sábado, 4 de mayo de 2019

Identidades asesinas, de Amin Maalouf

Amin Maalouf nació en 1949 en Beirut, Líbano, en el seno de una familia con arraigada tradición cultural. Estudió sociología y economía en una universidad francesa de Beirut y a los 22 años inició su trabajo como articulista en un periódico de su país, para el que fue corresponsal de guerra en el extranjero. Ahí inició el conocimiento de otras culturas hasta que emigra a París con su familia por la situación social que abocó a una guerra civil. Trabajando como periodista en Francia, comienza a escribir siendo su primer libro «Las Cruzadas vistas por los árabes» en 1983. En la actualidad tiene su residencia en París, pero es un incansable viajero. Sus numerosos libros y escritos, ensayos y novela histórica, destilan un profundo humanismo con respeto y tolerancia hacia todos los pueblos, culturas y religiones. Referenciamos su «León el africano» reseñado en el blog en este enlace. Por citar algunas de sus obras, «Un sillón que mira al Sena», «El desajuste del Mundo», «Los jardines de la luz» y este ensayo que comentamos hoy, «Identidades asesinas», del que hay que resaltar, dado su contenido que engarza con una inquietante actualidad, el hecho de estar publicado en 1998, hace 21 años. Entre sus numerosos premios, destacaremos el Goncourt obtenido en 1993 por su libro «La roca de Tanios» y el Príncipe de Asturias de las Letras en 2010.
La tarea que me he impuesto es infinitamente más modesta: tratar de comprender por qué tanta gente comete hoy crímenes en nombre de su identidad religiosa, étnica, nacional o de otra naturaleza.
El autor reflexiona sobre la locura que ha anidado en el cerebro de los humanos y que los lleva a enfrentamientos violentos por cuestiones tales como etnias, nacionalidades, lenguas o religiones. En lugar de cooperar para crecer, la humanidad se afana en distanciarse de y eliminar al otro. La vida del autor, desarrollada entre lo que se conoce hoy como Oriente y Occidente le da pie a reflexionar profundamente sobre la construcción de la «identidad» de las personas y cómo influye el que prepondere una lengua, una religión o un país de residencia para cambiar la mentalidad de las personas y sus relaciones con los otros. Cuando se le pregunta a Amin Maalouf si se siente más libanés o más francés, su respuesta es que por igual: «Lo que me hace ser yo mismo y no otro -escribe- es que estoy a caballo entre dos países, entre dos o tres lenguas, entre varias tradiciones culturales. Ésa es mi identidad».
Ya no basta con separar la Iglesia del Estado; igualmente importante sería separar la religión de la identidad.

No sueño con un mundo en el que ya no hubiera sitio para la religión, sino con un mundo en el que la necesidad de espiritualidad estuviera disociada de la necesidad de pertenecer a algo.
El Mundo ha cambiado profundamente desde 1998, fecha en que se publicó el libro. El ataque a las Torres Gemelas en 2001 fue un detonante derivado de guerras y acciones militares que han generado una desestabilización mundial de grandes proporciones. En un momento de la vida, la religión de una persona —católica, protestante, judía, musulmana, budista… e incluso ninguna— es única, pero la nacionalidad o la lengua pueden ser varias e incluso ir cambiando a lo largo del tiempo y de las vicisitudes que rodeen la vida de las personas. Lo ideal sería conformar la identidad como una suma de todas estas características y no resumirse en una sola de ellas. Los movimientos de personas, migraciones, conllevan cuestiones como la integración en las sociedades de destino que no son fáciles y vemos como siguen siendo un problema pendiente varias generaciones después. Según el autor, el saberse y sentirse humano debería prevalecer por encima de todas estas consideraciones que no serían sino aditamentos positivos de cada uno. La lectura de este pequeño pero denso libro es un canto a la tolerancia, una invitación a reflexionar sobre estas importantes cuestiones que son la base de procesos indeseables con efectos detonantes y muy violentos. Como digo, una lectura de antropología social imprescindible hoy en día para reflexionar, dotar a todos por igual de dignidad y serenizar las relaciones entre humanos, construyendo el Mundo como la Patria de todos.
¿Por qué la evolución ha sido tan positiva en Occidente y tan decepcionante en el mundo musulmán? Sí, preciso e insisto: ¿por qué el Occidente cristiano, que tiene una larga tradición de intolerancia, que siempre ha tenido dificultad en coexistir con "el Otro", ha sabido engendrar sociedades que respetan la libertad de expresión mientras que el mundo musulmán, que durante tanto tiempo ha practicado la coexistencia, se nos presenta hoy como un baluarte del fanatismo?




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