viernes, 4 de enero de 2013

Contra el viento del norte (EMMI y LEO 01) Daniel Glattauer

Ya no es muy frecuente ver en el transporte público, en el metro, lectores de libros convencionales en papel, pero esta tarde en la vuelta a casa he visto a una señorita con uno, y además sin forrar, lo que me ha permitido curiosear el título: “Cada siete olas”. Una vez en casa, una consulta a donde se consulta todo hoy en día me ha permitido saber de un autor desconocido para mí y también que era la continuación del libro objeto de este comentario. Unas cuantas críticas positivas y el tamaño me han animado a interrumpir mi lectura actual y poner ojos a la lectura e iniciar este. Solo decir que me lo he merendado de una sentada en el sentido literal de la palabra, por el horario, en dos horas y veintitrés minutos, casi sin respirar. Publicado en 2006 y premiado con el German Book Prize, ha sido traducido a una cuarentena de idiomas. No se sabe muy bien el sentido del título pero parece que es un guiño del autor al más fuerte y frío de los vientos que es capaz de inquietarnos hasta obnubilarnos la razón y dominarnos por completo, incluso en nuestras pasiones a pesar de la frialdad.

Leo Leike es un profesor universitario de psicología del lenguaje que vive solo y Emmi Rothner es una mujer “felizmente casada” –con comillas- con Bernard, mucho mayor que ella y con dos hijos “aportados por su marido lo que le evitó los embarazos”. Por error, Leo recibe varios correos electrónicos de Emmi queriendo cancelar una suscripción a una revista local que curiosamente tiene como título de portada el mismo apellido de Leo con una letra bailada, lo que propicia el error, que es advertido por el propio Leo a vuelta de correo. Pasan los meses y Leo vuelve a recibir un correo de Emmi felicitándole la Navidad, lo que propicia un nuevo encuentro electrónico que se mantendrá en el tiempo, de manera intensa por momentos y con períodos de inactividad en los que ambos se dan cuenta que no pueden vivir sin los mensajes electrónicos del otro. Mensajes de todo tipo, con la osadía que da el anonimato y la distancia. Pero pasa el tiempo y surge una necesidad imperiosa de conocerse, de tocarse, de olerse: “¿Es posible enamorarse de alguien a quién no se ha visto, no se ha tocado, no se ha oído, no se ha olido”? Una cita a ciegas sin contacto en una multitudinaria cafetería durante dos horas permiten un juego de “te-he-visto/no-te-he-visto” a partir de los pocos o ningún dato que tienen del físico uno de otro. Llegan a dejarse un mensaje en el contestador uno al otro para oírse la voz y especular más y más sobre lo divino y lo humano. Emmi fuerza el encuentro de una amiga suya con Leo y luego se arrepiente de ello por el buen camino que toman las relaciones y que ambos ocultan a Emmi que se desvive por conocer los pormenores. Un buen día Leo recibe un correo del marido de Emmi. En él le pide, le autoriza y le implora que conozca personalmente a Emmi. No tiene desperdicio este correo donde de alguna manera el marido de Emmi admite que no puede competir con un fantasma y quiere luchar por su esposa en igualdad de condiciones, no con un “ente electrónico” que está sacando de quicio a su mujer, ya no sabe si tan “felizmente casada” con él. Todo lo que se ha dicho en la distancia, electrónicamente guardado y por tanto relegible… ¿Cómo se utiliza en un encuentro real? Leo y Emmi, a fuerza de confesarse sus miedos y sus anhelos, se nos antojan reales y se nos hacen entrañables. Un final remata la faena de forma ingeniosa dejando abierta la segunda parte al mismo tiempo que abre las ganas de una segunda lectura más detenida de este.

Antes de plasmar mi opinión personal, algunas frases entresacadas:

Querido Leo: Hay un problema: si me reconoces, sabrás como soy; y si te reconozco, sabré como eres. Tu no quieres saber como soy y yo temo que no me gustes ¿Será el final de nuestra fascinante historia?

¿Qué como continuamos? Hay exactamente tres posibilidades. Seguir como hasta ahora, dejarlo, quedar.

“¿Es posible hacer que ocho años de vida familiar se conviertan en un misterio excitante?”

“No creo que sea una buena idea. La tengo pequeña y atrofiada. En un primer encuentro posiblemente no funcione, o lo que es peor, funcione demasiado deprisa, lo que nos dejaría insatisfechos a ambos”.

“Y bien: “¿adonde le dirás a tu marido que vas esta noche?”.”¿Es que no puedes dejarlo de una vez, Leo?” Le diré:” Voy a encontrarme con un amigo”. El preguntará.” ¿Le conozco?”. Yo le responderé:” Creo que no, no te he contado casi nada de él”. Y añadiré: “Tenemos mucho de que hablar, es posible que se haga tarde”. El dirá: “Que te diviertas”.


Supongo que el habérmela leído de una sentada sería incompatible con manifestar que no me ha gustado. Un relato fresco, gracioso, muy de actualidad en sus planteamientos y verosímil, muy verosímil, pues no pocas relaciones de este tipo se mantienen hoy en la red, permitiendo a dos personas anónimas compartir sentimientos y sirviendo como válvulas de escape a su vida real, en relaciones clandestinas que se mantienen en el tiempo por medios electrónicos. ¿Recuerdan la película “Tienes un e-mail”? Los lazos electrónicos son fuertes aunque no existan, pudiéndose apretar mucho o desaparecer cuando se produce el contacto físico que es de un tipo especial si se trata de un hombre y una mujer precisamente por que puede surgir el componente erótico. La insatisfacción de ambos, especialmente de ella, les fuerza y les obliga al mismo tiempo a mantener esta relación clandestina especial que les aporta una pizca de vitalidad y misterio a sus anodinas vidas convencionales. Al final no se van a dormir o se levantan por la mañana sin el correo del otro. Leer entre líneas, interpretar lo que se quiere decir, da mucha vidilla al lector.

¿Cuántos lectores y lectoras se pueden ver identificados hoy en día con esta narración? Presumo que muchos. Estamos en la era de la hiper-comunicación pero también de la soledad. Un mensaje escrito puede tocar la fibra del que lo lee y desatar su imaginación, impeler a confesar intimidades protegido por la distancia y el anonimato. Las nuevas formas de comunicación permiten unas relaciones imposibles hace unos años y que pueden mantenerse largamente en el tiempo y en la distancia, aunque invariablemente surgirá la necesidad del contacto físico, de poner cara a la otra parte.

No es un libro que pudiéramos tildar de cursi o superficial sino de loco, astuto, ágil, intrigante, irónico, agudo, nada superficial, amigable, profundo en su sencillez, vital, por momentos seductor y sobre todo muy actual. La incertidumbre mantiene la tensión del lector. Los protagonistas protegen su intimidad al principio pero poco a poco van desnudándose con pequeños datos y comentarios que surgen con toda naturalidad. Hay mucho ingenio en el manejo del lenguaje y de los tiempos de distancia entre uno y otro correo que figuran al principio de cada uno, ya que la obra es en toda su extensión una sucesión de correos y contestaciones. Una versión actualizada de los clásicos románticos del siglo XIX: ¿recuerdan el nombre de pila de Madame Bovary?

Y ahora tras esta reseña, que me está llevando relativamente más tiempo que leer el libro, una auto-pregunta para responderme inmediatamente: ¿retomaré el libro que había interrumpido o me lanzaré como un poseso a devorar la continuación? Un adelanto del porqué del título de la segunda parte tomado de Internet a toda prisa:

“Dicen que siempre hay siete olas. Siete. Las seis primeras son calmas, comunes, tranquilas... pero jamás sabes lo que puedes esperar de la séptima. Arrolladora, peligrosa, capaz de volver tu mundo del revés. Te pasas la vida entera esperando esa ola, deseoso de que derribe tu puerta, con miedo a no verla y que la dejes pasar...”

4 comentarios:

  1. Muy buena crítica sobre este libro. Tanto es así que has conseguido que yo también abandone mi actual lectura para adentrarme en esta novela de la que tan bien hablas.Creo que tienes razón al comentar que se trata de un tema de plena actualidad. Si a eso le unes que se trata de un libro de lectura ágil, entretenida y adictiva, tenemos una obra totalmente recomendable para pasar un buen rato ya sea en casa o , como tú dices, en el transporte público.Gracias por tu recomendación.

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  2. Im-presionante reseña. Menos mal que era de un libro leido 'de una tacada'.
    Lo malo es que mi lista de pendientes crece tanto que siento cierto agobio y aún sin hacer mi comentario sobre 'El corazón de las tinieblas'.

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  3. Ya veo por vuestros comentarios que se nos acumula el "tajo", nos vamos a estresar de no poder leer tanto como queremos. Yo estoy ahora con el primero de una trilogía, como no, sobre Isabel la Católica. Vicio que tiene uno. Y para consuelo de navegantes mi lista de pendientes sobrepasa los setecientos cincuenta. Borro uno y apunto cuatro, y claro, así no se acaba nunca.
    Tendremos que resignarnos a leer lo que podamos leer y disfrutar del momento presente según las nuevas teorías psicológicas ....

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  4. Me piqué con este post (aunque sólo leí el principio porque no me gusta leer fragmentos, es como ver escenas de una película) y como iba a empezar un libro me animé y lo empecé. No ha sido en una sentada pero sí en tres noches y atrapa hasta el punto de no querer dejarlo aunque se te cierren los ojos. Lo cierto es que me ha dejado muy buen sabor de boca, muy tierno y con un formato muy original (no es poesía, no es lírica, pero ¿es narrativa? ¿habrá nacido un nuevo subgénero epistolar?) Me he enamorado de los personajes, probablemente porque el autor los desnuda sicológicamente por completo y de algún modo te identificas con algunas de sus circustancias.Yo no he esperado y me he puesto con la segunda parte.

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