sábado, 3 de noviembre de 2012

Las Golondrinas de Montecassino, Helena Janeczek

Narrativa periodística que novela
un episodio conflictivo de la 2ª guerra Mundial
a las puertas de la abadía benedictina de Montecassino.
PUNTUACIÓN 3/5
Montecassino significó una de las batallas y episodios de la 2ª Guerra Mundial, más estudiados y controvertidos.
Su situación geográfica, el valor histórico, artístico y emblemático de la abadía, sumada a la politización del enclave durante el conflicto bélico, en un debate sobre la necesidad de atacar y dirigir el avance aliado por la abadía o por una ruta alternativa, erigió al secular monasterio en una zona de contienda escarpada, compleja y excesivamente luctuosa. Los alemanes, además, utilizaron como propaganda ideológica el ataque de las tropas aliadas contra el edificio benedictino como una bárbara demostración de la devastación del mando conjunto de naciones .
La escritora de esta peculiar novela, Helena Janeczeck, en el libro, prodiga un estilo de múltiples narradores, que puede encuadrarse en una miscelánea de periodismo narrativo y ficción, género cada día más utilizado y requerido por escritores y lectores, donde aborda la batalla  de Montecassino, como epicentro de una temática más compleja e incómoda.
La escritora utiliza este escenario bélico, para narrar, desde un prisma, a la vez literario y periodístico, el tema de las minorías, de las étnicas, de las religiones y de las naciones marginales, que contribuyeron, derramando la sangre de  compatriotas, a combatir la amenaza del nazismo. Polacos, Neozelandeses, judíos, nepalíes, hindúes, senegaleses, magrebíes, colaboraron, en esta batalla, como en muchas otras, al éxito de la victoria final, con numerosas tumbas cavadas en cementerios de insignificantes pueblos olvidados de toda Europa, y con miles de heridos estigmatizados de por vida por las secuelas de las guerra. Todos ellos sin recompensa histórica e institucional por su valentía.
La originalidad literaria, consiste en hacerlo desde el enfoque de narradores distintos, algunos, reales, como la propia escritora en su proceso de investigación de la batalla y de sus propios familiares contendientes, y, otros, personajes imaginarios. De esta forman, novela el conflicto desde la ambigüedad literaria de la realidad histórica y de la ficción.- El libro huye de la mención de las grandes cifras, centrando la narración y el estudio del argumento desde escasos pero emblemáticos personajes reales y ficcionados.
La novela, a la vez, narra y biografía, según los casos, a estos hombres, incidiendo en su pasado, pero plasmado desde el presente, la semblanza y homenaje que de ellos hacen, sus nietos, sus hijos y sus familiares, rescatando recuerdos, escritos, cartas, memorias, biografías, de los momentos anteriores, previos, simultáneos y posteriores a la batalla de que toma el título la novela.
El corolario de la obra es contundente y amargo. Una denuncia radical y emotiva sobre el mérito, el arrojo, el heroísmo derrochado y las miles de vidas humanas de la minorías citadas sacrificadas en esa contienda, y que con impudor, los grandes libros de historia contemporánea han eclipsado y omitido, quizás premeditadamente, desvirtuando su transcendente y costosa intervención en vidas humanas en la 2ª Guerra Mundial.,
Pero no se limita a novelar esta batalla.- El relato extiende, con profusión, al tema de la diáspora y selectiva dispersión con que, tanto alemanes como soviéticos, masacraron a los oficiales, universitarios y élite intelectual de la nación polaca.
Este sistemático empeño en exterminar las bases intelectuales y logísticas de la nación polaca, generó un gobierno en el exilio descapitalizado de militares de valía y de cerebros que promovieran con eficacia la liberación del país. Estos, como se novela en el libro, quedaron diseminados y desaparecidos en campos de concentración por todo el territorio soviético, con la participación del nazismo alemán y la connivencia de la indolente y deplorable actuación de los países aliados.
 De hecho, un dato histórico sintetiza la inicuidad de la batal, las tropas polacas fueron las primeras en entrar en la abadía de Montecassino, y en el desfile final de la victoria, por imposición soviética, se le prohibió desfilar con el resto de tropas aliadas.
El libro procura enlazar pasado y presente, contar el sangriento pretérito, desde la perspectiva contemporánea de personajes vinculados con lazos de parentesco, que viajan al lugar de la tragedia en una mezcolanza de ayer y hoy, de muertos y vivos, de héroes y de buscadores de la verdad histórica y de la reivindicación de la memoria de los participantes en el conflicto.
De todos los personajes de ficción me quedo con el recuerdo de Charles Mauri Hira, maorí que desde la lejana Nueva Zelanda se embarca junto con miles de compatriotas hacia Europa, para luchar contra Hitler. Su nieto Rapata Sulliva viaja hasta el cementerio de la Commonwealt a rendir homenaje a un abuelo, que además hizo de padre, educador, y allí se encuentra con los supervivientes de la batalla y excompañeros de contienda de su abuelo, con los comparte borrachera, recuerdos y amistad en un pequeño pueblo italiano.
Pero la novela tiene un desequilibrio argumental en los capítulos evidente, pues el más extenso, el que cuenta la narración de dos jóvenes  reivindicando la memoria de los desaparecidos polacos a las puertas del cementerio, se hace pesado, inacabable  y pone a prueba la capacidad de aguante del lector, contándonos una yuxtapuesta historia de adolescentes tediosa y descontextualizada, que dispersa el interés y el foco narrativo. Afortunadamente, superado este insoportable paréntesis, la tensión narrativa resurge tan trepidante como al inicio y finaliza la novela sin esfuerzo y deleite, pero con la resaca de este lastre.

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