martes, 5 de marzo de 2013

Réquiem por un campesino español, Ramón J.Sender


Como ya hiciera en el también comentado en este blog “Viaje a la aldea del crimen”, Ramón J. Sender nos traslada a la España profunda, a la de las aldeas rurales donde la vida es dura y el campesino sufre toda clase de penalidades para salir adelante y mantener a su familia, soportando ignominias y atropellos de las fuerzas vivas del pueblo. No basta solo con ser honrado sino que además hay que pasar desapercibido, no vaya a ser que se fijen en ti, te señalen y quedes marcado hasta tu completa exterminación, incluso física. Esta novela fue publicada en Méjico en 1953 bajo el título de “Mosén Millán” pero cambio a su título actual con motivo de su publicación en 1960 en los Estados Unidos. Murió en California en 1982.

La historia de una vida avanza a toda velocidad en un relato que se lee casi en un abrir y cerrar de ojos. Mosén Millán, un cura típico de los de pueblo, rememora la vida de un muchacho mientras tiene lugar la densa espera de la llegada de los fieles a su funeral, al que solo acuden los tres ricos del pueblo para lavar sus conciencias ya que han sido por acción o por omisión los propios asesinos. Además de este último acto, Mosén ha oficiado todos los ritos religiosos de Paco, conocido por el apodo de “el del molino”, amén de tenerle un tiempo como monaguillo y compartir con él algunas experiencias que marcaron su vida, como cuando acudió a dar la extremaunción a un moribundo que tenía por vivienda una cueva en el monte y tomo conciencia de las desigualdades e injusticias. Resulta que el propio Mosén fue el denunciante que ha propiciado que Paco sea encontrado en su escondrijo además de convencerle para que se entregue, pues le habían asegurado que iba a tener un juicio justo, de aquellos que se tenían cuando la política daba alas a los dedos que apretaban el gatillo sin miramiento y sin pensárselo mucho. La España rural fue así durante algunos años y los de misa diaria los domingos no dudaban en mantener a raya sus privilegios y quitar de en medio a los que osaban plantarles cara. Y Paco, harto de tanta miseria, lo hizo y por ello pagó con su vida cuando todavía era muy joven.

Obra de denuncia de la violencia en los albores de la Guerra Civil Española. La propia mujer del autor fue torturada para que revelara el paradero de su marido, que estaba exiliado en Francia. Como ya he comentado, se lee en un santiamén. Pero más que leerse se ve, pues los personajes aparecen con tanta intensidad ante nosotros que prácticamente desfilan en unas secuencias de imágenes cargadas de emoción conforme va avanzando el relato, de gran carga moral y social. Cada uno pondremos nuestro Mosén, nuestro Paco, entresacados de nuestros recuerdos reales o ficticios y los veremos bailar al son del destino en una historia simple cargada de grandeza y emoción. Sender es un maestro en este tipo de relatos y sus personajes cobran vida con sus alegrías y sus penas perfectamente dibujadas y reconocibles. Interesante el breve personaje de Jerónima, “soltera, soltera, pero con la llave en la gatera”, con su modo de vida a trasmano y sus “dijendas”, vocabulario escogido para dar y repartir así como “las mujeres del carasol” abiertas a la crítica y el cotilleo.

A continuación unas “perlas” de la Jerónima:

…y decía (el zapatero amigo de la Jerónima) que los curas son las únicas personas a quienes todo el mundo llama padre, menos sus hijos, que los llaman tíos.

Cállate, penca del diablo, pata de afilador, albarda, zurupeta, tía chamusca, estropajo.

Te lo digo a ti, zurrapa, trotona, chirigaita, mochilera, trasgo, pendón, zancajo, pinchatripas, ojisucia, mocarra, fuina, ensalmadora.

La Cástula es una verruga peluda. Una estaferma. La Jerónima no se quedaba atrás: Un escorpión cebollero. -Una liendre sebosa. Su casa -añadía la Jerónima- huele a fogón meado.

1 comentario:

  1. Lo leí hace muuuuuuuchos años (creo que todavía estaba en el colegio) y me impresionó muchisimo.

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