viernes, 10 de febrero de 2017

Operación Navidad, saga INSPECTOR DISASTER 01, de Carmen Fernández

Carmen, Carmela, Fernández es gallega y traductora de portugués, inglés y francés. Su bautizo oficial en el mundo de las lenguas coincidió con la coronación del Rey Juan Carlos, por lo que se atrevería a decir que 1975 fue un año clave en la vida de ambos. Lo de escribir le viene de más lejos: Rosalía de Castro fue la culpable. Y es que la poetisa gallega despertaba entre los aprendices de literatas de entonces casi el mismo furor que Elrubius entre los aprendices de Youtuber de ahora.

Cumplía además, a su juicio, los criterios indispensables para seguir la estela de la fecunda escritora: el amor por el gallego (del que, a decir verdad, poco sabía), un profundísimo sentimiento de incomprensión y gran dosis de morriña, acrecentada por un úlcera pertinaz que la mantenía postrada la mayor parte del curso escolar. Con tan buenos mimbres, lo de escribir bien o no poco importaba para tejer una bella cesta.

Fruto de esa época fueron algunos excelentes poemas, como el dedicado a una perrilla que la abandonó demasiado pronto. Su primera estrofa decía así:
«Toxiña dos Toxeiros
Filla de meu corazón
Eu quérote
Eu ámote
Más no sei porque
doute amor».
Su pasión por la poesía fue desvaneciéndose a medida que sanaba su úlcera, lo que, a la vista del versito anterior, fue una gran suerte para todos. Colgó y retomó repetida y sucesivamente la pluma, el bolígrafo, la Olivetti y el ordenador —por este orden— al albur de su ardor creativo y emocional. Y dejó muchos proyectos a medio acabar en el camino. Hoy sigue traduciendo la obra de otros a la espera de que un día sean otros los que traduzcan la suya. (Texto facilitado por la propia autora).

Podemos ver todo lo relativo a este libro y otros proyectos en la página web del Inspector Disaster, de donde se puede descargar de forma gratuita en varios formatos. También encontraremos magníficas lecturas cortas y complementarias en su blog.

Difícil hacer una sipnosis de este primer libro de la serie tras su lectura. Alguien ha robado los juguetes que estaban preparados y dispuestos para que los Reyes Magos y afines hicieran felices a niños y mayores en Navidad y el Inspector Disaster, Maxi Disaster, se hace cargo de la investigación, en la que incorporará un sinfín de personajes entre los que podemos citar a Pocholete con su fiel perro pelotas, Peinaíto, Melacojo, Elfonso, Malatesti, Marta-Mari, Tecomo Toita o «La niña mora de Groenlandia», que discurrirán por los más variados encuadres de la geografía nacional y extranjera como los sótanos de la Puerta del Sol de Madrid, una Plaza de toros, una residencia de ancianos, el polígono industrial del Cobo Calleja, Puerto Madero, el barco Titánicus e incluso Buenos Aires, en pos de localizar y recuperar el cargamento. Situaciones variopintas en las que el «prota» y una pléyade de compinches y amigos desarrollan un sinfín de ideas y acciones que cuando menos sorprenderán por su ingenio, a veces desmesurado, al lector. Al final, solucionado el entuerto, otra aventura espera al inspector: «Un tal señor Pérez requiere con máxima urgencia mi colaboración para investigar un inexplicable robo en el depósito internacional de dientes de leche ».

Aunque por la portada y las ilustraciones interiores de Pablo Matera podría parecer que está dedicado a niños o adolescentes, no me atrevería yo a afirmarlo categóricamente. La acción también lo corrobora pero el lenguaje empleado por la autora dista mucho de ser entendible por un público juvenil, al contener giros y vocablos que ponen el español a una gran altura. Acciones sencillas son descritas con una riqueza de vocabulario que cuando menos extraña al lector por encontrárselo en una obra de estas características. A medida que se avanza en la lectura se van encadenando situaciones hilarantes que rayan lo esperpéntico en sus personajes y las actuaciones de estos, con unas descripciones de las cuáles el siguiente párrafo es un ejemplo de las muchas que nos podemos encontrar:
«No creo pecar de exagerado si hablo de rotundo éxito a pesar de las dificultades propias de tamaño operativo, y más aún de las exógenas, harto reseñables dada la diversidad idiosincrática de los participantes y su falta de empatía por no hablar de abierta hostilidad.
Si conseguimos abstraernos de la verosimilitud de los hechos, podremos disfrutar con las ocurrencias de los personajes y el rico lenguaje empleado por la autora. Un libro difícil de recomendar, destinado a un público especial, de ese que recurriendo a un símil puede disfrutar en películas de Woody Allen que considere un tostón dedicando su atención a planos, encuadres y aspectos que pudieran parecer secundarios. Cortito, algo menos de treinta mil vocablos, que se leen de carrerilla, aunque muchos estarán tentados de abandonar a la primera de cambio si la historia no les «cuadra» y no la encuentran entretenida, divertida o cuando menos ocurrente. En resumen, un libro especial que tiene sin duda sus resplandores, de diferentes tipos, pero que no todos los lectores presumo sabrán encontrar.

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