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sábado, 27 de junio de 2020

Mejor la ausencia, de Edurne Portela

Edurne Portela es una ensayista y novelista española, nacida en 1974. Su carrera profesional se ha desarrollado en Estados Unidos, donde alcanzó un doctorado en Literatura Hispánica en la Universidad de Carolina del Norte ejerciendo posteriormente de profesora en la Universidad de Leigh, Pensilvania, desarrollando además varios trabajos de investigación. En 2016 decide volver a España y dedicarse por completo a la escritura, colaborando con diferentes medios escritos y radiofónicos. Además de «Formas de estar lejos», publicada en marzo de 2019 y reseñada en este blog y accesible desde este enlace, ha publicado el ensayo «El eco de los disparos: cultura y memoria de la violencia (2016)» y en 2017 la novela que hoy comentamos, «Mejor la ausencia». Más información en su página web.

La protagonista de la novela es Amaia, que nos relata en primera persona su vida en dos momentos importantes: cuando es niña y adolescente y luego ya de mayor. En la primera parte de la novela, Amaia va mostrando con un lenguaje infantil sus vivencias familiares y escolares, descubriendo muy pronto que sus padres y sus hermanos andan metidos en diferentes frentes todos bajo el paraguas del ambiente del País Vasco Español en los años 70 y 80 del pasado siglo XX. Unos momentos difíciles en la vida de todos y especialmente en una niña que asiste desde sus planteamientos infantiles y adolescentes a conductas que van más allá de la simple normalidad y que la afectan sobremanera, como por ejemplo las relaciones entre sus padres, inexistentes en muchos momentos y violentas en otros. En una segunda parte de la novela, ya de mayor tras haber pasado por experiencias laborales en Madrid y haber regresado a sus orígenes, la realidad del pasado la persigue y trata de inmiscuirse en su vida.

ADVERTENCIA para lectores en libros digitales. En una reunión de un Club de Lectura en el que se trató de este libro, algunas personas mostraron la sorpresa del cierre final del libro, que quedaba como abierto de una manera extraña. Una lectora aclaró, extrañada, que no, que estaba conectado el final con el párrafo inicial. En algunos casos, los lectores digitales se posicionan al abrir el libro en el primer capítulo (puede ser una opción en algunos, revisaré el mío) lo que impide lecturas de prólogos o contraportadas y puede llevar a situaciones como la descrita.
Te espera un destino trágico. (le dice Carlos a Amaia en una de sus conversaciones...)


Yendo al tema del libro, tengo que reconocer el esfuerzo y la maestría de la autora en la primera parte, la más extensa, por reproducir de forma escrita el lenguaje de una niña. Como ya me ocurriera en un libro comentado en este blog, «Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea», de Annabel Pitcher, me ha resultado muy costosa la lectura en esta modalidad de frases muy cortas, párrafos atiborrados de puntos y seguido. Como digo, ese transmitir en primera persona lo requiere y supone a mi entender un esfuerzo para la autora. Pero el tema planteado y el trasfondo de la cuestión engancha al lector y le anima a soslayar este inconveniente para ir poniendo luces con cuentagotas a la historia e ir descubriendo los personajes, trazados por la autora con una fina psicología que será agudizada si el lector conoce el trasfondo de la situación en aquellos años en el País Vasco Español.

Todas las comparaciones son odiosas y en asuntos de arte o literatura mucho más, pero uno no puede evitar al avanzar por sus páginas recordar la lectura de «Patria», de Fernando Aramburu. Este relato y aquel podríamos calificarlos de complementarios y, aunque son novelas de ficción y todo parecido con la realidad es pura coincidencia, la suma de ambos pueden dar una idea bastante cabal de lo que ocurrido en aquellos terribles años. Algunos vocablos vascos muy conocidos —aita, ama, aúpa, potear, txikitos, gaupasas, pribar...— salpican el texto invitando al lector a imbuirse más en el ambiente de la novela que como dato curioso «funciona» en pesetas en su primera parte mientras que en la segunda lo hace en euros, pura historia. Mi recomendación es sobrellevar la lectura de la primera parte buscando el trasfondo comunicativo para llegar a la segunda parte, condensada pero con unas pinceladas suficientes de la vida de Amaia en un lenguaje más llevadero para cerrar de forma redonda una novela muy ilustrativa y que merece mucho la pena.


sábado, 20 de junio de 2020

El mal de Corcira, BEVILACQUA Y CHAMORRO 12, de Lorenzo Silva

La biografía de Lorenzo Silva ya ha sido comentada en varias ocasiones en este blog con motivo de las reseñas aparecidas de algunos de los libros de su extensa bibliografía: animamos al lector a usar el buscador para acceder a ellas. Este libro que ha llegado a los lectores esta tercera semana de junio de 2020 redondea la docena, si las cuentas no fallan, de la serie BEVILACQUA Y CHAMORRO. Han sido un par de años de espera desde la publicación de las últimas andanzas de estos dos simpáticos picoletos, Rubén y Virginia, más conocidos por sus apellidos Bevilacqua y Chamorro. Una nueva historia, de gran calado, que entremezcla recuerdos de una etapa anterior de Vila con sucesos actuales que tenían conexión con aquellos. Como en anteriores reseñas, no quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar mi preferido de este autor, «La sustancia interior» reseñado aquí y que sigue cada día más vigente a pesar de haber rebasado los veinte años de su publicación. Casi todos los libros de esta serie han sido reseñados en este blog, pudiendo localizarse mediante el buscador.

Mientras están en una operación en la Sierra Norte de Madrid, Virginia es herida por un disparo y tiene que quedar hospitalizada mientras Rubén Bevilacqua es enviado por sus superiores directos y de más arriba a investigar un crimen sucedido en una playa de la pequeña isla balear de Formentera. El finado, con el que se han ensañado a palos literalmente, es un antiguo miembro de ETA y aunque parece que las circunstancias del suceso están muy claras desde el primer momento, algo no cuadra, lo que remueve el pasado del subteniente Vila en los inicios de los años 90 en el País Vasco en los momentos de la cruda lucha contra la banda. Relatos de antaño y hogaño se irán mezclando hasta esclarecer un suceso que no era ni mucho menos lo que parecía en los primeros momentos. El asesinado tenía muchos recovecos ocultos en su pasado que fueron emergiendo lentamente tras atar cabos con la ayuda incluso de algún antiguo compañero que estaba en la cárcel por ambición y mala cabeza.

Una nueva aventura que puede ser leída sin haber leído las anteriores, pero los lectores que hayan seguido las andanzas de esta pareja desde sus inicios hace más de veinte años disfrutarán más con la evolución de las personalidades de Virginia y sobre todo de Rubén, más algunos elementos adicionales que se han ido uniendo al equipo. Las relaciones de este investigador con sus jefes y los jefes de sus jefes, cuerpos judiciales, policías locales, testigos o familiares son un compendio de describir lo que se cuece por ahí de forma distendida pero no por ello menos profunda. Los diálogos chispeantes e ingeniosos a los que nos tiene acostumbrados el autor brillan de nuevo en esta novela y las acciones llevadas a cabo para llevar a buen puerto sus investigaciones son una perfecta descripción de los métodos policiales que suponemos o vemos en las películas, lo que supone un disfrute para el lector que puede hacer volar su imaginación hasta donde haga falta. En esta novela, el personaje principal, Igor, es todo un compendio de resplandores ocultos que van apareciendo con cuentagotas en la novela sorprendiendo una y otra vez al lector. Y todos los demás actores, contemplados en los flashbacks continuos entre el presente y un pasado lejano de servicio en el País Vasco en los años duros, son un pedazo de la historia de España, aunque ya sabemos que todo parecido con la realidad es pura coincidencia; pero los recuerdos aflorarán en los lectores maduritos de una época violenta felizmente pasada en cuanto a los actos, pero no tanto en cuanto a los sentimientos.

En una entrevista con motivo de la publicación de este libro, el autor ha confesado que la Guardia Civil, y sus muchos amigos concretos en el Cuerpo, «no soltaban prenda» ni siquiera a él durante muchos años, hasta que la desaparición de ETA ha sido un hecho y ha podido conocer hechos que adecuadamente novelados dan credibilidad a esta novela y sus muchos vericuetos. Un personaje anónimo, la guardia de las Islas Baleares pequeñitas descrita como Eva me ha llamado la atención en sus escuetas intervenciones y a buen seguro que tiene una, quizá varias, correspondencias femeninas reales. Nunca me cansaré de disfrutar de las andanzas de Vila y Chamorro, con Salgado y Arnau y algunos otros que se van incorporando al equipo de investigadores de la UCO, desarrollando cada uno unas especialidades que conjugan con la psicología personal del director, Vila, que ya se va haciendo mayor por haber sobrepasado la cincuentena pero que esperamos nos siga dando bastantes alegrías lectoras en los próximos años.

153.666 vocablos en una edición digital de precio contenido que no llega a los 9 euros aseguran unas buenas horas de entretenimiento. No sé si agradecer o maldecir al autor por esclarecer en las postrimerías del libro la razón del vocablo «Corcira» en el título. Una reflexión profunda que llega de la antigüedad hasta nuestros días sin que al parecer los humanos hayamos aprendido nada de nada. Habrá que leer lo que se sugiere, que no es moco de pavo, pues es el equivalente a más de un Quijote.