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sábado, 29 de febrero de 2020

Compendio para entidades alienígenas, de Ursaria

URSARIA es el nombre de un grupo que hace música en Madrid y su provincia rescatando las tradiciones existentes en la provincia desde tiempos inmemoriales y que de esta forma se resiste al olvido: «seguidillas, jeringonzas, cantos de trabajo, de taberna y de boda, mayos, rondas, chotis, jotas y danzas rituales». El grupo está compuesto por Ismael Clemente, Sonia Loaysa y Daniel Martín, más algunos ayudantes ocasionales. Hacen música con instrumentos tradicionales de viento, cuerda o percusión, pero también con todo lo que se les pone a mano, desde un cedazo a una botella de anís. Se trata de un libro y un disco que sirvan de alegato escrito y sonoro a las canciones tradicionales de Madrid, que también las tiene, aunque en el disco que los americanos mandaron al espacio en la Voyager no figuren estos sonidos. Más información en su página web. El conjunto del libro y el disco pueden adquirirse en la página web de Pindongas, pero en estos momentos (febrero de 2020) está en periodo de reposición. La música puede escucharse en su web o en la plataforma Youtube.
En realidad no hay nada dentro del aurífero disco interestelar de la Voyager que tenga que ver siquiera con la Península Ibérica. Carl Sagan era un lumbrera. Un ser humano brillante. Un eminente astrofísico. Que como buen científico norteamericano sabía mucho de estrellas de neutrones, pero no tenía ni puñetera idea de dónde queda Robregordo. Ni de dónde hay que echar el retel en el Tajuña para pescar los mejores cangrejos…
Tras unos momentos iniciales en los que se recrea un avistamiento de un OVNI por un lugareño de un lugar indeterminado de la provincia de Madrid y sus intercambios visuales y sonoros, cada capítulo del libro está dedicado a cada una de las canciones del CD. Entrevistas con personas del lugar, un poco de historia medieval y recuperación de escenas del pasado reciente van dando forma a un relato que retrotrae al lector en unos cuantos años en busca de unas raíces que se van perdiendo en el tiempo. La seguidilla de Barajas. la jerigonza de Robledondo o las madrileñas Gallinejas y Entresijos son alguno de los títulos de capítulos y canciones que nos iremos encontrando.
Madrid está en el corazón de un pedazo de tierra que se llama Iberia. En la médula del Anecúmene.
Y como no, nuestro Lozoya. El río donde sumergía el sexo el buitragueño barbero de Picasso. “Yo seré paleto, pero tú toda la vida has bebido el agua en la que yo me he lavado los cojones”, le endilgó un día a Luis Miguel Dominguín.
Además de hacer música, Ismael redacta, y muy bien, con un lenguaje directo, adaptando la escritura a la sonoridad del lenguaje: «Esteban Espilbir, ese director de cine…». Los lectores más entrados en años y que hayan recorrido los pueblos de esta central provincia u otras, se deleitarán con las escenas y los diálogos recogidos en el libro en la búsqueda de los ancestros de una provincia que es foco de las malquerencias de toda la nación por el hecho de residir en ella el gobierno del estado desde hace siglos, pero que tiene sus entretelas, y sus músicas tradicionales, como todas las demás. El libro se las busca y se las encuentra, haciendo pasar un buen y entretenido rato al lector por las ocurrencias de los entrevistados y los giros gramático-musicales que emplea el autor y que harán aflorar una sonrisa tras otra. Y si encima vamos escuchando las canciones a medida que avanzamos en la lectura, miel sobre hojuelas. El disco puede comprarse digitalmente en Amazon, cómo no, y también escucharse en esa plataforma o en Youtube. 
La casta gobierna el rebaño a conveniencia Unas veces se le antoja que el pueblo sea ignorante porque el conocimiento es nocivo. Otras que el pueblo sea cultivado, porque la ignorancia es detestable.

Si es que no puede sé. Que no se puede uno fiar de una gente que coloca los tejados sin poner todas las tejas. Y luego pasa lo que pasa… (aludiendo a los segovianos).

Rudino no sabe lo que es la armonía, ni el ritmo, ni la melodía. Sabe, como los hombres antiguos, lo que es el son y la toná. Y que cuando uno agarra el son y la toná y los arrejunta, refulgen las estrellas como puñalás de plata en el tapabocas del firmamento.

martes, 25 de febrero de 2020

La sospecha de Sofía, de Paloma Sánchez-Garnica

Paloma Sánchez-Garnica nació en el madrileño barrio de Prosperidad en 1962, pero a los cuatro años la familia se trasladó a Zaragoza por el trabajo de su padre como catedrático de patología de la universidad de esa ciudad. Pasaba algunos veranos en la casa de sus abuelos en Navalcarnero donde conoció al que con el tiempo sería su marido. Lectora compulsiva casi desde su infancia, comenzó estudios de Geografía e Historia que abandonó para licenciarse en Derecho, aunque con el tiempo los retomó para licenciarse también en la carrera de su primera elección. Opositora sin éxito durante algunos años, ejerció la abogacía pero enseguida se dio cuenta de que no era lo suyo y decidió dedicarse al mundo de la escritura. Su primera novela, «El gran arcano» se publicó en 2006, y tras ella vinieron otras como «La sonata del silencio», «Mi recuerdo es más fuerte que tu olvido», «El alma de las piedras», «La brisa de Oriente» o «Las tres heridas», además de la que comentamos en esta entrada. Más información en la página web personal de la autora en este enlace.

Sofía, licenciada universitaria y con dos hijos, lleva una vida muy acomodada pero tremendamente insustancial como ama de casa con su marido, Daniel Sandoval, abogado forzado a ello por su padre, Romualdo Sandoval, con el que labora a desgana en despacho de renombre, pues Romualdo es un respetado y encumbrado ejemplar de la España franquista en los años 60. Un día, encima de la mesa del despacho de Daniel y como por arte de magia, aparece una carta anónima en la que se le comunica una noticia increíble: no es hijo de quién cree ser. Su padre le confirma el hecho, lo que lleva a Daniel a seguir las indicaciones de la carta y realizar un viaje al extranjero para ponerse en contacto con sus verdaderos progenitores. Un hermano gemelo de increíble parecido, Klaus, le recibirá en París y le conducirá a la RDA, donde conocerá a su verdadera familia y entrará en una espiral de hechos increíbles. Mientras tanto, Sofía, sin noticias de Daniel, acude a París a buscarle encontrándose con Klaus —que se hace pasar por Daniel— con el que volverá a Madrid. Sofía nota pequeñas cosas, detalles, pero su vida dará un giro radical al fomentar un irreconocible Daniel(Klaus) que retome su vida universitaria, llegando a convertirse en una eminente doctora e investigadora de renombre internacional, como siempre ha querido su padre. La vida seguirá con (muchos) pequeños indicios que Sofía va percibiendo poco a poco en un inconsistente Daniel(Klaus) que no parece el mismo desde su extraño viaje. Los acontecimientos irán dando vueltas y revueltas, aquí y allá, con unos y con otros, en una espiral de situaciones que el lector deberá descubrir por sí mismo.
…salvo cuando entraba en el laboratorio, entonces sentía que toda su realidad, su faceta de madre, de esposa, incluso de mujer, quedaba colgada en la entrada junto al resto de sus cosas, su bolso, su abrigo; en el momento en que se ponía la bata blanca y mientras se lavaba las manos a conciencia iba abandonando cualquier condición que no fuera científica, el mundo exterior dejaba de existir y solo lo recuperaba cuando volvía a recoger su bolso, su abrigo, cuando cada día…
Una nueva entrega de esta autora en una historia redonda ambientada en la España y la Europa desde finales de los sesenta hasta las postrimerías de los ochenta, 1989, justo en la caída del muro de Berlín. El ambiente de la España tardo-franquista y la terrible situación en la República Democrática Alemana son los escenarios en los que se desarrolla la trama con una serie de personajes españoles, alemanes e incluso rusos muy bien perfilados y que van siendo encajados armónicamente por la autora, sin obligar al lector a construir una chuleta con el árbol genealógico de las dos familias y algunos elementos auxiliarles del despacho de abogados y de la casa familiar. Los giros se suceden, hasta el mismo final, de forma inmisericorde dejando al lector descolocado y sin saber por dónde van a continuar lo que le lleva a una lectura casi compulsiva que no terminará hasta la última página del libro o el último vocablo en caso de lectura digital. Libro extenso que hará durante muchos ratos las delicias del lector —o lectora o lectoro— que no querrá casi que termine nunca. Diálogos justos, prosa agradable, personajes estudiados, situaciones al límite de verosimilitud, un texto cuidado y trabajado para un disfrute continuado y asegurado.


sábado, 22 de febrero de 2020

Natasha, de Esteban Navarro

Esteban Navarro Soriano, escritor murciano, nacido en Moratalla en 1965 que durante muchos ejerció de policía nacional destinado en Huesca con lo que obtuvo numerosas ideas y situaciones para sus libros, bien por experiencias propias bien referidas por compañeros, a las que añade mucho de imaginación para convertirlas en historias redondas. Hace algunos años fue el primero en acuñar la expresión «generación Kindle» para designar a los autores que aprovechaban la facilidad de la auto publicación y del fenómeno de los libros electrónicos para hacerse un hueco en el panorama literario. En la actualidad, diciembre de 2019, es ya escritor a «tiempo completo» y cuenta con más de una veintena de libros publicados, numerosos premios en diferentes certámenes y participa activamente en actos relacionados con su obra. Alguno de sus libros ya ha sido reseñado en este blog como «El apagón», «La noche de los peones», «Ángeles de granito», «La gárgola de Otín», «El cónsul infiltrado», «Una historia de policías», «La rubia del Tívoli» o «El ajedrecista». La edición digital del libro que hoy comentamos, «Natasha» vio la luz hace dos días, 20 de febrero de 2020, al comedido precio de 2,99 euros. Más información en su blog accesible desde este enlace.

Sabino Peláez y Natalia Sánchez —en realidad Natasha— son los protagonistas de esta historia ambientada en Madrid. Sabino ejerce laboralmente en una empresa de paquetería y conoce un día como vecina de asiento de autobús a Natalia. Se convierten en pareja incluso con presentación a los padres de Sabino pero en realidad Sabino no sabe nada de ella, de lo que se dará cuenta tras fallecer Natalia en un accidente de tráfico en una carretera de Ávila con un misterioso acompañante. Sabino da vueltas y más vueltas a su perdido amor, del que todo lo que le queda es un ordenador portátil y una conexión a Facebook, un mundo desconocido para Sabino. Mediante él contactará con Anna, una amiga de Natalia y empezará a descubrir muchas de las cosas que ignoraba de su amada.

Por menos que cuesta un cubalibre, el lector puede pasar un buen rato, no muy largo, devorando los poco más de veintiséis mil vocablos de esta novela corta que se lee prácticamente de un tirón (a la vez que se toma ese cubalibre o un agua con gas). Una historia sencilla, con los personajes justos, cargada de emotividad y que ben pudiera estar ocurriendo cientos de veces en la vida real actual. Las personalidades reales de los personajes muchas veces quedan ocultas y, poco a poco, diferentes situaciones van desvelando sus interioridades, como ocurre en este relato en el que Natalia (Nastasha Kuznetsova) hace beber los vientos a un enamorado Sabino al tiempo que le oculta su vida real. Afloran muy levemente en esta novela esos entresijos policiales que tan bien domina el autor en sus novelas. Recomendable como otros tantos libros de este autor, entre los que me atrevo a destacar «Una historia de policías»; altamente recomendable también, y que le causó problemas en su trabajo y posiblemente propició su salida del Cuerpo Nacional de Policía.



miércoles, 12 de febrero de 2020

Sidi. Un relato de frontera, de Arturo Pérez Reverte

Arturo Pérez-Reverte Gutiérrez, nacido en Cartagena, Murcia, en 1951, es Académico de la Lengua en la que ocupa desde 2003 el sillón «T». Tras veintiún años cubriendo conflictos internacionales de guerra como corresponsal de prensa, radio y televisión, está dedicado por entero al mundo de la literatura. Desde hace veintiocho años, —1991—, escribe una página de opinión de forma continua en la revista semanal «XLSemanal». Activo tuitero, es cofundador y editor en «Zenda», siendo su bibliografía extensa y mundialmente conocida. Varios de sus libros han sido llevados al cine y la televisión y algunos de ellos han sido reseñados en este blog y pueden encontrarse utilizando el buscador del mismo. Toda información acerca de él puede encontrarse en su página web personal.

No tenía patria ni rey, sólo un puñado de hombres fieles. No tenían hambre de gloria, sólo hambre.

Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador, es una leyenda en el medioevo español. Tras ser desterrado por su rey, Alfonso VI, al que puso en un brete en la jura de Santa Gadea, recorre los territorios ofreciéndose como mercenario con sus leales al mejor postor siempre que ello no implique guerrear contra su rey natural que tan mal le trató. La novela se ocupa de dos episodios reales convenientemente tratados para convertirlos en novela. En el primero, los burgueses de Agorbe comisionan a Ruy Díaz para dar su merecido a una aceifa que ha incursionado en territorio cristiano masacrando haciendas y personas. Cumplida con éxito su misión, buscará nuevos amos hasta recalar en Zaragoza bajo los designios del rey Mutamán, que le enviará a guerrear contra su hermano Mundir, rey de Lérida apoyado por las huestes de Berenguer Remont, uno de los que han rechazado el contratarle de forma altanera y despectiva. La batalla será temible y la victoria solo será posible por el carisma de Sidi —Campeador o Qambitur—, no sólo para con los suyos sino también para con las huestes árabes puestas bajo su mando que le respetarán tanto o más. 
Ruy Díaz observaba a los suyos: rostros curtidos de viento, frío y sol, arrugas en torno a los ojos incluso entre los más jóvenes, manos encallecidas de empuñar armas y pelear. Jinetes que se persignaban antes de entrar en combate y vendían vida y muerte por un salario. Habituales de la frontera. No eran malos hombres, concluyó. Ni tampoco ajenos a la compasión. Sólo gente dura en un mundo duro.
Historia fabulada de uno de los maestros vivos en este arte de juntar letras. Un relato que atrapa sin duda al lector con su prosa extensa y elegante salpicoteada de vocablos novedosos — algunos en árabe— que exigirán acceder al diccionario. Un ejemplo de cómo debe comportarse un verdadero líder de forma que no solo los suyos sino los enemigos le reconozcan su valor. La recreación del mundo medieval en todos y cada uno de los personajes con una calculada verosimilitud para aquellas escenas de las que no hay constancia fidedigna. El relato es ágil, entretenido, vivo y son unos diálogos enjundiosos, breves, pero con alcance significativo y profundidad. 376 páginas u 87.680 vocablos de entretenimiento asegurado y conocimiento de la historia como seguramente pudo ser. Ahora hay que leer el original poema de Mío Cid para ahondar en el tema sabiendo que tampoco este cantar es de fiar del todo.
Después de persignarse comprobó que espada y daga estaban cerca de sus manos, se cubrió el torso con la ruana, acomodó mejor la cabeza y se quedó inmóvil mirando las estrellas. Los fuegos languidecían y la mesnada roncaba a pierna suelta. Relinchó otro caballo. Sobre el campamento, en la bóveda negra del cielo, millares de astros luminosos giraban muy despacio en torno a la estrella maestra; y Orión, el cazador, ya mostraba su aljaba en los bordes sombríos de la cortadura.

martes, 4 de febrero de 2020

Honrarás a tu padre y a tu madre, de Cristina Fallarás

@LaFallaras Cristina Fallarás, nacida en Zaragoza en 1968 estudió ciencias de la información en la Universidad Autónoma de Barcelona y ha ejercido como periodista en diferentes medios escritos y de radio y televisión. En su faceta de escritora ha obtenido varios premios con sus libros publicados tales como «Rupturas (2003)», «No acaba la noche (2006)», «Así murió el poeta Guadalupe (2009)», «Las niñas perdidas (2011)», «Últimos días en el Puesto del Este (2011)», «A la puta calle (2013)» y «Ahora contamos nosotras (2019)». También ha escrito relatos conjuntos con otros autores como «Tiempos negros». El libro que comentamos hoy, «Honrarás a tu padre y a tu madre» fue publicado en 2018.
Me llamo y vivo en un tiempo y un país levantados sobre el silencio. Además, tengo mi herida. Todos andamos con nuestra herida a cuestas, lo sé, pero la mía apestaba. Por eso me eché andar y por eso salí a buscar a mis muertos. Las heridas las heredamos. El silencio las infecta.
Un abuelo de Cristina fue fusilado en 1936 mientras el otro formaba parte del pelotón de fusilamiento. Pequeñas historias de hechos con visos de ser reales pero que parecen ficción del pasado y del presente sobre una saga familiar, ocurridos en la Guerra Civil Española y que se prolongan en el tiempo en una familia en la que se entremezclan «nacionales» y «republicanos». Varias generaciones que callaron años y años los sucesos y en los que el personaje de “la Jefa”, abuela de la autora, se convierte en un eje fundamental de la trama de una familia que se auto impuso el silencio a lo largo de los años.
«Tanta infamia solo se puede ocultar bajo océanos de silencio y montañas de mentiras».
Un libro singular que es una novela en el decir de la autora, pero tiene muchos guiños a una crónica de la vida real perfectamente combinados con rellenos imaginados perfectamente verosímiles que la autora ha tratado de indagar sin encontrar respuesta en una familia en la que se imponían los silencios. Nuevamente las dos Españas… memoria histórica… realismo necesario, muy necesario, en un país que se resiste a conocer la verdad, ofrecer justicia y reparación a los muchos desaparecidos —muchos de ellos DESPUÉS de la Guerra— y a sus familiares. Por poner un pero, los constantes saltos temporales en el tiempo me han generado algunas lagunas en las relaciones familiares de los protagonistas, quizá por no haber llevado unas pequeñas notas al margen del árbol genealógico familiar. También algunas reflexiones o pensamientos de la autora me han sonado grandilocuentes y distractores con un relato que a buen seguro calará en los lectores salvo que sean de los que se oponen frontalmente a leer «historias» de la Guerra Civil española.
–Mamá –la niña llega del colegio–, nadie es de nadie, ¿verdad?

He salido a encontrarme con mis muertos. Me he tomado la molestia de salir desnuda de cosas y personas. Para saber quién soy, por si eso sanaba. He salido a buscar, entre otros, a aquel hombre llamado Félix Fallarás Notivol que en la ficha de su rescate aparece como carpintero y en algún lugar de mi memoria quiero rescatar como tramoyista del Teatro Argensola.

Sobre ellos, una lámpara de madera de seis brazos tiñe la estancia del amarillo que tienen las imágenes puestas en duda. Al fondo, la chimenea resulta insuficiente.

Aquel otoño frío se había lanzado a dentelladas sobre la miseria de la posguerra y los transeúntes se encogían en prisas callejeras sin destino. En Zaragoza, como en el resto de España, los muertos, los exiliados, los escondidos, los presos, los mudos habían dejado huecos en la realidad que la ciudad no lograba digerir, y las cosas sucedían de forma espesa y dolorosa, ulcerada. Solo los militares y los curas, además de un puñado de familias, parecían conservar el ritmo habitual del vivir. Sobre el resto de los habitantes se había posado una capa marrón de pesadumbre e incluso los trámites más cotidianos parecían penosas tareas. De los agujeros de chaquetones y zapatos brotaba el hálito acuoso de la humillación.