martes, 21 de febrero de 2012

El misterio de la cripta embrujada, Eduardo Mendoza

Me he acercado en varias ocasiones a la obra de este autor, de larga trayectoria desde su primera novela publicada en 1975 y que tuvo que cambiar de nombre por problemas con la censura. Me gustó mucho “La Ciudad de los prodigios” y no tanto pero también “Riña de Gatos”, más que nada por su ambientación en la ciudad de Madrid que adolece de servir escenarios a las novelas. Este libro que nos ocupa hoy, “El Misterio de la Cripta Embrujada” es de su primera época, publicado en 1979 mientras residía en Nueva York. Fue un libro escrito de forma rápida y en el cual no tenía puestas muchas esperanzas, según palabras del propio autor que lo envió al editor autorizándole a tirarlo a la papelera si no le satisfacía y le consideraba apto para ser editado.

Se ha producido una enigmática desaparición de una niña en el colegio de las madres lazaristas de San Gervasio. Como quiera que no es la primera vez que ocurre, ya que otra tuvo lugar seis años antes si bien con la reaparición de la niña sin saber dónde había estado los días que faltó del colegio, el casposo comisario de policía Flores, con la anuencia de la madre superiora del colegio, tiene la ocurrencia de encargar la investigación al protagonista de la novela, un individuo de dudosas capacidades para la vida en sociedad y que se encuentra recluido en un manicomio por sus andanzas. Espoleado al ponerse su libertad en juego, irá circulando por las más esperpénticas y estrambóticas situaciones que uno pueda imaginar en pos de la verdad sobre lo ocurrido. No solo la gente pudiente sino la clase baja son objeto de sus acercamientos sibilinos, y en algunos casos poco creíbles, hasta dar con la verdad sobre lo ocurrido, poniendo al descubierto una intrincada farsa de un prohombre de la ciudad, padre de la niña que desapareció la primera vez.

Sin ser una cosa del otro mundo, tengo que reconocer que provoca más de una sonrisa y uno acaba enganchado por la trama, basada en un lenguaje curioso que requiere frecuentes consultas al diccionario para matizar significados concretos. El personaje del protagonista, del que no llegamos a saber ni el nombre, es todo un carácter que sería, salvando las distancias, como la actualización a finales del siglo XX de un pícaro como el Lazarillo de Tormes. Ocurrente, dicharachero, tiene verdades y mentiras para aplicar a todas las situaciones y hacer que los demás le sigan su juego aún a sabiendas de que es un mentiroso y un impostor. Sátira de la sociedad y sus clases de los años setenta, podemos pasar un buen y entretenido rato con su lectura sin demasiadas pretensiones. Para desengrasar de otras lecturas más densas y profundas.

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