@VilaSilva Hoy se cumplen exactamente diez años del mayor atentado terrorista de la historia de España. Parece que nunca sabremos a ciencia cierta si los autores colocaron las bombas en los trenes en forma de venganza por la intervención española en la guerra de Irak, al lado de norteamericanos e ingleses. Este libro relata, precisamente, la participación de los soldados españoles en esa guerra de Irak hace también por estas fechas el mismo número de años: diez.
A pesar de mi confesa pasión por Lorenzo Silva, desconocía este libro cuya primera edición es del año 2006, si bien este autor figuraba en segunda posición tras Luis Miguel Francisco. En esta segunda edición que ha visto la luz hace unos días, el orden de los autores se ha alterado con lo que la cosa cambia, sustancialmente. Luis Miguel Francisco nació en Madrid en 1973 y sirvió en las Fuerzas Armadas españolas en el arma de Caballería estando presente en varias misiones en Bosnia Herzegovina. Es autor también de un libro sobre otro tema interesante, «Annual 1921, crónica de un desastre», publicado en 2005 y colaborador especializado en diferentes revistas y publicaciones sobre temas militares. Del otro autor, Lorenzo Silva poco podemos añadir a otros comentarios de sus libros realizados en este blog, que pueden ser refrescados en su página web o en su blog.
«Pero la diferencia más ingrata entre un soldado español, un inglés o un americano es el respeto que su pueblo le tiene. »En el prólogo de este libro de 340 páginas en su edición impresa o 130.000 vocablos en la electrónica, los autores explican cómo se formó el tándem a finales de 2004 para desarrollar una intensa actividad de recopilación de información a base principalmente de entrevistas directas con los militares que habían participado directa y activamente en la misión. Para aquellos interesados, este prólogo puede leerse completo y de forma libre en la web de Lorenzo Silva buscando este libro en el apartado dedicado a sus libros.
Recordemos que la primera decisión del recién elegido presidente Zapatero en las elecciones de marzo de 2004 fue ordenar el retorno de las tropas de Irak, lo que según se relata en el libro ocurrió hacia el mes de Mayo de ese año. Unas tropas que en principio no sabían a lo que iban cuando partieron de España pero que una vez allí se iban a ocupar de misiones de paz tras el final de la guerra en la zona de Diwaniya. Su buen hacer en los primeros momentos, estableciendo relaciones humanas y cercanas con los iraquíes y llegando a un entente cordial, se vio truncada por la detención por la fuerza de un dirigente local decidida y ejecutada unilateralmente por el ejército norteamericano … vestido con uniformes españoles.
«Los medios de comunicación se han encargado también de hacer su trabajo. La cadena americana CNN es de las primeras en vincular los hechos a las tropas españolas. La seguirán todos los medios locales y demás emisoras internacionales. De cara a todo el mundo, España es la responsable del arresto de Al Yacubi. »No hubo manera de convencer a los iraquíes de que las tropas españolas no habían tenido nada que ver ni tenían en su poder a su líder y ello tuvo como consecuencia el inicio de unas hostilidades de guerra declarada entre los guerrilleros del Mahdi y las bases españolas y centroamericanas de la zona, una zona que de «fría» paso a tremendamente «caliente» según el argot militar. Desde el cuatro de abril de 2004, el hostigamiento y los ataques de todo tipo contra las bases y las tropas españolas se sucedían de continuo, poniendo a prueba el temple de los soldados y sus mandos que tenían la orden del Gobierno Español de solo responder a los ataques, no iniciarlos en ningún caso, lo que restaba mucha capacidad operativa. Para el infierno que fue aquello no hubo bajas en las refriegas aunque militares españoles habían muerto con anterioridad en aquellas tierras. Cuando las cosas habían entrado en una cierta calma, los «amigos» norteamericanos volvían a «ayudar» con sus acciones…
«Aquel abril salieron a la luz pública las primeras fotografías que mostraban el trato degradante dado a prisioneros iraquíes por militares estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib. Un momento que resultó especialmente delicado para quienes trabajaban más estrechamente con los iraquíes, como el comandante Núñez.»Salvando las distancias, me ha dado la impresión de rememorar mis entretenidas lecturas de juventud de «Hazañas Bélicas». El entramado que han logrado los autores narrando la situación con un relato vivo y dinámico da la sensación al lector de estar asistiendo a los episodios casi en primera fila sino desde dentro. Todos los códigos militares y de honor han vuelto a ponerse de manifiesto y especialmente ante aquellos que en su día fuimos secuestrados a la fuerza para servir a la Patria en lo que se conocía como Servicio Militar Obligatorio. Los personajes y las acciones del relato cobran una viveza enorme que mantiene enganchado al lector a poco que le resulte interesante este tipo de historias, historias de soldados, de lucha, de guerra pero también de amistad, de camaradería, de honor y en algún caso de amor, no desarrollada en el libro pero que puede leerse aquí. Numerosas aclaraciones al pie, que suponen un cierto incordio en las ediciones electrónicas, arrojan mucha información sobre conceptos militares, equipos, armas y textos de otros libros o revistas que en mi caso he leído en su totalidad y me han resultado muy útiles e interesantes.
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