Conocí anteayer a la autora de esta novela, en una reunión en casa de unos amigos a la que asistíamos ambos. Cuando ya se marchaba, salió a colación este libro, estos tres libros en forma de saga o trilogía que había escrito y que desde hace un tiempo andan en busca de editor. Ayer por la mañana tuvo la enorme deferencia, además de una prueba de confianza en mí, de enviarme los tres libros en un documento vía correo electrónico, eso sí, excusándose de no disponer de ellos en papel por lo que tendría que hacer trabajar a la impresora. Los maravillosos momentos que vivimos en la actualidad los que estamos inmersos en el mundo de los lectores electrónicos propició que a los pocos minutos estuviera cargado en el Kindle presto a ser devorado. Resistió cuatro horas el condenado, pero eso depende de lo ameno que sea el libro, que lo es, y de su tamaño. En un simulacro de paginación me arroja un número de 269 páginas, aunque esto solo es una teoría, pues a buen seguro que en real en imprenta salen más. Leer un libro cuando todavía no está publicado es ilusionante y hacer un comentario público del mismo un reto de tremenda responsabilidad. Un libro que por no tener no tiene ni portada todavía y que es la primera entrega de la trilogía titulada CREADORES DEL PENSAMIENTO O CUANDO EL HOMBRE SE CONDIMENTA CON SAL.
“Come mierda, millones de moscas no pueden estar equivocadas”
Luis Lozano Corbí es un solterón, cuarentón, periodista y escritor. Residente en la sierra de Madrid, cada verano acude a la casona familiar en la localidad castellonense de Alcocebre. El caserón perteneció a su abuelo, fallecido un año antes. La casa se cae a pedazos, falta de mantenimiento y cuidado, pero está en una situación privilegiada, cerca del mar y con un mirador de los que quita el hipo. Para poner un punto exótico el jardinero es senegalés.
Luis es un ser insociable que controla con cuentagotas sus relaciones. Vicenta, anciana ya y que cuidaba de sus padres y abuelos le sigue aguantando como puede, sin concesiones, deleitándole con unos guisos indescriptibles de toma pan y moja. La joya de la casa es una biblioteca con muchos libros antiguos y de gran valor que Luis ha previsto trasladar a su domicilio en Madrid. Para ello y con la ayuda de Vicenta, contrata a Isabela, “una niña con piercing en el labio inferior y pantalones por debajo de las caderas”, joven que sabe más de lo que parece en cuestión de libros, pues no en vano es hija de un encuadernador y gran aficionado al mundo del libro que le ha transmitido su amor por ellos. Ayuda a Luis en la tarea de empaquetar cuidadosamente los libros en cajas, además de catalogarlos manualmente en fichas por iniciativa propia, lo que sorprende a Luis gratamente al verse superado por la jovencita.
Natalia, una comandante piloto de aviones lleva ejerciendo tres años como novia oficial de Luis, con contactos esporádicos debido a su profesión que se ajustan muy bien al modo de ser y las conveniencias del protagonista, que no quiere compromisos profundos. La visita de Natalia a la casona es deprimente al ver el estado de paredes, muebles y electrodomésticos, por no hablar del colchón aunque la vista desde el mirador suaviza los problemas. Luis tiene que realizar un viaje relámpago a Madrid, para recoger un libro de su amigo Paco Calderón, el librero de viejo que le consigue libros antiguos y ahí demuestra sus dotes de conductor pisa pedales. Un hecho remueve el plácido desarrollo del verano. Eliseo, un lugareño especial que se dedica a romper libros antiguos en pedacitos y arrojarlos a una sénia, especie de pozo amplio, aparece con la cabeza abierta como un melón. Todo el mundo dice que está loco y que se ha dado él solito contra un muro. Pero Luis, como periodista investigador va más allá y con la ayuda de Isabela descubre una historia de amor rocambolesca del pasado que relaciona a Eliseo con libros antiguos muy especiales que a Luis le gustaría poseer.
Al final del libro, la carta de su padre desde Venecia donde se encuentra de vacaciones, un asunto tangencial, es una delicia evocadora de un viaje en poco más de una página. Para los que hayan tenido la suerte de conocer Venecia es un paseo y un deleite de los sentidos.
Toda la trama se desarrolla en un corto espacio de tiempo, unas vacaciones de verano. Es una historia con una trama sencilla, fresca, una sucesión de momentos escuetos pero relatados por la autora en pinceladas acertadas que conectan al lector con los personajes y los lugares y le hacen sentirse presente en los escenarios descritos en la novela. Evocación por sugerencias de sensaciones que estimulan la imaginación del leedor, usando el poder evocador de las frases nos traslada a esos lugares donde se desarrolla la acción. La casona y sus alrededores, un mundo por el que con toda seguridad deambuló la novelista, se hace nuestra y forma parte de esos momentos mágicos que todos desearíamos tener alguna vez en la vida.
Excelente manejo de planos y personajes que capturan la atención del lector viéndose inmerso y atrapado en la narración. Un tratado acerca de cómo convertir una historia normal es una sucesión de momentos deliciosos. Una lectura sin más pretensiones que consigue hacer disfrutar al lector. Acción continua y mantenida construida a base de certeras y escuetas descripciones que no cansan ni son reiterativas. La novela es ficción, aunque no fantasía: escenas y personajes perfectamente creíbles en una sucesión de verosimilitud que mantienen la atención y enganchan al lector. Las historias de la vida diaria no tienen necesidad de terminar, tienen valor en sí mismas, cuentan lo que cuentan y seguirán o no seguirán pero la segunda parte ya está escrita y tengo el placer de estarla devorando con fruición…
Mientras esta ópera prima de Consuelo consigue ver la luz, podemos disfrutar de sus escritos sobre temas de lo más variado en su cuidado blog OPUSINCERTUM. La entrada sobre calzas y bragas no tiene desperdicio.
Angel, muchísimas gracias por tu reseña. Es un placer ver la crítica de mi novela (todavía sin despegar) en tu blog. Un saludo muy afectuoso, Consuelo.
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