Tras una serie continuada de lecturas enjundiosas, uno del género que me gusta como es la novela histórica, para disfrutar si cabe más con la lectura y descansar un poco dejando volar la imaginación por la alta edad media española. La autora, Toti Martínez de Lecea, mujer, que hasta hace cinco minutos pensaba que era hombre, que empezó una imparable carrera literaria en 1998 con la publicación de “La calle de la judería” llegando a cerca de la treintena sus títulos publicados. Una desconocida para mí hasta hace un par de días en que me asomé a “La Abadesa”, un libro excelente como el apodo de la protagonista del mismo.
María Esperanza ejerce de abadesa en el monasterio de Nuestra Señora de Gracia, en Madrigal de las Altas Torres, en la provincia de Ávila. En 1510 recibe la visita de la que fue antaño su superiora que acude a despedirse de ella estando en la antesala de la muerte para entregarla un breve del Papa Julio II en la que es reconocida como hija bastarda nada menos que de Fernando el Católico. Recordaba en su infancia haber sido traída y dejada en el monasterio, con siete años, por soldados amén de unos vagos recuerdos de una mujer que le cantaba una nana en un idioma extraño y la peinaba. En las pocas ocasiones en que había coincidido con la reina Isabel, esta le había mostrado una antipatía manifiesta, llegando a rechazar con malas maneras incluso un precioso breviario enteramente realizado por ella. Al conocer quién era su padre, unas ganas locas de indagar su pasado anidan en la cabeza de María, que busca una excusa para salir del convento y comenzar un viaje lleno de peligros y casualidades que remata en Bilbao, donde averigua ciertas cosas, aunque no todas. De vuelta a su convento, la cosa se calma pero pasados unos años ocurren ciertos hechos que vuelven a poner a María en ganas de conocer más sobre su madre y su paradero… No se pueden desvelar más cosas sin estropear la acción.
Un libro coqueto, yo diría que especial. El ambiente de finales del XV y comienzos del XVI deliciosamente conseguido. Los retazos históricos en los que se basa para montar un entramado precioso y entrañable son rigurosos aunque no en gran profusión, pues tampoco es necesario. Algo ayuda conocer la historia real de esa época y también el haber visitado los lugares básicos de la novela: Medina del Campo, Tordesillas, Burgos, Madrigalejo, Guadalupe, Bilbao y, sobre todo, Madrigal de las Altas Torres, una villa abulense gran desconocida y que atesora verdaderas maravillas en su interior, entre ellas el antiguo palacio de Juan II hoy convento de monjas agustinas que puede visitarse para disfrutar de la atmósfera como si nos retrotrajéramos cinco siglos y viviéramos los episodios de esta novela. Un lenguaje atinado y certero, unas escenas perfecta y justamente recreadas, sin grandilocuencia y en su justa medida, que evocan en el lector unas situaciones perfectamente plausibles que hacen disfrutar enormemente a pesar de su sencillez.
Una lectura muy recomendable y agradable para este verano, para disfrutar con una historia muy bien urdida y desarrollada en sus 78.185 vocablos, que tiene sorpresas en cada esquina y que al final acaba bien, como deben de acabar una historia bonita aunque no deje de ser dura como la época en que está ambientada.
Me encanta que reseñes a esta autora a la que sí he leido en varias obras. Una escritora digna, pulcra, versàtil, con mucho oficio y extensa producción. No es un estilo brillante pero maneja muy bien las tramas y están bien ambientadas históricamente, sin deslices ni arbitrariedades de su estudiado trabajo de documentación. Estás vacaciones leerè este libro.
ResponderEliminarGracias por tu reseña.