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miércoles, 1 de octubre de 2025

El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati


Dino Buzzati, escritor italiano nacido en 1906 de familia acomodada, manifestó desde muy joven sus tendencias por la escritura, el dibujo y la música. Impulsado por su familia a estudiar Derecho, antes de licenciarse empezó a colaborar como aprendiz de periodista en el «Corriere de la Sera», periódico en el que permaneció toda su vida. Escribió numerosos relatos, recopilados posteriormente en libros, con una amplia bibliografía. Su asignación como reportero de guerra en Addis Abeba en 1939 fue la semilla del libro que hoy comentamos «El desierto de los tártaros» del que más tarde se hará eco el nobel John Maxwell Coetzee en su «Esperando a los bárbaros». Nunca tuvo una conciencia real de ser escritor sino más bien de un simple periodista, que también hizo sus pinitos en asuntos pictóricos dando tintes mágicos y surrealistas a su prosa. El director italiano Valerio Zurlini llevó al cine en 1976 una versión cinematográfica de esta novela. Dino Buzzati murió en Milán en 1972.

El recién graduado como teniente Giovanni Drogo recibe como primer destino una fortaleza en los confines del país con un vasto desierto al frente por el que se espera un posible ataque de los tártaros que nunca llega a ocurrir. La rigidez de las normas militares preside un lugar apartado en el que nunca ocurre nada salvo el paso inexorable del tiempo. Muchos de los militares del fuerte llevan años allí esperando un cambio de no se produce y que incluso rechazan cuando tienen la oportunidad. Drogo planea volver a su vida normal en la ciudad a los cuatro meses de estar allí, pero pasan los años, consumiendo la vida esperando la llegada de un enemigo que nunca se produce y que posibilite el sentido militar: la lucha, la guerra, la gloria. Al final y pasados muchos años, de la manera más indigna, Drogo tiene que abandonar la fortaleza…

La acción se desarrolla en una fortaleza perdida en los confines de un país imaginario. Empezaré diciendo que hay que dar la oportunidad a la novela de llegar al final a pesar de resultar lenta, anodina e insustancial, pero se disfrutará de una prosa rápida, cautivadora y muy periodística. El lector estará intrigado durante toda la lectura para «ver que ocurre» y llegará al final sin resolver esa intriga porque no ocurre nada. Bueno, sí, lo más importante: el paso del tiempo y el conflicto que provoca en la personalidad y las relaciones de los personajes, no solo del protagonista (nos encontraremos, entre otros, con el sastre militar de nombre Prosdocimo…). En el fondo, se trata de Se trata de «una magnífica y conseguida metáfora sobre la rutina, el paso del tiempo, la espera y las expectativas personales, de cómo aplazamos y posponemos actos en nuestra vida a la espera de algo que —puede que nunca— vaya a suceder». Libro sencillo, fácil de leer y que sin duda hará reflexionar al lector sobre el sentido de su vida.

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