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miércoles, 8 de marzo de 2023

La reina del exilio, de Herminia Luque

Herminia Luque Ortiz (Granada, 1964). Es escritora y ensayista. Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Granada, reside en Rincón de la Victoria (Málaga) donde ejerce como profesora de Secundaria. Ha publicado las novelas «Bitácora de Poseidón» (2010), «El códice purpúreo» (2011) y «Al sur de la nada» (2013). Sus relatos están incluidos en antologías como «Narradores almerienses» (1991), «Relato español actual» (2002) o «Espacios» (2003). En 2014 recibió la mención especial Emma Tirado del XV Premio de Ensayo Carmen de Burgos por su obra «Siempre guapa». Su novela «Amar tanta belleza» ha sido galardonada con el Premio Málaga de Novela 2015. Datos recogidos de su propia página web personal http://www.herminialuque.com/

Flaca, Flacucha, Flaquirrucha, Flaquirruchuncha, Flaquirruchunchérrima…

La abolición de la ley sálica in articulo mortis y la llegada al trono de Isabel II desatan el conflictivo siglo XIX en España, lleno de guerras fratricidas, conspiraciones y misterios. En 1882, Isabel II vive su exilio parisino en el palacio de Castilla, entre nobles y oropeles, pero lejos ya del poder. A esa corte isabelina llegará un atractivo caballero, Julio Uceda, enviado por Sagasta con documentos comprometedores para la reina; y también Teresa, una joven criada y educada en las Niñas de Leganés, un colegio de huérfanas de Madrid, cuya visión del mundo dista mucho de la vida en palacio, demasiado alejada de los desfavorecidos. Entre ellos surgirá una pasión amorosa que deberá navegar entre conjuras políticas y el ambiente sofocante y corrupto de una monarquía en decadencia, donde nada es lo que parece, pero que, a la vez, todo es tan hipócrita y corrompido como se muestra. Con una mirada insólita e ingeniosa, y gracias a unas voces y personajes femeninos especialmente logrados en esta novela histórica y a una estructura narrativa original y compleja, Herminia Luque nos brinda una intriga palaciega; una aproximación a la figura histórica de Isabel II, a la par que una magnífica recreación, precisa e irónica, del siglo XIX, que incluye una mirada crítica a los tan contrapuestos contextos de la sociedad de la época (Sinopsis oficial de la editorial).

La dama iba sola y, tras rebasarla, se volvió para mirar «el horizonte posterior», que decía un amigo suyo.

El hecho de que sea una novela histórica y además haya recibido el Premio Edhasa de narrativas históricas en 2020 me predisponía a disfrutar de esta lectura. Además, el siglo XIX español es una de mis debilidades en historia. Pero los (verdaderos) acontecimientos históricos que sirven como anclaje están muy justitos, pero que muy justitos, para servir de base en la construcción de una serie de historias paralelas que han sido tejidas por la autora. Ya que el foco principal no es aprender Historia con mayúsculas, me he entretenido en los escenarios costumbristas que plantea y especialmente en el vocabulario, que me ha hecho disfrutar y acudir al diccionario y a internet en múltiples ocasiones: cachetero, colodra, rimero, zambra, cambrón, tabardillo, cuantimás, embanastar, alebrestarse, farrear, repulgo, cintajos, lipida… Los personajes de Julio y Teresa están muy bien logrados, así como la recreación de la sociedad de la época alrededor de una reina que llegó al trono por la abolición de la Ley Sálica, Isabel II, con sus luces y sus sombras, en su destierro en París. Una historia costumbrista, con muy buena narrativa y empleo del lenguaje y el vocabulario, que sin duda gustará a los amantes de la historia novelada, que no novela histórica, porque a mi entender no lo es.

Si bien su gracia definitiva, la que sin embargo se abstenía de decir en el salón de la reina, era la de que a las mujeres, hasta los quince años, había que regalarlas; hasta los treinta, amarlas; y a los cuarenta, fusilarlas.

El tratamiento para la reina era su majestad y para el Papa su santidad, para el de los Bérchules habría que poner en circulación el de «su inoportunidad»…

«Muertos los dos, tinto y arroz».

VOCABULARIO

 

ABACERÍA

Puesto o tienda donde se venden al por menor aceite, vinagre, legumbres secas, bacalao, etc.

ABADEJO

Bacalao

ALEBRESTARSE

Alebrar. Estar alerta permanentemente.

ALIFAFES

Achaque generalmente leve. U. m. en pl.

ANAFE

Hornillo, generalmente portátil.

ARRACADA

Arete con adorno colgante.

AZAFAJE

AZAFATE. Canastillo, bandeja o fuente con borde de poca altura, tejidos de mimbres o hechos de paja, oro, plata, latón, loza u otras materias

Col. Jofaina de madera.

BAZANIL

 

BURUJO

Bulto pequeño o pella que se forma uniéndose y apretándose unas con otras las partes que estaban o debían estar sueltas, como en la lana, en la masa, en el engrudo, etc.

CABALLÓN

Montículo de tierra que resulta de hacer un enterramiento.

Lomo de tierra, como el que queda entre surco y surco al arar un terreno o el que se levanta con la azada.

CACHETERO

Persona que se aprovecha de los demás, aficionado a vivir de cachete.

El último entre los que causan un daño a una persona o cosa.

CAMBRÓN

Arbusto de la familia de las ramnáceas, de unos dos metros de altura, con ramas divergentes, torcidas, enmarañadas y espinosas, hojas pequeñas y glaucas, flores solitarias blanquecinas y bayas casi redondas.

CAMOSITO

Que tiene muchas canas. (NO RAE)

CARABUTO

 

CENTIFOLIAS

Que tiene cien pétalos (rosa)

CINTAJOS

Despectivo de CINTA.

COLODRA

Vasija de madera en forma de barreño que usan los pastores para ordeñar las cabras, ovejas y vacas.

Recipiente de madera, como una herrada, en que se tiene el vino que se ha de ir midiendo y vendiendo al por menor.

CONTERRÁNEO

PAISANO. Natural de la misma tierra que otra persona.

CUANTIMÁS

Cuanto más (expresión vulgar).

DESPEJO

Desembarazo, soltura en el trato o en las acciones.

Claro entendimiento, talento.

ELACIÓN

Elevación, grandeza. U. hablando del espíritu y del ánimo.

Hinchazón de estilo y lenguaje.

Altivez, presunción, soberbia.

EMBANASTAR

Meter algo en la banasta.

Meter demasiada gente en un espacio.

ENTREVERADA

Mezclar o introducir algo entre otras cosas.

Arg., Bol., Perú y Ur. Dicho de personas, de animales o de cosas: Mezclarse desordenadamente.

ESPETAR

Atravesar con el asador, u otro instrumento puntiagudo, carne, aves, pescados, etc., para asarlos.

Atravesar, clavar, meter por un cuerpo un instrumento puntiagudo.

coloq. Decir a alguien de palabra o por escrito algo, causándole sorpresa o molestia. Me espetó una arenga, un cuento, una carta.

Ponerse tieso, afectando gravedad y majestad.

coloq. Encajarse, asegurarse, afianzarse.

FARREAR

Andar de farra, divertirse.

HATEIRA

Puta.

Grecia, cortesana con cierta fama

HUESA

Hoyo para enterrar un cadáver

LAMPONA ?

 

LIPIDIA

Discusión insistente y fastidiosa.

OXEAR

Espantar las aves domésticas y la caza.

PISAVERDE

Hombre presumido y afectado, muy ocupado en su aspecto físico.

RENGO

Cojo por lesión de las caderas o de un pie.

REPULGO

Pliegue que como remate se hace a la ropa en los bordes.

Punto pequeño y espeso con que se cosen a mano algunos dobladillos.

Borde labrado que se hace a las empanadas o pasteles alrededor de la masa.

Cicatriz fruncida y saliente de las heridas de las personas y de los cortes de los árboles.

coloq. Recelo e inquietud de conciencia que siente alguien sobre la bondad o necesidad de algún acto suyo.

RESPLANDINA

REGAÑINA

RIMERO

Montón de cosas puestas unas sobre otras.

RINGORRANGO

Rasgo de pluma exagerado e inútil. U. m. en pl.

coloq. Adorno superfluo y extravagante.

RODAL

Lugar, sitio o espacio pequeño que por alguna circunstancia particular se distingue de lo que le rodea.

Parte de una cosa con distinto color del general.

Conjunto de plantas que pueblan un terreno diferenciándolo de los colindantes.

SALETA

Habitación anterior a la antecámara del rey o de las personas reales.

SICOFANTA

Impostor, calumniador.

TABARDILLO

Insolación (‖ malestar por exposición excesiva al sol).

coloq. Persona alocada, bulliciosa y molesta.

ZAMBRA

Fiesta que usaban los moriscos, con bulla, regocijo y baile.

Fiesta de los gitanos del Sacromonte, en Granada, España, semejante a la zambra de los moriscos.

coloq. algazara (‖ ruido, gritería de personas).

ZORROPASTRONA

 

 

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