Emotiva historia contada desde el punto de vista de un joven-niño de quince años, Christopher, que aunque no se menciona explícitamente, padece síndrome de Asperger, una patología con algunos síntomas concurrentes con el espectro autista. Christopher , que vive en la localidad inglesa de Swindon con su padre creyendo que su madre ha muerto, tiene una vida muy estereotipada, con unas costumbres muy fijas y basado en unos cuantos iconos y planteamientos que hacen que su existencia sea llevadera de una forma cuasi independiente. Un día aparece muerto el perro de una vecina siendo descubierto por él, lo que origina una serie de peripecias que son la base para el posterior desarrollo de la novela, en la que Christopher nos va contando en primera persona cómo ve el mundo y las muletillas que tiene para poder desenvolverse en él. El intento de averiguar quién es el asesino del perro, cuestión que al final le sorprende y la narración de sus pesquisas en forma de libro son fuente de actividad y relaciones para el protagonista a la vez que base de problemas para su padre y sus vecinos, llegando a intervenir incluso la policía. SU padre descubre el libro y las notas y lo tira a la basura, pero cuando Christopher trata de encontrarlo en el cubo, no lo consigue, encontrándolo en un armario de la habitación de su padre junto a unas cartas que le brindan un descubrimiento impactante que trastoca su vida, le hace huir de casa, ponerse en marcha hacia Londres en tren y pasar por numerosas peripecias entre las que está a punto de ser localizado por la policía. Ayudado por unos y otros y venciendo a duras penas sus miedos, logra llegar a su destino, donde es fuente de nuevos conflictos. Al final vuelve a su casa en condiciones diferentes que no desvelaré para no quitar intriga a este estupendo, entrañable y humano relato.
Las emociones están a flor de piel durante todo el libro incluso para los que nos consideramos “normales” y pone en jaque la cuestión de contar “mentiras piadosas” a otros en aras de lo que nosotros creemos que es su bien, pero que pueden ser descubiertas y generar una situación de profunda indefensión. Detalles que llaman la atención son que nunca dice mentiras, le cuesta lidiar con las metáforas, no puede estar en lugares públicos o con mucha gente o los problemas matemáticos que se plantea y resuelve, como por ejemplo calcular números primos hacer potencias de dos y de tres mientras se relaja. Le gustan la lógica, la física, las matemáticas y, en definitiva, todo aquello que pueda ser explicado, demostrado o deducido. La narración está compuesta de sucesos de lo más normal para nosotros pero especiales para él y mantiene un tono de sorpresa constante enlazando unas historias con otras de manera natural.
Primera novela de este autor, un guionista de televisión, es un relato fresco, original, divertido y profundo desde su sencillez y sus planteamientos que nos acerca al mundo de los autistas. Se lee de un tirón en un rato y quizá en algunos momentos sea repetitivo y machacón como repetitivos y machacones son los pensamientos de una personalidad de estas características, que repiten una y otra vez sus triquiñuelas para simplificar y minimizar el impacto que la sociedad “normal” tiene en sus vidas. Un libro que nunca nos arrepentiremos de haber leído y que nos devuelve mucho por el poco tiempo que hay que invertir en su lectura.
Le colé entre mi (cada vez más grande) lista de pendientes y me ha encantado.
ResponderEliminarCurioso ver las cosas desde otro punto de vista.
Gracias