Hace ya tiempo que este libro se encuentra entre los de busca y captura de la biblioteca Alqs2d. Y tendrá que seguir ya que la edición localizada ha sido en papel en una biblioteca. Es un libro cuyo contenido me ha sorprendido quizá porque me he acercado a él sin saber lo que me iba a encontrar. Muy muy técnico, con multitud de reseñas a autores, informáticos, psicólogos, pensadores, etc. En suma, una gran recopilación de información que el autor pone a nuestra disposición por si no logra convencernos del argumento que forma el hilo conductual de su exposición: los cambios que se están produciendo en nuestros cerebros a raíz de las nuevas tecnologías que cada vez usamos más.
Decir Internet es una forma de simplificar lo que supone el mundo de los ordenadores que nos rodea y en el cual Internet es una parte fundamental pero
no el todo. Nuestro cerebro dispone de una plasticidad importante, sus componentes celulares no son rígidos y es capaz de adaptarse, a base de experiencia, constancia, aprendizaje y necesidad, a cualquier uso que le demos. Y cuando este uso es continuado y constante en el tiempo, nuestras conexiones neuronales, nuestras sinapsis, cambiarán para ejecutar los nuevos procesos de manera más efectiva, eficaz y eficiente. Un ejemplo propuesto por el autor y que no está lejano en el tiempo: no es lo mismo para un escritor plasmar sus ideas en un documento manuscrito, en una máquina de escribir o en un moderno procesador de textos. La celeridad a la que debe, o puede, desarrollar sus ideas es absolutamente diferente en cada uno de los tres casos simplemente por la velocidad que se tarda en transferirlos a lenguaje escrito.
Aunque vemos mucho, leemos mucho y oímos mucho, lo hacemos de manera superficial, de ahí el título del libro. Muchos de nosotros lo hemos experimentado ya. “Hiperconectados”, pasamos por encima de vídeos, canciones, programas de radio o textos para detectar si nos interesan. Y muchas veces cuando decidimos que nos interesa, lo guardamos en nuestros discos duros, nuestra “memoria extendida actual”, para procesarlo más tarde o simplemente tenerlo a mano para el futuro. No tenemos necesidad de memorizarlo, simplemente de saber dónde acudir si nos hace falta, que generalmente no lo será, pues ya pone a la red a nuestro servicio buscadores potentes que nos brindan la información en segundos y más actualizada.
El apéndice final recopilatorio de notas de referencias, que ocupa treinta y cinco páginas en la edición impresa y las lecturas sugeridas son una fuente inagotable de pistas para el curioso lector que intente profundizar en la plasticidad cerebral, la historia del libro, la mente del lector, mapas y cartografía, relojes, historia intelectual de la tecnología, ordenadores, internet e inteligencia artificial. Una joya en estos tiempos que corren, en que lo digital puede llegar a convertirse en una de las llamadas drogas sin sustancia a la que muchos pueden engancharse, poco a poco, sin darse cuenta, si es que no lo están ya.
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