viernes, 18 de julio de 2014

Adolfo Suárez, la memoria del silencio, de José Ramón Sáiz

José Ramón Sáiz, nacido en 1941, es un periodista cántabro curtido en cien mil batallas que cuenta en su haber con la publicación de una treintena de libros, muchos de ellos dedicados a asuntos de su tierra. En la época de la llamada Transición, mediados de los años setenta del siglo pasado en España, ejercía como periodista en el diario PUEBLO cubriendo la información política y acompañó en algunos de sus viajes oficiales a miembros del gobierno y de la casa real, por lo que fue testigo de primerísima mano de los sucesos de aquella época. Aunque publicó en los años ochenta algunos libros sobre esta temática, el libro que nos ocupa vio la luz en 2012 y por tanto antes del fallecimiento de Adolfo Suárez que ha tenido lugar en el presente año de 2014. Es de destacar su faceta de historiador y conferenciante, amén de algunas publicaciones dedicadas al mundo del cine. Colaborador en numerosos medios, algunos de sus artículos recientes pueden leerse en www.cantabria24horas.com así como más información acerca de su biografía y sus obras en su página personal.

El libro que comentamos recoge en sus cerca de 400 páginas, plenas de letra pequeña y pocos márgenes, un período que no llega al año y que resultó vital en la reciente historia de España: desde el nombramiento de Suárez por el rey Juan Carlos como presidente del gobierno el tres de julio de 1976, pocos meses después de la muerte de Franco, hasta el quince de junio de 1977 en que tuvieron lugar las primeras elecciones libres que se celebraban en España desde febrero de 1936. Dividido en capítulos para su mejor estructura y desarrollo, los hechos son relatados con exquisita pormenorización y detalles, acompañados de fotografías relativas a los sucesos descritos. Los capítulos llevan por título La caída de Arias, El rey elige, Una crisis que refuerza al gobierno, El harakiri, El referéndum de la reforma, De Castellana a Moncloa, La ofensiva de los extremos, La pascua comunista, El candidato Suárez, y Elecciones libres, lo que da una idea del recorrido exhaustivo por los diferentes hechos que jalonaron la realidad española de aquellos once meses.

Treinta y cinco años después de estos sucesos, el autor nos detalla segundo a segundo los personajes y los hechos de forma que parece que estuviéramos asistiendo a los mismos en un riguroso directo. Para aquellos que los vivimos es un ejercicio de rememoración y repaso, que en mi caso ha resultado particularmente interesante por hallarme gran parte de ese período secuestrado legalmente en tierras africanas donde no nos enterábamos de nada de lo que ocurría. Si bien algunos hechos se tratan de forma reiterativa por la estructura capitular, el ritmo te mete de lleno en el desarrollo de los acontecimientos y sirve en bandeja los hechos de una forma aséptica, sin comentarios u opiniones adicionales del autor, que solo deja constancia de forma tangencial de su participación en los mismos en escasas ocasiones con comentarios del tipo «…así encabecé mi crónica política…», «…los pocos periodistas que montábamos guardia…», «… me atreví a preguntar al rey…» o similares, haciendo gala de un exquisito distanciamiento personal de las personas o hechos relatados, que es muy de agradecer en temas políticos, siempre tan opinables. En ningún momento se aprecian juicios u opiniones personales, que sí pudimos escuchar los que asistimos a la conferencia pronunciada por José Ramón Saiz en el ayuntamiento de Torrelavega a principios de este mes de julio de 2014 con motivo de los actos organizados bajo el título «El legado de Adolfo Suárez: Transición democrática y futuro constitucional» y que me llevó al conocimiento de la existencia de este libro, no porque se hiciera mención alguna a ello allí sino por una posterior investigación personal sobre la figura del ponente.

La historia solo se puede juzgar con un conocimiento detallado de los hechos y esto es lo que nos brinda este libro. Nuestra mentalidad actual, conocedora de desarrollos que se han producido con posterioridad, debe ser ajustada para valorar aquellos momentos de alto voltaje donde todo estaba por hacer. Lo que si queda claro, a mí, es que Adolfo Suárez fue entonces una persona íntegra, trabajadora, dedicado a intereses generales, un hombre en cuya palabra se podía confiar, que no se dejó arrugar por nadie, no se plegaba ante las dificultades y que se crecía ante los envites, que no le faltaron desde todos los frentes. Su legado ahí está y en ningún caso se le pueden achacar desarrollos posteriores que para nada tienen que ver son su estilo y con su espíritu y que en muchos casos son un puro ejercicio de deslealtad a lo pactado en aquellos tiempos, especialmente en cuanto a las Autonomías se refiere. Cuando las personas, los políticos, no son íntegros, es difícil que haya leyes que los detengan.

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