El pasado jueves tuve la oportunidad de asistir a la primera de dos jornadas que bajo el título de esta entrada tuvieron lugar en el Centro Cultural Galileo organizadas por el Consejo general del Libro. Siendo la primera muy interesante, como ahora comentaré, no pude asistir a la segunda, celebrada ayer viernes, que se prometía candente, luego diré por qué.
La ponencia introductoria estuvo a cargo de Javier Celaya, un buen comunicador que lleva mucho tiempo en este asunto y que ha creado un portal más que interesante ( www.dosdoce.com ) donde hay mucha y buena información sobre este mundo. En el poco tiempo del que disponía dijo cosas muy interesantes, una de ellas versaba sobre la separación del continente y el contenido, una idea ya vista en Enrique Dans. Por ello en el futuro predijo que seguirán existiendo como ahora los autores, como creadores del contenido, y los lectores, como receptores de ese contenido. Todo lo que está por medio y que afecta al continente, editoriales, libreros, distribuidoras etc. etc. está condenado a reconvertirse o desaparecer. En un futuro no muy lejano los libros estarán en una gran biblioteca en la “nube” y nuestros dispositivos enlazaran con ellos sin descargarlos y podremos seguir leyendo donde lo dejamos la vez anterior. Siempre habrá un espacio para los libros en papel cuyo continente sea especial, por su formato, su aspecto, su edición, su antigüedad, etc.
En cuanto a los libros específicos de narrativa, cuyo contenido primordial es casi 100% letra su reconversión avanza a pasos agigantados. Los estudios de mercado hablan de subidas exponenciales de lectores reconvertidos a la lectura digital.
En el posterior coloquio-mesa redonda participaron Javier Ruescas, un autor joven de 23 años (www.javierruescas.com ) Manuel Berrocal, ilustrador y escritor y Maricruz Acín, directora de la biblioteca especial para jóvenes en Zaragoza ( www.cubit.es ). El público asistente, no muy numeroso pero interesado estaba compuesto por autores, libreros, bibliotecarios, gente del mundo editorial y algún solo-lector como yo. Los problemas planteados dieron vueltas a lo mismo, la piratería, el apocalipsis del libro, el fin de los autores, etc. etc. Nada nuevo pero si alguna discusión subida de tono en la que invariablemente participaba una librera. Una de las cosas que me enteré y que no sabía es que no se puede leer a Proust en un libro electrónico en un vagón de metro. Me parece que su reconversión está difícil. Los lectores ya pueden disfrutar del mundo digital, legal o no legalmente, pero los autores andan en relaciones complejas con sus hasta ahora únicos interlocutores, los gerentes del mundo del continente.
La segunda sesión celebrada el viernes iba a ser introducida por el director de la nueva plataforma digital LIBRANDA y yo pienso que estaba más enfocada al mundo del “continente”. Seguro que hubo sus más y sus menos pero yo me lo perdí.
No he entendido lo de Proust. ¿Me he perdido algo?
ResponderEliminarImaginad que sois dueños de una librería de barrio de toda la vida, quedan pocas. Habéis sobrevividido a la incursión terrible de Amazon, FNAC, Carrefour... Ahora toca resistir un nuevo "ataque" y para eso hay que evolucionar y cambiar. ¿Ideas?
Yo creo que optaría por la especialización que me permitiera diferenciarme: por la temática de los libros, por ser un experto en los nuevos e-reader y recomendar a mis clientes el mejor dispositivo, por estar siempre al tanto de las novedades electrónicas. Está claro que algo hay que hacer.
Me temo que pocas opciones tienes, pero desde luego, además de especializarte, por que no todo el mundo pasará al dispositivo electrónico de momento, también diversificar e introducir nuevos contenidos e incluso, organizar puestos en empresas, que en estas fechas algún librero ya realiza, introduciendo elementos como libros infantiles y por que no, descarga de libros digitales, donde eres tu intermediario entre el servidor de descarga y el cliente, eliminando la necesidad de que haga la transacción electrónica.
ResponderEliminar¡Suerte en la aventura!