cantante y esposa del compositor Serguéi Prokófiev».

Como ya hiciera esta autora en otras novelas, un breve apunte en los prolegómenos de la novela nos informa claramente del final de la misma, por lo que no es impertinente revelar aquí su sinopsis completa. Carolina «Lina» Codina Nemysskaya fue hija del tenor catalán Juan Codina y la cantante rusa Olga Nemivskaia. Nació en Madrid en 1891 y llegó a vivir noventa y un años, cuarenta de los cuales conforman el eje de la historia narrada, desde que conoció al músico Serguéi Prokófiev en Nueva York en 1918, momento en el que arranca la historia, hasta su liberación del Gulag en 1958. La niñez y adolescencia de Lina transcurrieron en Nueva York, donde destacó desde muy pronto en el dominio de varios idiomas y en el desarrollo de una exquisita sensibilidad artística, especialmente en lo referente a la música. Bella y elegante, adelantada a su tiempo y ciudadana del mundo, quería llegar a ser cantante de ópera cuando conoció a través de una amiga al compositor ruso Serguéi Prokófiev con ocasión de un recital en el Aeolian Hall. La vida de Lina quedó unida a él para siempre pues renunció prácticamente a su carrera como cantante para desvivirse por atender y seguir a su amor por todas partes, Viviendo en París contrajeron matrimonio y nacieron sus dos hijos, Sviatoslav y Oleg. Las autoridades rusas hicieron lo imposible ofreciendo toda clase de facilidades para convencer al compositor de que se afincara en Moscú, donde arrastró a Lina en una de las decisiones peores de su vida pues se cruzó en su camino Mira Mendelssohn, una estudiante de literatura de la que Serguéi se encaprichó en 1938 y con la que se casó en 1948 sin llegar a divorciarse de Lina, cosas de la justicia soviética de entonces. Abandonada por su marido y al ser este declarado enemigo del pueblo, fue condenada y desterrada en uno de los campos de concentración del Gulag, donde ella, acostumbrada a una vida intensa de cultura y relaciones, acabó sufriendo los mayores castigos y vejaciones que persona humana puede soportar. Reestudiado su caso tras la muerte de Stalin, fue liberada en 1956 consignando en sus expediente la escueta frase de «No existe hecho delictivo». De vuelta a Moscú, consiguió reunir de nuevo su familia al acudir con sus dos hijos ante la tumba de Serguéi, que por ironías del destino había fallecido con una diferencia de menos de una hora con el temible Stalin, origen y causa de todos los males de la protagonista. Como un apéndice de la novela podemos encontrar un resumen de las vivencias posteriores de Lina Codina, que vivió treinta y un años más que no están contemplados en la novela. En 1974, con ayuda internacional y no sin problemas, consiguió abandonar definitivamente la Unión Soviética y se trasladó a vivir a Londres, donde recuperó su intensa vida de relaciones y se consagró a perpetuar la memoria y la obra de su marido hasta su muerte en 1989 a la edad de noventa y un años.

La novela es un recorrido por hechos históricos de la primera mitad del siglo XX en escenarios principalmente de Nueva York, París y Moscú. En palabras de la autora, «El amor mueve al mundo más que el dinero. Las mayores locuras son las que se hacen por amor» y ella nos demuestra en esta y otras novelas su gran facilidad para plasmarlo en historias, donde la psicología de los personajes, especialmente los femeninos, queda reflejada forma brillante. Con los diálogos justos y las descripciones precisas y contenidas, es gratificante seguir el relato porque el lector asiste en primera fila a las escenas, desarrolladas con sencillez y maestría sin recurrir a engrosar artificialmente los episodios sin por ello escamotearles un universo rico en matices que hace las delicias del lector. Desde el glamour de las recepciones y bailes en embajadas, los conciertos o las fiestas con personajes conocidos del siglo XX como Hemingway, Boris Pasternak, Coco Chanel, Picasso, García Lorca o Costeau entre otros a las escenas de maltrato en la temible Lubianka y posteriormente en los campos del Gulag, el relato es interesante y enriquecedor, sugiriendo su transformación en imágenes con suma facilidad, lo cual no es nuevo por otra parte en esta autora que domina con maestría el andamiaje y la escenografía de sus novelas.

Novela histórica y Reyes Monforte, todo un un tándem. Como digo, un agradable paseo al recorrer la senda de los cerca de 195.000 vocablos contenidos en sus 592 páginas donde la palabra más utilizada, como no podía ser de otra manera, es Lina, en 1.084 ocasiones, seguida de Serguéi que se emplea 760 veces. Como curiosidad, una vez acabada la lectura me cuesta decir correctamente el apellido del protagonista, teniéndolo que pensar para poner la sílaba «fi» después de «Prokó» y eso que aparece reflejada 407 ocasiones. Para las personas interesadas, un análisis pormenorizado de los vocablos estará disponible por un tiempo en este enlace .

Algunas frases entresacadas, excepto la última que no es del libro pero sí del entorno :
«Pour vivre heureux, vivons cachés» («Para vivir feliz, uno debe ocultarse»).

«La vida puede ser maravillosa si no dejas nunca de luchar»
Todos los días le regalaban la capacidad de descubrir algo nuevo.

Tú no lo sabes, pero en la tierra de tu madre hacen unos dulces exquisitos llamados churros, que tienen forma de lazo, al menos en Madrid, y se colocan en una ristra parecida a esta. Están hechos con una masa de harina de trigo y agua, se fríen en aceite y suelen tomarse con un buen tazón de chocolate espeso. Están deliciosos. Le dije a tu padre que los probara cuando fue a Madrid a dar un concierto. Y me hizo caso. Era un tiempo en el que aún me hacía caso. —Sviatoslav sonreía y la mueca contagiaba a su madre—. Te prometo que algún día te llevaré a probarlos.

La preocupación de la mayoría de los presos no era morir, sino la manera de hacerlo. El problema no era la muerte sino el camino recorrido hasta llegar a ella.

Es el sol de los lobos (refiriéndose a la luna).
«Un conejo ruso emigra a Finlandia y cuando le preguntan la razón, él dice que en Rusia están matando camellos. “Pero tú no eres un camello”, le dicen. Y el pobre conejo responde: “Ya, ¡pero a ver cómo lo demuestro!”».

«La vida puede ser difícil cuando te han mimado mucho. Su vida fue una fiesta hasta que alguien apagó la luz».

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