David Rooney,
inglés, nacido en 1974, escritor y conservador, entró como aprendiz a los 21
años en el Museo de Ciencias de Londres y desde entonces ha estado ligado a
tareas de conservación en museos y observatorios como el Real Observatorio de
Greenwich. Cercano en sus planteamientos museísticos al visitante popular con
el que conecta, también colabora en la gestión de tres instituciones
relacionadas con el mundo de la relojería, incluido el Clockmasters' Museum de
Londres, el museo más antiguo del mundo dedicado a los relojes y el control
horario. Su página web, en ingles
exclusivamente, puede accederse en este enlace.
… nuestra relación más íntima con el horario se ha ido formando con los
relojes que hemos encontrado en nuestros lugares de trabajo y nuestros hogares,
que hemos llevado alrededor del cuello, en el bolsillo y prendidos a nuestra
ropa…
[Sinopsis oficial de la
editorial] «Utilizaremos la historia de los relojes para analizar el
capitalismo, el intercambio de conocimientos, la construcción de los imperios y
los cambios radicales en nuestras vidas que ha provocado la industrialización.
Reflexionaremos sobre la moralidad -el bien y el mal-, así como la identidad
-quiénes somos-, todo ello intermediado por los relojes. Y abordaremos
resueltamente la vida, la muerte, la guerra y la paz. La gente utiliza relojes
para matarnos, pero con que pensáramos sencillamente en el poder que ejercen,
también podrían salvarnos.» Desde las primeras civilizaciones, en todas las
culturas la gente ha fabricado y utilizado relojes. Desde los relojes de sol
urbanos de la antigua Roma hasta los relojes de agua medievales de la China
imperial, y desde los relojes de arena que provocaron una revolución silenciosa
en la Edad Media hasta los observatorios de la Ilustración en la India, la historia
de los relojes es una historia de los mayores logros de la civilización, pero
también de sus peores excesos. Al ritmo del tictac de doce relojes de nuestro
pasado, este libro trata de mostrar cómo, durante miles de años, la hora ha
sido utilizada, politizada y convertida en un arma. Con relojes, las élites
ejercen el poder, ganan dinero, gobiernan a los ciudadanos y controlan vidas.
Y, a veces, también con relojes, la gente se defiende.
Los relojes de agua llevaban siglos haciendo este trabajo razonablemente
bien, pero, como hemos visto, tenían limitaciones prácticas. El reloj mecánico
de engranajes supuso una mejora…
Como aficionado a la
historia en general, y al mundillo del tiempo en calendarios y relojes en particular, tengo
que calificar como deslumbrante este libro. La frase del «tiempo es oro» cobra
mayor sentido. El autor demuestra un conocimiento muy profundo de la materia
como adición a su fascinación por ella unido a un «saber contar»: un cóctel
redondo. Hasta la lectura de este libro, yo tenía entendido que la unificación
horaria entre varias zonas surgió en Inglaterra en el siglo XIX para poder
controlar los horarios ferroviarios de paso por las ciudades. Aunque eso fue
una de las cosas que tuvo lugar, no fue exactamente el origen. Me han resulta
fascinantes las situaciones que surgen en torno al reloj y las consecuencias
que se han derivado, tanto políticas como económicas y sociales. Un viaje
fascinante al pasado y al futuro, una lectura deliciosa y enriquecedora,
especialmente si el asunto del tiempo y su medición es un tema que interese al
lector. Parece mentira la importancia que han tenido los relojes a lo largo de
la historia y cómo se han servido de ellos los gobernantes para «meter en
cintura» a sus súbditos. Y hoy en día, en mayor o menor medida, somos esclavos
del reloj y del tiempo y nuestras relaciones con los demás —e incluso con
nosotros mismos—- están siempre bajo el paraguas de los horarios. Otros dos libros que me han encantado sobre el
tema y que están reseñados también en este blog son «El relojero de la
Puerta del Sol», de Emilio Lara reseñado aquí y «Longitud» de Dava
Sobel reseñado aquí.
La portada dice
mucho de un libro y no entiendo la escogida para la edición española. Por ello,
me permito reproducir otras dos portadas de este mismo libro a continuación, de
ediciones inglesas
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