Conozco personas, varias, que cuando les dices que el tema de un libro incluye pasajes relacionados con la Guerra Civil Española se ponen en guardia y rechazan de plano su lectura. Precisamente a estas personas les recomendaría muy vívidamente asomarse a este libro sin reticencias.
Paloma Sánchez-Garnica nació en el madrileño barrio de Prosperidad en 1962, pero a los cuatro años la familia se trasladó a Zaragoza por el trabajo de su padre como catedrático de patología de la universidad de esa ciudad. Pasaba algunos veranos en la casa de sus abuelos en Navalcarnero donde conoció al que con el tiempo sería su marido. Lectora compulsiva casi desde su infancia, comenzó estudios de Geografía e Historia que abandonó para licenciarse en Derecho, aunque con el tiempo los retomó para licenciarse también en la carrera de su primera elección. Opositora sin éxito durante algunos años, ejerció la abogacía pero enseguida se dio cuenta de que no era lo suyo y decidió dedicarse al mundo de la escritura. Su primera novela, «El gran arcano» se publicó en 2006, y tras ella vinieron otras como «La sonata del silencio», «Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido», «El alma de las piedras» o «La brisa de Oriente» además de la que comentamos en esta entrada. Más información en la página web personal de la autora en este enlace.
Ernesto Santamaría es un proyecto de
escritor que anda a la busca de un tema para su primera novela. En el Rastro
madrileño adquiere por casualidad una caja de latón que contiene unos escritos
de amor y una fotografía en blanco y negro de una pareja, Andrés y Mercedes, cuyos
nombres figuran por detrás así como estar tomada en 1936 el día que
comenzaba la Guerra Civil Española. Por datos en las cartas, localiza la
fuente que está en la fotografía y se desplaza al madrileño pueblo de Móstoles donde con mucho esfuerzo y tesón consigue contactar con personas que conocieron a la pareja y que
poco a poco y no sin reticencias le permiten ir recuperando su historia y la de otros muchos
que tuvieron relación con ellos. Las historias del pasado se van mezclando con las del
presente haciendo desfilar a una serie de personajes que con sus peculiares caracteristicas y sus relaciones con el amor, la vida y la muerte
conforman una idea de aquellos años y sus conexiones con el presente.
Llegó con tres heridas:la del amor,la de la muerte,la de la vida.
Con tres heridas viene:la de la vida,la del amor,la de la muerte.
Con tres heridas yo:la de la vida,la de la muerte,la del amor.
Miguel Hernández
La pléyade de personajes que inundan
la novela hace tarea difícil el escoger un protagonista único, y aun así
entiendo que habría serias discrepancias. Ernesto Santamaría sería el de la
historia actual y Teresa Cifuentes el de la historia pasada que enlaza con el
presente confirmando las averiguaciones que a cuentagotas ha ido realizando
Ernesto sobre la pareja de la fotografía. Escrita en un lenguaje muy fácil de
seguir, no exento de algunas palabras que requieren diccionario, el engarce de
las dos historias –la actual y la pasada—está muy logrado simulando una especie
de persecución de unos a otros dilatada en el tiempo. Destacaría, para explicar
el párrafo inicial de esta entrada, el exquisito y equidistante tratamiento
dado a los sucesos relatados ocurridos aquellos luctuosos tres años de
contienda entre hermanos, aunque para gustos habrá opiniones, pero a mi
entender la personalidad de los personajes refleja lo que ocurrió en uno y otro
bando, palabra que no es correcta dado que unos representaban al Gobierno
legítimo y otros a los sublevados contra él. Las actuaciones de los personajes
derivan en sesudas reflexiones sobre la miseria humana que sale a relucir en
una guerra, en todas las guerras, donde los miedos, las envidias y los odios se
exacerban no haciendo distingos entre familia, amigos o paisanos. Con el tiempo
uno puede llegar incluso a masacrar a quién le ha salvado la vida tiempo atrás, pues
las emociones se desatan y todo lo justifican. Por ello, insisto, el componente
histórico me parece tratado de forma delicada, reflejando hechos novelados como
pudieron ocurrir. Aquellos «meses de poca
escoba y mucha bomba», «de ese miedo paralizante inductor a la terrible
indiferencia que vació tantas memorias» dejaron marcadas las vidas de los
que sobrevivieron, porque no todo acabó con el final de la guerra, sino que
tuvo continuación por demasiados años.
Recomendable, muy recomendable. Se
lee muy fácil, quedando el lector preso de los personajes y sus historias, algunas
un poco forzadas como la familiaridad de Rosa y Ernesto o las meigas gallegas,
pero el libro garantiza un buen rato de lectura. Es el primero que leo de esta
autora pero a buen seguro no será el último.
Me relató sin ambages los horrores de los
que fue testigo en aquel verano funesto, horrores que abocaron sin remedio
hacia años aciagos, envueltos primero en una guerra fratricida, dolorosamente
prolongados después con la paz terrible, vengativa, represora, mortal: el
hambre, la miseria, material y humana, la revancha envuelta en rabia
incongruente, la envidia, la traición conformada en un profundo resarcimiento,
un odio amasado en los años de contienda, una perversa y mezquina animadversión
a todo lo que no estuviera posicionado con meridiana claridad del lado del
vencedor.
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