martes, 6 de mayo de 2014

Canadá, de Richard Ford

Richard Ford es un escritor norteamericano que cuenta con setenta años en la actualidad al haber nacido en 1944 y que pertenece al grupo denominado «escritores sobre realismo sucio» por el contenido de sus publicaciones. Según ha referido él mismo en algunas entrevistas, sufrió una ligera dislexia lo que desarrolló su interés por la literatura pudiendo haberle ayudado como lector, al tener que leer más lento y a un nivel más reflexivo. Este libro fue publicado en 2012 pero la fama le sobrevino en 1995 a consecuencia de la publicación de «Independence Day», segunda entrega de la trilogía titulada Frank Bascombe y que obtuvo el premio Pulitzer y el PEN/Faulkner para ficción.

Dell Parsons es el protagonista principal de la historia, que narra en primera persona. Cuenta quince años en el momento de los hechos principales, al igual que su hermana melliza Berner y son hijos de Beverly y Neeva, un matrimonio desestructurado en continuas disputas. El padre ha sido licenciado de las Fuerzas Aéreas norteamericanas al verse envuelto junto con algunos indios en chanchullos relacionados con el suministro de carne a la base aérea. Viven en Montana, en la localidad de Great Falls, donde andan siempre a la cuarta pregunta porque aunque la madre trabaja como maestra, el padre anda de aquí para allá en diferentes trabajos sin concretar ninguno. Dell solo piensa en aprender cada día más y sueña en el comienzo de las clases en el instituto en unas semanas cuando su padres son detenidos por la policía. Metido de nuevo en problemas económicos por hacer de intermediario entre los indios y el ferrocarril para el suministro de carne robada, no tiene otra ocurrencia que asaltar un banco en el vecino estado de Dakota del Norte acompañado de su mujer, a cara descubierta y en su propio coche. Llevados a la cárcel, Dell y Berner, a sus quince años, se quedan solos en casa a la espera de que los servicios sociales se hagan cargo de ellos. Berner huye y Dell es recogido por una amiga de su madre que lo traslada a Canadá bajo la tutela de un hermano suyo que regenta un hotel y que en su día tuvo que huir también por problemas con la justicia. Allí Dell comenzará una nueva y dura vida que durará pocas semanas hasta tener que marchar de nuevo a la aventura. La tercera parte de esta historia, corta pero muy reveladora, desvela de un plumazo el resto de la vida de esta familia.

La lectura me ha recordado mucho el libro «Una mujer difícil» de John Irving y quizá también «Las uvas de la ira» de John Steinbeck o «Un árbol crece en Brooklyn», de Betty Smith, todos reseñados en el blog, por la manera de describir a los personajes y el ambiente de vida americano de diferentes épocas del siglo pasado, un mundo que conocemos por libros y películas, lo que pudiéramos denominar como la «américa profunda». En este libro se trata de los años 60, aunque el autor confiesa que son recuerdos almacenados en la mente de Dell de cincuenta años atrás. La lectura, que pudiera resultar algo lenta y detallada por momentos, me ha resultado muy agradable y contiene numerosas enseñanzas en sentido positivo sobre la vida que bien pueden ser aplicadas a uno mismo hoy en día en la forma de afrontar las situaciones que se nos presentan. En cierto modo, Bev como padre y luego Arthur Remlinger como tutor, ambos con un carácter violento, transmiten a Dell ciertas máximas que le ayudan a conducirse en la vida y afrontar los problemas. Una lectura muy recomendable, bien cadenciada y que deja un buen sabor de boca al finalizar, especialmente tras la lectura de la tercera parte que es fundamental en la comprensión de la historia. Consta de 512 páginas en su edición impresa que contienen algo más de 154.000 vocablos.

Hasta aquí mi cosecha particular. Al haberse tratado de este libro en la reciente reunión de un Club de Lectura puedo incorporar las aportaciones escuchadas. Una de ellas, de Javier Lee, que nos tiene acostumbrados a excelentes reseñas en este blog, hace mención a la maravilla que supone las estructuración del argumento; como el autor adelanta los hechos pero mantiene nuestra atención para conocer cómo se desarrollan, con una limpieza ejemplar que hace que el estilo no se note. También hizo mención a las moralejas que se desprenden entre las que destaca que una persona puede quedar condicionada de por vida por actos ajenos. Otros comentarios de asistentes han hecho ver la verosimilitud de los personajes, teniendo en cuenta el mundo americano y la época en que se desarrollan, su recorrido y su psicología, el tratamiento de las épocas y el fiel reflejo del desarraigo típico de la sociedad que lleva a los miembros de la familia a no relacionarse con nadie de su entorno. El libro mantiene un tono positivo dentro la desesperación de sus personajes y lo mejor que se puede decir de él es que es, simplemente, elegante.

A continuación algunas frases que destaco y un mapa actual de los escenarios principales en los que se desarrolla la novela.
Saber cosas se convirtió en algo muy importante para mí, con independencia de cuáles fueran esas cosas.

Pero culpar a los padres de las dificultades de tu propia vida al final no te lleva a ninguna parte.

Le dije a mi padre que tampoco yo me sentía de Alabama, lo cual pareció divertirle. Dijo que éramos todos norteamericanos, y que eso era lo que importaba.

Cosas que hiciste. Cosas que nunca hiciste. Cosas que soñaste. Al cabo de un largo tiempo se juntan todas.

La segunda no me vino a la cabeza hasta que leí la crónica de mi madre —décadas después de que se quitara la vida en la cárcel— y me enteré de que mi padre me quería a mí de cómplice, no a ella.

Teníamos quince años. Pero la edad no importaba realmente. Eran unos hechos ciertos a los que teníamos que enfrentarnos, y la edad no cuenta en esa realidad.

Tu vida va a ser variada y emocionante antes de que te mueras. Así que procura centrarte en el presente. No te niegues a las cosas, y asegúrate de tener siempre algo que no te importe perder. Eso es importante.

No siempre podemos elegir nuestros comienzos

Florence me había dicho que la vida nos la entregaban vacía, y que nuestra tarea consistía en inventar cómo ser felices.

Mi madre dejó escrito en su crónica que, para mí, aquello que se oponía a lo obvio siempre merecía estudiarse detenidamente. Pues podía resultar ser la verdad.

Cuando pienso en ello ahora, cincuenta años más tarde, desde un siglo distinto, veo que tal vez percibí entonces que Remlinger podía pegarles un tiro a Jepps y a Crosley, pero que aún no lo había decidido totalmente y que iba a seguir actuando como si fuera a limitarse a negarlo todo.

Hasta ese día, trataría de conciliar todos los buenos consejos que había recibido: generosidad, aceptación, renuncia, buscar la longevidad, dejar que el mundo venga a ti, y, con todos ellos, labrarme una vida que vivir.

1 comentario:

  1. Perfecto resumen y análisis de este libro.
    Te agradezco los comentarios sobre la reunión, donde, como suele ser habitual, siempre aparecen nuevos flecos e interpretaciones de la lectura. Se confirma aquello de haber tantos libros como lectores.
    En mi opinión, una buena novela, además de narrar sucesos debe espolear la inteligencia del lector, insinuando o formulando preguntas, incomodando su conciencia o implicándole en una reflexión de cuestiones, más o menos metafísicas.
    Y, esta es una buena novela, por lo que cuenta, por el modo sutil y estructurado de narrarlo y por las múltiples interrogantes vertidas en sus páginas como: la predisposición delictiva de las personas, el sometimiento o rebeldía ante situaciones impuestas por terceros, la fortaleza mental y de carácter al afrontar problemas vitales, la ductilidad en la interpretación de los acontecimientos, las precarias formas de proteger a los hijos en familias inestables, la vulnerabilidad de los menores ante las decisiones de los padres.
    Pero este libro tiene un valor añadido. Es tal la densidad de reflexiones esparcidas entre sus líneas que, al releer y escarba entre ellas, surgen nuevos enfoques y planteamientos. Crece el interés en él cuanto más lo hojeas.
    Un buen libro y un escritor a seguir.-

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