Jacques Yonnet (París, 1915-1974)
fue un polifacético escritor, periodista, compositor, pintor, poeta y escultor.
De escasa producción literaria, apenas cuenta con dos libros de poemas y dos
novelas, su obra más conocida es La calle de los Maleficios, publicada por
primera vez en 1954, pero sorprendentemente no traducida al español hasta su
reciente publicación (en papel) por la Editorial Sajalín.
Durante la Segunda Guerra
Mundial, Jacques Yonnet participó en la Resistencia parisina como operador de
radio. La novela, narrada en primera persona, recoge vivencias de esta etapa de
su vida.
En la obra de Yonnet se hace un
recorrido por los antros y tugurios de un área concreta de París durante la
ocupación del ejército alemán. En los alrededores de la Calle de los Maleficios abundaban los bistrós en los que individuos de la peor calaña ajustaban sus cuentas
pendientes y donde también tramaba sus actividades la resistencia francesa,
especialmente a partir de la medianoche y hasta las cinco de la madrugada, hora
en la que finalizaba el toque de queda. «Entre
personas que debían de haberse menospreciado unas a otras, nació un gran
sentimiento de unión. ¡Menuda fauna, amigos míos!».
La novela es sorprendente e inclasificable. Los personajes
se suceden sin tregua, las descripciones se hacen con pinceladas breves y
eficaces, componiendo breves relatos que con el paso de las páginas irán
cobrando unidad. El autor juega con la idea de la existencia de unos lugares
intemporales, donde los sucesos ocurren, han ocurrido y ocurrirán repitiéndose
cíclicamente de forma misteriosa: «En
algunas zonas de la ciudad, hay lugares donde sólo lo eterno tiene cabida. Las
personas sencillas que los frecuentan son las últimas en saber qué tipo de
perennidad representan».
Por este escenario mágico circulan seres misteriosos, como
el Viejo de después de la medianoche, que
aparece y desaparece (literalmente) para mediar en las transacciones y
discusiones nocturnas; o el relojero fabricante de relojes cuyas manecillas
avanzan en sentido contrario, haciendo rejuvenecer a sus poseedores, al más puro estilo Benjamin Button; o el bombero capaz de
dominar el fuego y sanar a los quemados. No podían faltar tampoco «truhanes enclenques, putas sedientas,
chivatos borrachos de polis de poca monta, rufianes…» cuya intervención es una constante en la novela, con más de cien de estos personajes.
Los relatos se desarrollan dentro de este ámbito misterioso
pero alternando su tratamiento, habiendo cabida para historias terroríficas, de
novela negra, de espionaje, e incluso con altas dosis de humor.
Una magnífica presentación de la novela se encuentra sus
primeros párrafos:
«Una ciudad muy antigua
es como una charca, con sus colores, sus reflejos, su frescor y su cieno, su efervescencia,
sus maleficios y su vida latente.
La ciudad es mujer,
con sus deseos y repulsiones, sus impulsos y sus renuncias, y su pudor, sobre
todo su pudor.
Para penetrar en el
corazón de una ciudad, para conocer sus secretos más sutiles, hay que actuar
con infinita ternura y con una paciencia a veces desesperante. Hay que rozarla
sin hipocresía, acariciarla sin segundas intenciones, y hacerlo durante siglos.
El tiempo trabaja para
quienes se sitúan fuera de él.
No puede considerarse
de París, no puede llamarla su ciudad, quien no conoce sus fantasmas.
Impregnarse de sus grises, confundirse con la sombra indecisa e insulsa de los
ángulos muertos, unirse a la multitud húmeda que, siempre a las mismas horas,
surge o rezuma del metro, de las estaciones, de los cines o de las iglesias; o ser
el hermano silencioso y distante de quien pasea solo, del soñador inmerso en
una soledad desconfiada, del iluminado, del mendigo, del borracho incluso. Todo
esto requiere un largo y difícil aprendizaje, un conocimiento de las gentes y
los lugares que sólo se consigue tras años de paciente observación.
En épocas turbulentas
aflora el verdadero temperamento de una ciudad y con más razón todavía, en el
caso de París, que se sustenta sobre un magma de cerca de sesenta pueblos. Me
he pasado los últimos trece años tomando notas de todo tipo, sobre todo
historiográficas, ya que ése es mi oficio. En ellas, se cuentan una serie de
acontecimientos de los que fui testigo o su muy humilde protagonista. Un cierto
pudor o miedo inefable me impidió hasta hoy iniciar esta obra.
Debido quizás a
ciertas condiciones particulares, me pareció que los sucesos irracionales que
se van a tratar aquí correspondían al ámbito de lo fantástico, aunque lo
fantástico a la altura del hombre.
A través de la
observación de las situaciones más intrascendentes, he descubierto hechos
extraños y coincidencias, una lógica hasta tal punto rigurosa que, movido por
mi preocupación constante por ceñirme a la verdad, me he visto obligado a
entrar en escena mucho más de lo que hubiera sido necesario. No obstante, era
esencial definir la época, y yo, que estuve involucrado en ella hasta la
médula, la he vivido con más intensidad que nadie. A fin de cuentas, jamás se
me hubiera ocurrido contar una aventura personal sin antes constatar que estaba
íntimamente ligada a la de la Ciudad, infinitamente más compleja y digna de
interés.
Aquí no hay cabida
para personajes ficticios ni historias que proceden únicamente de la
imaginación del narrador, que podría ser cualquier otra persona.
Entiéndase este libro
no como el más inquietante sino como el más inquieto de los testimonios».
Respecto a la portada, no podía haberse elegido mejor imagen
que esta fotografía de Robert Doisneau, amigo del autor, y que fue tomada en
1952 en la calle de los Maleficios (actualmente llamada rue Xavier Privas). Muy
aconsejable una visita a la web oficial: http://www.robert-doisneau.com/fr/portfolio/
Pinta no, PINTAZA tiene este libro después de leer el post. Muchas gracias.
ResponderEliminarPatricia
Me ha quitado Patricia las palabras de la boca y me ha leído el pensamiento. Esto es un horror, hacen falta sstenta vidas para leer todo lo que hay que leer ...
ResponderEliminarGracias por la reseña
Y además la ciudad es Paris ...
ResponderEliminarSobresaliente reseña, sobre una novela en la que temática contexto y autor son una propuesta inexcusable.
ResponderEliminarEnhorabuena y gracias.
Recuerdo que me lo recomendaste este verano y había pasado a lista de espera pero creo que voy a tener que adelantarlo unos cuantos puestos a la vista de esta reseña. Muchas gracias.
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