sábado, 3 de noviembre de 2018

Pura vida, de José María Mendiluce

José María Mendiluce fue un escritor, político y articulista español nacido en Madrid en 1951. Desde su época estudiantil se declaró un comprometido antifranquista por lo que fue detenido en varias ocasiones y pasó algunos años en la clandestinidad. Tras la transición, trabajó en organismos internacionales como la ONU y ACNUR en proyectos de cooperación en diversos países del mundo, entre ellos en la región centroamericana. Llegó a formar parte del Parlamento Europeo y en los albores del siglo XXI fue candidato de «Los Verdes» a la alcaldía de Madrid, momento en el cual declaró públicamente su condición homosexual. En su faceta como escritor tiene varios libros tales como «El amor armado (1996)», «Con rabia y esperanza (1997)», «Tiempo de rebeldes (1998)», «Pura vida, (1998) que fue finalista del Premio Planeta, «El amor armado (1999)», «Por la tercera izquierda (2000), «Luanda, 1936 (2001)» y «La sonrisa de Ariadna (2005)». Falleció en noviembre de 2005 por una enfermedad degenerativa ósea. 

Ariadna, una joven barcelonesa de 27 años que trabaja en la ONU en Nueva York está aburrida de su vida monótona de oficinista y de su convencional novio Tom y sus eventos familiares. Decide cambiar de aires pidiendo una asignación por tres meses en Costa Rica, aunque con la posibilidad de prolongar por dos años, asunto que subyace de entrada en sus planteamientos. Su escaso y burocrático nuevo trabajo la permite conocer nuevos amigos y comenzar una desenfrenada vida social, donde los excesos de todo tipo se convierten en diarios. En una excursión con una amiga a Puerto Viejo, un pueblecito idílico de la costa caribeña, conocerá al «divino» Jonás, un mulato que llama la atención, con el que entrará en una espiral de desenfreno de la que solo puede escapar asustada por dos hechos que no podemos desvelar aquí. Ambos hechos tendrán soluciones distintas que la harán recapacitar y volver por un tiempo a Barcelona a su vida familiar de siempre con su madre. Jonás no la olvida y se meterá en líos de narcotráfico para volver a su lado en España. Y el desenlace de la historia no se puede contar y tendrá que descubrirla el lector interesado.

«Ésta es una historia de amor. Pero no del amor que hace languidecer a los amantes frente a una puesta de sol. Ésta es una historia de pasiones arrolladoras y violentas, de placeres apurados hasta la última gota. Ésta es una historia de amor en un lugar del mundo donde la vida no respeta ninguna regla. Una historia sobre vidas en estado puro».

Este librito de 320 páginas y 68.000 vocablos se lee de un tirón embrujado el lector por el desarrollo de los hechos y las descripciones de paisajes y personas de Centroamérica. La figura de Ariadna será una pura controversia entre una joven adelantada a su tiempo que se desata al sol y el calor del Caribe dejándose llevar por las emociones intensas hasta puntos insospechados que al final pueden parecen un poco forzados, pero perfectamente verosímiles. Quizá los planteamientos iniciales sean un poco aburridos para el lector, especialmente si este es masculino, pero enseguida la espiral de emociones vendrá a su encuentro. El autor no se anda con alharacas para llenar páginas, sino que va avanzando rápido en la historia pasando de unas situaciones a otras con celeridad basado en un lenguaje sencillo y atractivo. El viaje interior de Ariadna desde su acomodado puesto en una oficina hasta su situación final no deja de desvelar una buena fabulación de la historia por parte del autor. Yo no veo a la novela tanta enjundia como para ser finalista de un premio como el Planeta, pero era otra época y ya se sabe lo que pasa con esto de los premios literarios, que sus entresijos son difíciles de entender por los lectores de a pie.


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