martes, 3 de julio de 2012

Vivir es un asunto urgente, Dr. Mario Alonso Puig

Hace ya muchos años, estando en la sala de espera de la consulta de un médico o dentista, no recuerdo bien, leí un artículo del Dr.Mario Alonso Puig. Ocupaba una simple página y contenía una historia de esas con moraleja que nos hacen pensar. Hablaba de un jugador de rugby, eterno suplente en su equipo, que siempre acudía a los partidos con su padre, que era ciego y no podía verle. El primer día que vino solo, sin su padre, pidió con determinación al entrenador jugar ese partido, el más importante de la temporada, en el que se jugaban el campeonato. La historia es preciosa, y aunque no tiene nada que ver con este libro, la reproduzco al final para no dejar al lector con la curiosidad. Pedí permiso para llevarme la revista al objeto de copiar el artículo en casa y devolverla, pues no existían la fotografía digital ni los escáneres. Amablemente me la regalaron, total, era una más de las que llevaban meses tiradas encima de la mesa y de las que algunas personas arrancaban hojas, como por ejemplo, las recetas de cocina. El Dr. Alonso Puig es médico cirujano pero yo diría que es mucho más conocido por su faceta como comunicador y conferenciante internacional. A pesar de haberlo intentado con ahínco, solo he conseguido asistir personalmente a una conferencia suya, conferencia memorable y en un sitio memorable, que ya comenté aquí.

No me atrevo a hacer una sinopsis de este libro, uno de los varios que ha escrito este autor y que he leído: “Reinventarse”, “Madera de líder” y “Ahora yo”. Todos ellos, al igual que este y numerosos artículos y conferencias, son de autoayuda, y están llenos de metáforas y experiencias propias del autor que nos hacen pensar, reflexionar y, lo que es más importante, nos enseñan de forma práctica, efectiva y muy amena como modificar ciertos comportamientos y pensamientos en los que estamos inmersos en el día a día y que no son nada beneficiosos para nosotros mismos, nuestra salud y los que nos rodean. Tres frases cortas seleccionadas, aunque habría que seleccionar el libro entero:

¿Cómo es posible que dos semanas sonriendo a otro ser humano puedan tener un efecto tan potente y tan superior a una de las medicaciones más potentes que hay en el mercado? ¿Cuál es la relación entre una sonrisa y un dolor de estómago?

Pienso que hay tres sencillas frases que abren muchas puertas: la primera es “por favor”, la segunda, “gracias” y la tercera, “lo siento”.

Si yo veo a una persona corriendo y soy incapaz de ver al tigre que la persigue, para mí la actuación de esa persona será en todo punto incomprensible. Conectar con una persona que ve las cosas como nosotros es fácil, congeniar con alguien que ve las cosas de forma completamente distinta no lo es. La clave para conectar no es juzgar, sino primero preguntar y segundo escuchar.


Todo libro merece la pena ser leído. Aunque nos desagrade sobremanera siempre podemos encontrar alguna enseñanza. Pero no es el caso de este, que recomiendo de veras, porque se lee de un tirón, es ameno, y sus enseñanzas nos harán mucho bien si somos capaces de interiorizarlas. En este maravilloso mundo de internet, tenemos a nuestra disposición un sinfín de conferencias grabadas de este fenomenal comunicador en la plataforma por excelencia de los vídeos compartidos, ya saben a cual me refiero. Y si una vez dentro de esta plataforma buscamos además de por Dr. Mario Alonso Puig por la más conocida marca de refrescos en el mundo podemos asistir a treinta minutos de pura comunicación práctica que nos dejará embobados hablando de la felicidad. Pero … ¿estábamos hablando de un libro?

Y como lo prometido es deuda, a continuación la transcripción de la historia atisbada al principio, titulada “Coaching”. He podido encontrar otras cuatro similares, que he condensado en el librito titulado “Varios artículos”. La PAGINA WEB del autor no contiene ninguna de ellas pero si multitud de entrevistas y artículos en prensa.

Coaching
Dr Alonso Puig

Hace unos cuantos años el equipo de rugby de Alabama, en Estados Unidos, tenía un coach o entrenador muy afamado, que se llamaba Beart Bryan. Entre los suplentes habituales de dicho equipo se encontraba Henry Peterson. Henry nunca había demostrado ser especialmente sobresaliente como jugador y por eso desde que había entrado en el equipo jamás había tenido la oportunidad de jugar en ninguno de los partidos de la Liga Americana. Un jueves, dos días antes del partido Alabama-Auburn, que era uno de los encuentros más decisivos de la liga, el entrenador Bryan recibió una llamada de Henry en la que le notificaba que su padre había fallecido y que él tenía que marcharse a su casa y que no sabía cuándo regresaría. Sin embargo, al día siguiente, el entrenador recibió una nueva llamada de Henry:

-Coach, he estado pensando en ello y he decidido que en estos momentos yo no puedo abandonar al equipo. Quiero estar allí para el partido del sábado.

El sábado por la mañana, Henry estaba listo para jugar.

-Coach, quiero que me saque hoy a jugar.

-Pero Henry, este es el partido contra el Auburn. Yo no puedo sacarte en este partido tan trascendental, cuando todavía nunca has salido al campo.

Algo hubo en el nivel de determinación y compromiso que existía en la solicitud del jugador, que el coach accedió a que jugara.

El juego que desplegó Henry Peterson aquel día superó cualquier posible expectativa. Su impresionante actuación fue decisiva para batir al Auburn.

Terminado el encuentro, el entrenador Bryan se acercó a Henry y le dijo:

-Henry, no sé si abrazarte o matarte. Llevas sentado en el banquillo cuatro años sin protestar. ¿Por qué no he conocido hasta ahora lo que eras capaz de hacer? Henry se le quedó mirando y le contestó:

-Coach, ¿recuerda haberme visto en alguna ocasión agarrado del brazo de mi padre y caminando por el estadio antes de los partidos?

-Sí, silo recuerdo, Henry. Creo que te he visto con él en varias ocasiones.

-Bien, coach. ¿Sabe?, mi padre era ciego. Hoy era la primera vez que él tenía la oportunidad de verme jugar.

Todos nosotros tenemos la oportunidad de creer en alguna de las personas que están a nuestro lado, tal vez en nuestra empresa o en nuestra casa. Es posible que nos parezca que confiar en esa persona es muy arriesgado porque la idea que tenemos de ella no nos hace pensar que sea capaz de superar lo que sabemos que se puede esperar de ella. Confiar en alguien es darle la posibilidad de sentirse valioso porque se le da responsabilidad. Alguien que se siente valioso y responsable es más fácil que se sienta ilusionado y comprometido que aquel que nota los intentos continuos de otras personas de cambiarle para que se ajuste mejor al modelo en vigor. Si sólo nos dejamos llevar de lo que nos parece lógico y razonable y exigimos a los demás que nos demuestren quiénes son para que podamos confiar, es difícil que les ayudemos a experimentar aquello que pueden expresar. Henry Peterson tal vez no tuviera unas cualidades excepcionales como jugador, pero lo suplió ampliamente porque puso corazón y alguien, su entrenador, le dio la oportunidad de que lo hiciera.

Es importante que comprendamos que los conceptos que tenemos acerca de nosotros y de otras personas son únicamente construcciones mentales y por lo tanto están fabricadas con pensamientos. Ninguna construcción mental puede reflejar con precisión lo que somos, porque nosotros somos más, mucho más. Sin duda al coach Bryan tampoco le resultó fácil creer en Henry. Él creyó en Henry no porque tuviera argumentos de peso para hacerlo, sino porque, impactado por su actitud, eligió sencillamente confiar en él. Hay pocas cosas más bellas en la vida que ayudar a otras personas a verse a si mismas desde otro ángulo, para que descubran y aprendan a romper sus aparentes y dolorosas limitaciones.

Decía Emerson: “Nuestro mayor anhelo en la vida es encontrar a alguien que nos ayude a lograr lo que somos capaces de hacer”.

Si queremos marcar una diferencia en la vida de los demás, aprendamos a confiar. Cuando confiamos en alguien tal vez no incrementemos sus talentos naturales, pero si facilitaremos una transformación en la percepción que esa persona tiene de si misma, y eso es al fin el elemento esencial.

La eficiencia que todos demostramos en nuestras actuaciones diarias, bien sean profesionales, deportivas o lúdicas, tiene mucho menos que ver con nuestros talentos reales de lo que parece, y mucho más con nuestra percepción de lo que somos capaces de hacer y de lo que no. Hay una fórmula que refleja muy claramente esta idea:

Eficiencia es igual a Potencial menos Interferencia

El potencial seria la suma de nuestros talentos naturales, de nuestros conocimientos y de nuestra experiencia. La interferencia seria lo que nos decimos a nosotros mismos cuando nos encontramos frente a problemas o desafíos. Aunque no escuchamos las palabras si somos muy vulnerables a sus mensajes porque son ellos los que modelan la manera en la que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Nuestra percepción se construye sobre ese diálogo interior que nos dice lo que está a nuestro alcance y lo que no. Rousseau, el gran filósofo del siglo XVIII, decía: “El hombre nació libre, pero en todas partes está encadenado”.

Nuestras cadenas se construyen eslabón a eslabón a medida que nuestra vida se convierte en una serie de juicios en lugar de una serie de observaciones. Nosotros no podemos evitar juzgar, pero podemos aprender a hacerlo no al principio, sino al final. Nosotros podemos llamar a lo mejor que hay en los demás cuando, independientemente del resultado que se alcance y a pesar de nuestras dudas e inseguridades, elegimos poner a las personas como lo primordial. ¿Hay alguna otra forma de confiar?


3 comentarios:

  1. Leyendo este post,desde su título hasta su punto final he recordado (y gracias a "la internés" he podido localizar la frase)una frase de Enrique Vila-Matas,citando a Nazim Himket:"la cosa más real y bella es vivir.Y no olvidar que vivir es nuestra tarea.Estemos dinde estemos." abrazo.y sonrisa.

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  2. ... y como vivimos - estupenda frase para mi colección-- y encima tenemos una pizca de curiosidad y nos gusta la lectura, tenemos a nuestro alcance un millón de mundos posibles con solo imaginárnoslos.

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  3. Coincido plenamente con la afirmación expresada sobre este escritor. No he tenido el placer de disfrutar de una conferencia del autor, pero si he leído su obra “Reinventarse”. Os aseguro que es una obra de divulgación psicológica de materia de autoayuda maravilloso. Un libro lleno de sabiduría para leer una y otra vez, descubriendo en cada relectura nuevas enseñanzas.
    Además, es un libro para leer en apenas dos horas, pero al que acudiréis de nuevo, si captáis su esperanzador mensaje. Con un estilo sencillo y ameno de efecto balsámico para el espíritu, sin dejar de sembrar en el lector pensamientos y desafíos contínuos.

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