miércoles, 28 de febrero de 2018

Que de lejos parecen moscas, de Kike Ferrari

@KikeFerrari1 Enrique «Kike» Ferrari nació en Buenos Aires en 1972. Creció en el barrio de Almagro donde actualmente vive con su mujer y su hija. Vivió cuatro años en Estados Unidos pero en 2003 fue deportado. En la actualidad es trabajador del suburbano de la ciudad y en su faceta de escritor es conocido en varios países. Entre sus libros publicados tenemos «Operación Bukowski (2004)», «Lo que no fue (2009)» y «Entonces sólo la noche (2008)». Esta que comentamos hoy recibió en un ya lejano 2012 el Premio Memorial Silverio Cañada a la mejor ópera prima en la Semana Negra de Gijón y dos nominaciones en premios franceses. Más información en su sitio web oficial accesible en este enlace.

El señor Machi es el ejemplo perfecto del triunfador hecho así mismo desde abajo en la sociedad bonaerense. Sin escrúpulos ni remordimientos, dirige su flamante negocio con mano firme, viste buenos trajes y corbatas de seda, tontea con la cocaína y atraviesa la ciudad a bordo de su flamante vehículo negro de coste exorbitante que reclama la admiración por donde pasa. Un día cuando va de camino a casa a desayunar con su mujer tras una noche épica, pincha en la autopista y al ir a sacar el gato y la rueda de repuesto descubre un cadáver en el maletero. Además de sus muchas elucubraciones sobre los muchos posibles autores a los que Machi ha aplastado como si fueran moscas, lo prioritario es deshacerse de él, para lo que busca incesantemente un lugar apartado donde dejar el muerto, pero no es fácil. Cuando se decide descubre con sorpresa que el fiambre está sujeto firmemente al maletero con una pieza bien conocida por Machi y que utiliza en sus especiales y frecuentes escarceos sexuales. Ahora necesita una herramienta y empieza otra asfixiante búsqueda por ferreterías en las que resulte desconocido, lo que es difícil por su coche y su prestancia, que trata de ocultar. Cuando al final consigue deshacerse del muerto y llega a su casa le esperan nuevas sorpresas.

Uno se pregunta como un libro como este, que ya recibiera premios en 2012, pase desapercibido y en la actualidad renazca. Un relato vertiginoso y brutal, aderezado con ese hablar porteño que incluso escrito enamora, aunque el lector pueda cansarse en algún momento y tenga que dejar algunas palabras incomprendidas. Relativamente corto en extensión, se devora en un par de horas porque es una nueva forma muy original de hacer novela negra que despierta curiosidad por su potencialidad narrativa y la generación de imágenes vívidas que sin duda el lector irá generando a medida que avanza en su lectura. La casi coincidencia del nombre del protagonista con el nombre del presidente, Machi, da pábulo a interpretaciones variadas. Es conveniente significar el trabajo nocturno del autor en el metro de Buenos Aires que le sirve para afianzar su independencia en el mundo de la literatura. Una lectura fácilmente intercalable entre otras que dejará un buen sabor de boca aunque no se sea aficionado a la novela negra.

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