martes, 7 de agosto de 2012

El palacio de los vientos, Rosa María Echeverría

Cada vez me cuesta más leer libros en papel tras casi tres años de lecturas digitales. Pero hay veces que no queda más remedio. Mi suegra, gran lectora, puso hace unas semanas este libro en mis manos recomendándome su lectura, sin prisa pero sin pausa, ya que a ella se lo habían prestado y lo tenía que devolver. No he sido capaz de encontrarlo en versión digital. Rosa María Echeverría, la autora, es periodista y ha trabajado en la sección cultural del diario ABC. Nos cuenta en este hermoso libro la historia de tres generaciones alrededor de la Casa Grande o Palacio de los Vientos, un caserón con historia ubicado en el país vasco.

Juan Miguel, el abuelo, se casó con Helena pero ella “pertenecía” más a su hermano fallecido en el frente. En el momento de dar a luz a su primera y única hija, Isabel, Helena fallece y se genera un sentimiento de lejanía y distancia del padre hacia la hija que hace que esta crezca lejana a su padre y con un gran desafecto, llegando a escapar de casa y convivir por unos días con unos titiriteros de un circo ambulante, que volverán a entrar en su vida de una forma curiosa. Isabel, la señora de la Casa Grande, conocerá el amor desenfrenado en Pierre, un piloto, con el que se casará y al final tendrá grandes desavenencias y un final trágico… para él. Fruto de este matrimonio nacerá “Beatrizojosdecristal”, una niña que crecerá también sola distanciada de su madre y escuchando los vientos de la casona y oyendo lo que cuentan sus paredes. Beatriz se convertirá en princesa a los ojos de Miguel, hijo de unos campesinos que trabajan en las tierras de su madre, que la jurará amor eterno y la esperará siempre, convirtiéndola en su princesa del Palacio de los Vientos. La novela cuenta las vidas y pensamientos de estos personajes y de alguno adicional como “Violetadeanís” que llega a la Casa Grande como producto de una relación amorosa tumultuosa con un socio de Pierre. El final de la novela, en pocas páginas, cuando Miguel vuelve a la casa de sus padres y recupera su infancia es memorable.

Como se dice en el propio libro, es una gran novela sobre los abismos del ser humano, sus amores, sus relaciones, sus encuentros, sus desencuentros a lo largo de la vida y como al final aún queda tiempo para el perdón e intentar rehacer aquello que se debió hacer y no se hizo. Aunque al principio sorprende por los rebuscados párrafos empleados por la autora, lo que podría convertirse en aversión lectora llega a transformarse en una música barroca que embelesa los oídos. Veamos si no un párrafo de los muchos que conforman la novela

“Al atardecer siempre leo un rato con la lupa que me regaló mi nieta asesorada por Águeda, y que me permite acercarme a las imágenes en la distorsión de sus perfiles. Las letras crecen, vuelan con la solemnidad de las águilas sobre la presión de los abismos o bien se achican consumidas de ansiedad, se vuelven criaturas apenas concebidas, disimuladas en grafías inconsistentes.”

La historia es bella y está muy bien entretejida en sus pinceladas adelante y atrás para trazarnos una fotografía muy ajustada de las vidas no solo de los tres personajes de la familia, sino de sus allegados, sirvientes o convecinos. La vida y la muerte se complementan y de una a otra los personajes fluyen llevando sus vidas como pueden o les dejan. Las frases escogidas por la autora evocan, como digo, una musicalidad perfecta para los oídos y aunque son tangenciales al desarrollo de la historia, la complementan y hacen de la lectura un placer. No me resisto a acabar este comentario con otro párrafo escogido

“Empezó a llover, una lluvia tan menuda, tan gris que resultaba casi transparente, La lluvia nos traicionó, se introdujo entre los significados más profundos de la sangre, exploró nuestras ausencias, dispuso un trayecto entre las venas, se acercó al corazón. Helena lloraba en silencio mientras parecía que nos hallábamos suspendidos irracionalmente en el espacio, flotando con un difícil equilibrio sobre el cristal de la vida. La dúctil cercanía de la eternidad se balanceaba en aquel acantilado que se precipitaba a nuestros pies…”

1 comentario:

  1. Antes que nada felicitarte por tener una suegra que recomienda tan buena literatura.
    La verdad, me ha alcanzado la elegancia de los pequeños textos que has rescatado de la lectura. Me han parecido muy sugerentes, pues nunca me ha desagradado la novelística, recargada de metáfora.
    Me ha constado encontrarlo en formato papel y mañana mismo voy a recogerlo en la Biblioteca en la que la he reservado. Ya os contaré.

    ResponderEliminar

opiniones