@MilenaBusquets nació en Barcelona en 1972. Estudió en el Liceo Francés y se licenció en arqueología en el University College de Londres. Trabajó durante muchos años en el mundo editorial. Ésta es su segunda novela. Vive en Barcelona con sus dos hijos. El manuscrito de esta novela despertó una extraordinaria expectación en Frankfurt y se han firmado contratos de traducción en más de veinte países, en sellos literarios tan reputados como Gallimard (Francia), Suhrkamp (Alemania), Harvill Secker (Reino Unido), Rizzoli (Italia), Companhia das Letras (Brasil) y Hogarth Press (Estados Unidos). El texto precedente ha sido tomado de la contraportada del libro.
El libro refleja las vivencias personales de la autora acaecidas a la muerte de su madre ocurrida cuando la propia autora andaba en la cuarentena. Tomando conciencia de la ausencia sobrevenida sin avisar, nos hace llegar sus reflexiones personales, de amor y odio, y sus relaciones con amigos, conocidos e incluso dos ex maridos con los que guarda buena e íntima relación, tanto en Barcelona como en Cadaqués donde regresa a pasar una temporada. La autora recuerda un cuento chino que su propia madre le contó para ayudarla a pasar la muerte de su padre ocurrida con anterioridad, donde tras muchas metáforas le quedó la frase que sirve de título al libro: «También esto pasará». Al final nos queda el optimismo de la autora y su confianza en el futuro, en seguir adelante a pesar de la falta.
Las ciento setenta y dos páginas que contienen algo más de treinta y siete mil vocablos se leen de una sentada y me han resultado interesantes algunas de sus reflexiones y frases en el sentido de que me han hecho recapacitar sobre mis propias impresiones sobre la muerte en general y de un ser allegado en particular. La estructura del libro me ha parecido un poco deslavazada con mi impresión, estrictamente personal, de que la autora ha ido reflejando sus impresiones a borbotones según le han ido viniendo a la mente. Sin embargo, sus vivencias y algunas de sus frases son para anotar y volver sobre ellas de vez en cuando. Supongo que el hecho de ser editora, «de casta le viene al galgo» ha facilitado la publicación de este libro y que haya sido comentado con profusión en los medios e incluso recomendado en foros como «Babelia» donde se le ha dedicado un amplio reportaje que puede leerse en el siguiente enlace. Por añadidura evocará los recuerdos de ese bello pueblecito de la costa catalana para los que tenemos el placer de conocerlo.
Algunas frases entresacadas…
Y creo que nunca en mi vida he ido tan mal vestida. Al llegar a casa, quemaré toda la ropa que llevo hoy, está empapada de cansancio y de tristeza, es irrecuperable.
Que yo sepa, lo único que no da resaca y que disipa momentáneamente la muerte –también la vida– es el sexo. Su efecto fulminante lo reduce todo a escombros. Pero sólo durante unos instantes, o como mucho, si te duermes después, durante un rato … ¿Estás triste? Folla. ¿Te duele la cabeza? Folla. ¿Se te ha estropeado el ordenador? Folla. ¿Estás en la ruina? Folla. ¿Se ha muerto tu madre? Folla. A veces funciona.
…y no tengo tiempo, la muerte conlleva mil gestiones.
«¿Sabes una de las cosas más duras de hacerse viejo?», me dijo un día. «Darse cuenta de que lo que explicas ya no le interesa a nadie»
Pero ya era tarde. Tampoco estuve allí para su repentina muerte, ni los dos días anteriores, totalmente inconsciente de que la vida en un hospital va más deprisa que fuera, que las mechas se consumen más rápidamente, que vida y muerte, como el Correcaminos y el Coyote de los dibujos animados, celebran carreras enloquecidas por los asépticos pasillos, esquivando, frenéticas y excitadísimas, a las enfermeras y a los visitantes, derrapando y jodiéndonos la vida.
La primera corona que perdemos, y tal vez la única imposible de recuperar, es la de la juventud; la de la infancia no cuenta porque de niños no somos conscientes del increíble botín de energía, fuerza, belleza, libertad y candor que al cabo de unos años será nuestro, y que los más suertudos dilapidaremos sin medida.
Nunca me había fijado en lo parecidas que son las carnicerías a los hospitales,
–¡Qué viejos somos ya!, ¿no? Imagínate lo que será dentro de veinte años más. Ahora sólo estamos empezando a practicar la vejez, ...
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