Este blog quiere estar dedicado a compartir experiencias en la lectura de libros, tanto electrónicos como físicos. Se inició para dar a conocer mis primeras andanzas con los e-reader pero el objetivo es disponer de información para leer 'lo mejor', y compartiendo información entre todos los que leemos, podemos conseguirlo.
domingo, 30 de septiembre de 2012
Fortunata y Jacinta, Benito Pérez Galdós
Al abrir un libro en un lector electrónico, hay varias cosas de las que no podemos tener conocimiento, tales como su volumen, forma, tamaño, letra, tipo de papel, número de páginas … todo eso no existe. Dependiendo del lector iremos tomando conciencia de algunas de ellas, el volumen por ejemplo, a medida que avancemos en su lectura. En mi caso, que contemplo un “tanto por ciento” de lectura, el ir pasando páginas y observar que el indicador “%” no progresa es sinónimo de un gran volumen, un gran tamaño. Sin duda este libro lo tiene y no solo en número de páginas sino en su contenido, una gran obra del llamado Realismo Literario, que naciera en Francia como sucesor del romanticismo y por tanto con características comunes. El realismo supone una fuerte reacción contra el subjetivismo e idealismo propios del romanticismo, que basaba su estética en la evasión y edificación de un mundo no real, en la construcción de un ideal. Por el contrario, los autores realistas estudian la psicología del individuo y tratan de reproducir fielmente la realidad a través de la escritura, si bien esa fidelidad estará siempre mediatizada por el enfoque personal del autor. Los personajes luchan contra la sociedad, pero no pueden evitar estar inmersos en ella y seguir formando parte de un mundo aburrido y falto de ilusión. Claros exponentes del realismo francés son obras como “Madame Bovary” de Gustave Flaubert o “Rojo y Negro” de Stendhal, por citar obras comentadas en este blog. Un tercer autor de peso a citar y todavía sin obras comentadas en este blog es Honoré de Balzac, que tuvo una gran influencia en nuestro Don Benito durante su estancia en París.
Junto a Benito Pérez Galdós destacan en el género de novela realista autores de la talla de Juan Valera, José María de Pereda, Leopoldo Alas Clarín, Emilia Pardo Bazán o Vicente Blasco Ibáñez, entre otros. “Fortunata y Jacinta”, una de sus principales obras junto con los “Episodios Nacionales", es una novela costumbrista, con tintes románticos, ambientada en el Madrid del siglo XIX en numerosas calles, plazas y escenarios que siguen latiendo hoy en día y que muchos reconocemos. Jacinta es la esposa “por la iglesia” de Juanito SantaCruz, “el delfín”, que ya antes había tenido relaciones con Fortunata, “la diabla”, a la que hizo un hijo que no progresó y a la que perdió de vista. Jacinta, “la santa”,” la delfina” o “la mona del cielo”, no es capaz de quedarse embarazada a pesar de sus grandes deseos y enterada de la supuesta existencia de ese hijo de su marido llega a localizar y llevar a su casa a un impostor llamado el “Pituso” embaucada por unos y otros. Tras unos años lejos, Fortunata reaparece en la Villa y Corte espléndida aunque ha pasado malos tiempos rodando por el mundo con unos y otros. A pesar del desprecio de Juanito, le sigue queriendo pero tiene que vivir y acepta casarse con Maximiliano, de la familia de los Rubín, un ser anodino aprendiz de boticario al que no quiere ni puede querer. Juanito la ha localizado y alquila cuarto en su misma casa, fuerza el encuentro y hace renacer el amor, cansándose nuevamente de ella al poco tiempo. Llega a quedar encinta y tener un hijo del que se desentiende su marido pero provoca que todo el mundo esté pendiente de ella intentando ayudarla por ser el niño hijo y nieto de quién es. Sería prolijo resumir esta gran novela con todos sus detalles y situaciones, y especialmente de sus personajes, pues si bien Fortunata es el principal, hay un gran número de ellos, de gran fuerza y peso en la novela que la dotan de su grandiosidad.
Es este uno de los libros que se agradece leer en un dispositivo electrónico capaz de hacer saltar el diccionario así que situemos el cursor en alguna de las muchas palabras que hábilmente utilizadas por el autor enriquecen nuestro vocabulario. Penque, pachasco, tafetanes, mandria, tarasca, falansterio, asacristanado, querindango, alquila balcones, réspice, perniquiebres, púa de sacristía, seráfica, palotada, refistolera, espinado, columbrar, corambre, guano, zaragata, encalabrinar, bocona, cancamurria, noramala, loquinaria, vírgulas, urdimbres, superferolítico …. son un claro exponente de palabras novedosas, al menos para mí, que he tenido que ir a consultar al diccionario para precisar su significado. Utiliza frases retóricas, largas pero sencillas, veraces y creíbles, fiel reflejo del hablar y sentir de la gente de la época, inmersa en situaciones corrientes de la vida en cuya descripción sabe el autor atraparnos y embelesarnos.
El andamiaje de la novela está entablillado en numerosas situaciones que parecen dispersar el interés y algunas de ellas descritas con demasiada extensión, pero deliciosas y que acaban convergiendo en el hilo conductor. Pero lo que más me ha llamado la atención es la caracterización de los personajes, todos ellos con mayor o menor interés y perfectamente dibujados por el autor. Fortunata, mujer del pueblo y con sus ideales amorosos por encima de todo frente a Jacinta, fiel exponente de la burguesía, Juanito Santacruz, producto de desecho de unos padres pudientes pero buen engatusador, Baldomero y Barbarita, los Santacruz, padres de Juanito, Plácido Estupiñá, buen conversador y hombre de mundo, Ido del Sagrario, pobre loco que refiere a Jacinta las andanzas de su marido con Fortunata, Guillermina, unas veces “la santa” y otras “la obispa” pero siempre la “rata eclesiástica”, que esquilmaba a todo el que se ponía a tiro para sus obras de interés social e infundía más respeto que un obispo, Doña Lupe, usurera y prestamista, tía y guardiana delos Rubín, Maximiliano, esposo oficial de Fortunata y sus dos hermanos, Evaristo Feijoo, un general retirado que se convierte en guía y protector de Fortunata tras el segundo abandono de Juanito, Mauricia “La dura”, mujer de mundo y compañera en la época de redención conventual de Fortunata, Severiano Ballester, el boticario, …. Un rosario de personajes excelentemente caracterizados por el autor que entran y salen de los escenarios dejando su impronta y haciendo de la novela un estudio costumbrista inmejorable.
Este libro fue llevado con éxito hace años a una serie televisiva con la participación de un elenco de actores españoles que puede verse y descargarse en este enlace y también al cine en la película titulada “Dos historias de casadas” dirigida por Angelino Fons. Aunque aparece de forma repetitiva en las listas de libros que hay que leer, tenemos la fea o insana costumbre de leer novedades editoriales de dudoso valor literario y olvidarnos de obras magistrales como la que nos ocupa. Uno de los muchos dichos que aparecen en su texto es que “más vale morir aprendiendo, que vivir ignorando”, por lo que es de agradecer el verse “obligado” a leer novelas como esta por un club de lectura. Bienvenida sea esta asumida, que no impuesta, obligación.
Una novela que releo todos los veranos. Y con la que no puedo contener las lágrimas. Tiene escenas, como por ejemplo la rotura de una hucha por Maximiliano, magistrales.
ResponderEliminarSaludos,
Consuelo
Hace unas 3 semanas que terminé la novela y tengo que reconocer que se me hizo larguísima, primero por su extensión ya que no es sólo una novela sino que las cuatro partes en que se divide podrían haberse publicado independientemente como una auténtica saga, y por otro lado que no deja de ser una novela romántica (un culebrón que decía mi amigo Vicente) que no es precisamente uno de mis géneros favoritos.
ResponderEliminarA pesar de todo, al leer esta reseña vuelvo a recordar a esos personajes cada uno con sus historias y a ese Madrid y esas calles que muchos hemos recorrido, y a la picaresca de la sociedad, y el ansia por conseguir un puesto de funcionario (o de Secretario o Gobernador), y la corrupción de los políticos que ya era habitual, y me doy cuenta de que realmente es una obra muy buena, precisamente por el buen sabor de boca que me han dejado esas descripciones casi fotográficas de una sociedad y de un Madrid que tampoco han cambiado mucho en estos ciento y pico años.
Comentario realizado por JOSE ANTONIO RIVERA
ResponderEliminarHabía leido Fortunata y Jacinta como uno de los textos recomendados en un curso al que asistí sobre la Generación del 98 . Tanto la obra de Galdós como la de otros escritores de la época nos muestran una profunda preocupación por la situación de España y de los españoles. La pérdida de las colonias en Ultramar y la desmembración de los últimos reductos del Imperio alguna de las causas pero lo que más incide en el ánimo negativo de nuestros autores es la falta de valores y de esperanza de los ciudadanos de aquel momento.
La lectura de Fortunata y Jacinta, independientemente de la trama de la narración, nos informa de una sociedad muy deteriorada donde la deshonestidad, la abulia, la hipocresía, la envidia, el enriquecimiento fácil, la fractura politica y social, la falta , en fin, de proyectos y de ilusion son el trasfondo de toda la novela.
La pregunta que inmediatamente se nos plantea es la siguiente: ¿Galdós denunciaba las carencias de la sociedad de su época o se refería a la nuestra?
Estareis de acuerdo conmigo en que aunque esta novela está situada en el Madrid de finales del XIX parece hablarnos de la España del XXI. Resulta lamentable tener que reconocer que en esencia España y los españoles hemos cambiado muy poco en los más de 100 años que median entre la edición de esta novela y el momento actual. La misma falta de valores, la misma falta de esperanza de ilusión y de proyectos, los mismos políticos de entonces, los mismos ricos y los mismos pobres, y lo peor, la misma fractura social que impide el entendimiento y anula la voluntad de construir una sociedad más justa y más sólida.
Lo único que parece haber surgido como novedad en estos ciento y pico de años es….¡ la prima de riesgo!
Jose Antonio Rivera
¡No he llegado! No he sido capaz de acabar la lectura del primer libro del club a tiempo pero no por ello pienso dejarlo sin acabar. Me tiene atrapada, con sus personajes, sus ‘localizaciones’, su descripción de la época que como alguno ha dicho parece un retrato de nuestra actualidad.
ResponderEliminarSi hay que contarle a alguien de que va el libro, el hilo conductor es un auténtico culebrón pero es una excusa perfecta para adentrarse en descripciones preciosas. Yo me veo paseando por las calles de Madrid, todas existentes en el callejero actual y hablando con los mil personajes que aparecen (y no es una exageración hay quién dice que se nombran 1500). En ocasiones no se comprende muy bien a qué viene algún tema al que se dedican varias páginas pero siempre encuentras el porqué. Al propio don Benito le debió pasar esto puesto que en algún momento de la novela se justifica diciendo que lo que va a relatar tiene ‘su explicación’.
Si tuviera que quedarme con algún personaje de lo que llevo hasta ahora, ese sería Maxi Rubín que aun siendo feo, débil, e ingenuo me parece el único en todo el libro sin doblez obviando a Fortunata, claro.
Hará como tres años que leí por primera vez la novela que nos ocupa. Eran dos tochos enormes y amarillentos que saque de la Biblioteca Pública de mi pueblo. En aquella ocasión me salté muchas páginas, sobre todo cuando los personajes discutían temas políticos que ocurrieron hace dos siglos y no me interesaban para nada. Esta vez, aunque a veces me ha costado, la he leído integra. Me gusta releer a Galdós de vez en cuando y siempre me sorprende lo actual de la caracterización psicológica de los personajes. Seguro que todos conocemos a un pijo como Juanito Santacruz que solo piensa en pasarlo bien y quiere con más empeño cuanto más le cuesta conseguirlo y cuando lo tiene se aburre. O a dos bobas como Fortunata y Jacinta que se lo perdonan todo. Me parecen más logrados los personajes secundarios, Estupiña, Mauricia, Doña Lupe, Maxi, Feijoo, etc. Están tan bien caracterizados que parece que les conoces personalmente y teniendo en cuenta la cantidad de secundarios que aparecen es genial.
ResponderEliminarEn definitiva me parece una novela muy buena, digna de estar entre nuestras favoritas. Hay algo, sin embargo en ella que me disgusta y es la moraleja final. Si os fijáis solo terminan mal Mauricia y Fortunata, todos los demás, incluidos Maxi y Juanito se quedan tan conformes. El final lo calificaría de bastante machista y eso que Galdós era liberal en aquella época. A saber cómo pensarían los demás.
Puntuación: 4/5
Chelo.
Yo no lo veo machista sino que hay que ponerlo en el contexto de la época. A Santacruz se le consiente todo porque es rico (o sea, igual que ahora) y Fortunata es una pobre desgraciada en cuya desgracia encuentra la felicidad Jacinta, para compensar, la que a su vez manda a paseo a su marido, y Maxi termina en el manicomio.
EliminarNo me ha gustado que se resuelva toda la novela en las últimas 15 páginas pero Galdós podría haber escrito otras dos mil y supongo que tendría que terminarla ya que creo que le llevo dos años escribirla.
También me ha hecho gracia que Juan Pablo, todo revolucionario él, se vuelve más monárquico que el propio Alfonso XII cuando le hacen Gobernador, o sea, también igual que ahora. El caso es que todos los personajes están perfectamente dibujados y el conjunto que forman es magnífico.
Lo primero de todo, resaltar la extraordinaria reseña de Angel Luis, aunque para él resulte tan normal. Yo, cuando estaba leyendo la novela, y siendo un paseante de Madrid, de los que visita la Plaza Mayor 'casi a diario', le decía a mi mujer, pues hoy nos vamos a ir por 'Mira el Río Alta', o por cualquier otra calle de las que D. Benito nos relataba, también observaba la similitud entre los personajes políticos de entonces y los de ahora, pero son cosas sobre las que he visto muchos comentarios y yo quería resaltar un par de aspectos que me impactaron mucho, el lenguaje de Izquierdo, que llegó a provocarme carcajadas, y no es fácil para mi reírme leyendo, pero sobre todo me pareció insuperable el dialogo de Juanito Santa Cruz con Jacinta, cuando le cuenta sus devaneos con Fortunata y los justifica de tal manera que hasta Jacinta piensa que su marido lo ha hecho 'por su bondad', y nunca pensando en engañar a su legítima esposa. Que capacidad la de D. Benito para escribir tan maravillosamente.
ResponderEliminarPara mi es una novela para marcar como de relectura obligatoria.
Puntuación 5/5
Confieso que me cuesta leer novelas tan copiosas. Las eludo pues llegan momentos en los te sientes secuestrado por el libro. Te acompaña durante tantos días, en tantos momentos, que me abruman la cantidad de páginas que faltan para acabar de la obra, necesito de alguna forma desembarazarme de él y más si he quedado atrapado, como en este caso, en el argumento y en la brillantez de su estilo. El escrutinio de hojas leídas y por leer se hace con mayor frecuencia que de costumbre y más si lo lees en físico.
ResponderEliminarEste es el lado amargo de este tipo de lecturas. Pero como compensación, en “Fortunata y Jacinta” recibes el placer literario de asomarte a una obra maravillosa en la que el autor profundiza insistentemente en la psicología de los personajes, describiéndonos pormenorizadamente sus rasgos, sus defectos, sus características, hasta llegar un momento que los percibes con una familiar proximidad, como alguien con el que frecuentas trato. Abres las páginas y te vienen a la mente las detalladas descripciones de estos personajes, ya casi amigos.
Como he leído, en otras entradas, también me han impresionado y atraído más la de los personajes marginales, que sobreviven en un Madrid decadente, en una ciudad sórdida, peligros y oculta, latente tras muros donde se parapetan estos personajes, en un habitat donde el vicio, la picaresca y el instinto priman.
En la obra se encarnan y conviven la pobreza y la riqueza, transitando, paralelas, pero no unidas, por sus calles, rozandosé sólo tangencialmente, como dos mundos en un mismo continente.
Cuando lo lees,si cierras los ojos,crees ver ese Madrid, ahora sólo reconocible en el nombre de sus calles y pequeños edificios, pero la esencia de esos días no ha muerto gracias a este autor que los radiografía al detalle en las líneas de esta novela.
Cuantas obras leemos y glosamos como recomendables y despreciamos novelas como esta, llena de excelente literatura, de un manejo expresivo y sobre todo descriptivo exuberante, en el que recurrentes, aparecen temas universales, como la mujer enamorada que sucumbe a un hombre caprichoso, el matrimonio de conveniencia, el acogimiento de bastardos, el del político prevaricador, tan recurrente e inextinguible, en suma una maravilla, de ardua lectura pero enriquecedora e imprescindible.
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós (1)
ResponderEliminarEn el momento de escribir este comentario no he acabado la novela. He leído la primera parte, pero dado que la fecha final para realizar los comentarios era el 30 de septiembre de 2012, realizo un comentario de lo que me ha transmitido Fortunata y Jacinta hasta el momento.
Paco Ignacio Taibo describe así una buena novela negra:
"... una buena novela negra comienza contando un crimen y, termina contando cómo es la sociedad ..."
Esta definición aplicada a la novela negra es válida para cualquier buena novela sea negra o no.
Es lo que me ha transmitido la lectura de Fortunata y Jacinta.
Más allá de una trama sencilla: un vividor que se deja querer y que no corresponde a ninguna de las mujeres que le aman, Galdós nos muestra cómo era la sociedad de la segunda mitad del siglo XIX.
Manolo Rodríguez (5 octubre 2012)
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós (2)
ResponderEliminarDestacaré tres aspectos:
1 - Juanito Santa Cruz, ejemplo de la vida de la burguesía madrileña de la época.
El personaje principal Juanito Santa Cruz es hijo de una familia de comerciantes enriquecidos durante generaciones con el negocio de telas. Es hijo único de Baldomero y Barbarita. Estudia en la Universidad Derecho y Filosofía y Letras. Tiene la vida ganada con su porte y su labia.
Galdós refleja la burguesía madrileña, una clase social estancada que no continúan con la innovación que iniciaron sus antepasados. Incluso abandonan sus negocios y sus hijos no continúan con los mismos.
Juanito Santa Cruz vive en la casa familiar, a expensas de sus padres, incluso cuando se casa. No realiza ninguna labor remunerada. No derrocha el patrimonio familiar, síntoma de una clase acomodada que no tiene que hacer ostentación de su bienestar económico, pero que socialmente es un parásito. Después de una época de formación irregular se dedica a vivir el Madrid nocturno y canalla aunque en su casa muestra una actitud conservadora y nada irreverente con las buenas costumbres y maneras. Sus devaneos se consideran pasajeros y propios de una época más liberal en las costumbres que las vividas por las generaciones anteriores.
Pero aún así las familias casan a sus hijos entre ellos para mantener y aumentar el patrimonio familiar. Se vislumbran en el horizonte matrimonios entre diferentes clases sociales, no están los tiempos para lujos.
La madre de Juanito decide la boda. El niño acepta.
Pero el Delfín es un vividor, machista y clasista. Desprecia a la clase baja aunque no puede desprenderse del interés puramente sexual que siente por Fortunata.
"El pueblo es sucio, la mujer de clase baja, por más que se lave el palmito, siempre es pueblo"
"Yo entonces tenía manía de lo popular"
"El pueblo no conoce la dignidad. Sólo les mueven sus pasiones o el interés"
"El pueblo es muy inocente. es tonto de remate, todo se lo cree con tal de que se lo digan con palabras finas"
Excusa el abandono inicial de Foturnata de la siguiente manera:
"... hay que ponerse en la realidad. Hay dos mundos, el que se ve y el que no se ve. La sociedad no se gobierna con las ideas puras. Buenos andaríamos... No soy tan culpable como parece a primera vista; fíjate bien. Las diferencias de educación y de clase establecen siempre una gran diferencia de procederes en las relaciones humanas"
Uno de los personajes secundarios muestra otro de los aspectos importantes de la burguesía de la época: la caridad cristiana. Guillermina empeñada en salvar a niños y necesitados con las aportaciones graciosas de toda persona con la que se encuentra. En lugar de la justicia social, la caridad que lava las conciencias de la burguesía.
Galdós también nos muestra los avatares políticos de la segunda mitad del siglo XIX como fue la marcha y dimisión de Amadeo de Saboya después de su reinado de dos años elegido por la cortes por su perfil liberal. Algo totalmente impensable en la tradición monárquica. Un vacío político en el que se atisba la sombra de la república y la vuelta de la monarquía tradicional en la persona del legítimo Alfonso XII.
En este ambiente social y político se mueven las dos familias que representan a la burguesía madrileña de la época: Los Santa Cruz y los Arnáiz.
Manolo Rodríguez (5 octubre 2012)
Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós (3)
ResponderEliminar2 - El papel de la mujer
Dos mujeres de diferente clase social aparecen en la primera parte de la novela y son las que dan nombre a la misma: Jacinta y Fortunata.
Ambas de pocas luces aunque el destino las ha ubicado en diferente medio social.
Jacinta inculta y siempre en el ámbito familiar se aprovecha de su situación y deja hacer a las madres que son las que planean su boda con Juanito.
Ante la falta de perspectivas personales, la vida de Jacinta se centra en su maternidad. Sufre al no conseguir el objetivo principal de su vida: la crianza de la prole.
Fortunata conoce el mundo y la vida pero también soporta un entorno machista que la hace ser un juguete en manos de nuestro Juanito.
Ambas sufren un estado de cosas en el que todo descansa en la manos de los hombres.
3 - El Madrid de la época
Para mí que nací en Madrid es de suma importancia la descripción de un Madrid perteneciente al pasado para que aún mantiene alguno pequeños lazos con el Madrid actual.
Galdós describe las innovaciones tecnológicas: los mecheros de gas, los cambios de moda en el vestir masculino y femenino, la forma de hablar de la burguesía y la clase baja.
El viajar en tren que permite que en cuarenta horas se llegue a París.
Nuevos horizontes para los negocios.
Los cambios en la relación entre empleados y los dueños de los comercios, ya no tendrán que rezar el rosario todos juntos por la tarde, ya no tendrán que portar el mismo traje todos para identificarlos, ya podrán ir a los lugares de diversión que deseen.
Madrid se transforma en una ciudad, con las innovaciones de Juan Bravo Murillo como ministro de Hacienda y como impulsor del Canal de Isabel II que permitió la llegada del agua del río Lozoya a Madrid.
La novela también es un almacén de palabras, giros y expresiones del habla madrileña. Goled. Mu grande. Yia voy!!!
Costumbres como las charlas en la tiendas.
Personajes que se buscan la vida como Estupiñá. Desclasados que nunca ascenderán en la escala social pero que viven a expensas de la clase alta siendo sus servidores.
Ambientes como la tienda de aves y huevos en el mismo portal de la casa de Estupiñá o el interior de la vivienda de los Santa Cruz en Pontejos junto a Correos, la calle Postas, la plaza Santa Cruz.
Los lugares y las que compras que diariamente realiza Barbarita junto a Estupiñá: carne, huevos, chocolate, pescado, telas, cigarros, vino.
Final
Y para terminar un pequeño comentario sobre la estructura literaria.
Un relator omnisciente cercano y conocedor de algunos de los personajes de la novela es quien nos relata lo que ocurre.
Muy bien estructurada, cada capítulo se centra en un aspecto que Galdós quiere transmitir al tiempo que nos indica algo más sobre los personajes, la relación entre ellos, la ambientación y gracias a lo cual vamos observando que todo va encajando poco a poco y nos muestra la globalidad de la sociedad de la que nos hablaba al principio Paco Ignacio Taibo.
Y todo ello aderezado con uno de los aspectos que hacen grata la lectura de esta extensa novela; el uso del humor y la ironía de que la gala Don Benito Pérez Galdós.
Un delicia de novela que sin duda terminaré de leer con agrado.
Manolo Rodríguez (5 octubre 2012)