lunes, 25 de enero de 2010

La sustancia interior


Procedente de la biblioteca de una residencia de ancianos, ha caído en mis manos otro libro, que no este, de Lorenzo Silva, lo que me ha recordado los estupendos momentos pasados leyendo "La Sustancia Interior". Un libro que todo empleado por cuenta ajena, por lo menos, debería leer, para tener claro lo que hay que tener claro cuando se está laborando y partir de la base de que lo único real es el sitio donde estás a una determinada hora. Hasta lo que haces es relativo, sobre todo para el que te observa.
Hace años, durante mi servicio militar, sorprendí a un amigo herrero haciendo una chapuza considerable y se lo indiqué. Su contestación fué rotunda: "Mira, esto es para el sargento, que lo quiere así, así que por lo tanto está de p.m.". Razón llevaba y se la tuve que dar.
En un país indeterminado se está construyendo una catedral. Se quiere que sea la mejor y entre otras cosas se contrata a un extranjero, procedente de otro país indeterminado, como el mejor profesional existente para llevar a cabo la sillería del coro. El maestro llega para empezar a trabajar, pero las circunstancias, los coincidentes profesionales, el obispo y su retaila y todo el entramado acaban por convencerle de que allí están pasando otras cosas muy distintas que construir una catedral, aunque también es posible que se esté haciendo eso. Se mezclan todo tipo de historias, divino-eclesiásticas y mundanas hasta llegar a un final sorprendente. Nunca digamos de este agua no beberé o yo nunca seré de aquella manera.
El relato dinámico, alegre y desenfadado de Lorenzo Silva, la recreación de escenarios y stuaciones, quizá en demasía, mantiene la atención de principio a fin. Y si sabemos extrapolar y sacar unas cuantas enseñanzas, cada uno las suyas, eso que nos llevaremos puesto.
Yo por mi parte va ser el siguiente libro que (re)lea.

1 comentario:

  1. Al final resulta que hasta la mili tiene su enseñanza. Me quedo con esa magnífica frase.

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