Segunda entrega de la trilogía que narra la vida y hechos de Publio Cornelio Escipión. Con el ambiente perfectamente estructurado de la primera novela, esta segunda no defrauda, sino que mantiene el interés durante todas sus páginas y , lo que es mejor, te deja con las ganas de acometer inmediatamente la tercera y última de las entregas.
No se sabe si Publio tiene sus mayores enemigos en los ejércitos comandados por el general Aníbal Barca, su sempiterno enemigo o en las maniobras políticas, siempre los políticos, de su otro enemigo, el senador Quinto Fabio Máximo y sus adláteres que hacen todo lo posible en el Senado de Roma para llevar a Publio a callejones sin salida de los que como todo protagonista acaba saliendo.
El gran callejón central es el hacerse cargo de dos legiones olvidadas desde hace una decena de años que no veían la lucha ni por televisión y se dedicaban a la holgazanería y el pillaje. Publio los mete en vereda y los prepara y motiva para la traca final, la batalla de Zama, en suelo Africano, donde los detalles de las maniobras y los pensamientos son apasionantes, aún a pesar de saber quién ganará al final.
Al héroe perfecto, humilde y cercano que se nos describía en la primera novela se le van percibiendo atisbos, solo atisbos, de una cierta vanidad y ansia de poder, pero esto se queda para la tercera novela. Por otro lado está la personalidad de Anibal, un profesional de pies a cabeza en sus decisiones.
En suma, una segunda parte que mejora la primera, y que deja al lector con ganas de acometer la tercera entrega.
Me alegro de coincidir plenamente contigo en la percepción de la novela, pero vas a tener mas suerte que yo, porque tuve que esperar bastantes meses hasta que pude leer La Traición de Roma.
ResponderEliminarTambién he terminado esta segunda entrega que, para mi, incluso mejora a la primera de la saga. Escipión personifica el caracter de un líder; como le dice Netikerty: "Estás acostumbrado a buscar un camino donde no lo hay". Es ese foco en el objetivo, ese no detenerse ante nada lo que lo convierte en leyenda. Y junto a él, desapercibido pero imprescindible, el magnífico Cayo Lelio.
ResponderEliminar