viernes, 1 de julio de 2016

¡Escucha hombrecillo!, de Wilhelm Reich

Libro correspondiente a la decimosexta edición del club de lectura de ALQS2D relativa a la segundo trimestre de 2016. Wilhelm Reich fue un médico psiquiatra y psicoanalista austríaco de origen judío nacido en 1897 que se nacionalizó estadounidense y murió en 1957 de un ataque al corazón estando encarcelado en Pensilvania. Combatió en la Primera Guerra Mundial Muy polifacético, discípulo de Sigmund Freud en la Sociedad Psicoanalítica de Viena, se apartó de sus enseñanzas para acometer teorías propias. Fue también filósofo, inventor y escritor, y sus opiniones siempre radicales provocaron entre sus contemporáneos opiniones contrapuestas entre considerarle un visionario revolucionario o un loco con ideas delirantes. Autor con una extensa bibliografía, por su afiliación al partido comunista austríaco muchas de sus obras se consideraron politizadas. Por mencionar algunas citaremos «Más allá del principio del placer (1920)», «La revolución sexual» o «Psicología de masas del fascismo (1933)».

Se incluye un subtítulo en la portada que reza «Discurso sobre la mediocridad». Plasmar una sinopsis del libro es tarea ardua ya que se trata de un bombardeo de ideas, a modo de regañina directa y continuada, que el autor lanza al lector sobre diferentes aspectos de la vida personal y social para ponerle frente a una mediocridad existencial que le hace comportarse de manera hipócrita ante los mandatos de los dirigentes políticos o empresariales que buscan anular su personalidad. El escritor toma conciencia de la realidad en la que vive, ilusoria y pura ironía y mezquindad, y transmite su creciente angustia a las páginas de este libro al observar la degradación de la persona y por extensión de la sociedad. En todo momento mantiene la idea de que está en nuestras decisiones el hacer algo para salir de esta situación y vivir una vida plena, al menos en el plano espiritual aunque no sea posible en el plano material. La frase «Pequeño Hombrecito» se repite machaconamente, una y otra vez, hasta hacer mella en la conciencia del lector que como todas las personas que habitamos este mundo, cuenta con sus dosis de alegría o sufrimiento, según las épocas y los contextos.

Una cosa hay que reconocerle al autor y es su valentía al escribir este pequeño libro, tan solo 27.858 vocablos, en una época, 1945, en que la sociedad estaba convulsa con motivo de la Segunda Guerra Mundial que añadió altas cotas de sufrimiento a las ya de por si existentes en el mundo. En cierto modo destaca la capacidad de actuar de forma «borreguil» que tenemos las personas engañados por los poderes a los que hemos encumbrado y que anulan nuestra capacidad de pensar y actuar. Una reflexión profunda que invita al lector a plantearse los dardos que el autor lanza en cada línea, como he dicho, en un repetitivo bombardeo de preguntas y afirmaciones que a pesar del tiempo transcurrido desde la publicación del libro siguen todavía vigentes y muchas de ellas en mayor medida, no tanto por su contenido sino porque se supone que socialmente estamos más preparados y con más capacidad de pensar y razonar por nosotros mismos y no caer en las redes, aunque esto es pura teoría y más en estos días en España tras las recientes elecciones del domingo pasado, 26 de junio de 2016. Por lo menos a muchos les quedará o nos quedará el consuelo de ser los dueños de nuestro propio mundo interior y poderle mantener en orden aunque tengamos que transitar por una sociedad que se preocupa más de desorientarnos y desestabilizarnos que de fomentar la estabilidad y el crecimiento de las personas en sociedad. Un libro duro de leer, descorazonador y que nos pondrá frente a frente a nuestra realidad y nos hará tomar nota de la responsabilidad que nos corresponde y que según el autor nos empecinamos en obviar.

1 comentario:

  1. Anoche terminé la lectura del libro y tengo que reconocer que unas cuantas veces en las que el autor se dirige al pequeño hombrecillo me he sentido parte de ese personaje, esa es la grandeza que le otorgo, una obra escrita en una época compleja pero que las ideas se mantienen en el tiempo.

    ResponderEliminar

opiniones