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viernes, 7 de febrero de 2025

Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez

Alberto Méndez Borra nació en Madrid en 1941. Estudió bachillerato en Roma y se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid. Militó en el Partido Comunista hasta 1982. Su única obra escrita es este libro, publicado cuando contaba 63 años, que comentamos hoy, con el que obtuvo el premio Setenil al mejor libro de cuentos del año. A título póstumo le fue concedido en 2004 el premio de la Crítica y en 2005 el Premio Nacional de Narrativa.. Alberto Méndez siempre estuvo relacionado con el mundo de la literatura y colaboró con TVE y el mundo del cine. Murió en 2004.

Se trata de cuatro historias independientes si bien con ciertas (ligeras) conexiones entre ellas que no siempre el lector podrá advertir. El autor las titula como cuatro derrotas ambientadas en los años 1936 a 1942 en los que tiene lugar la Guerra Civil Española y los inmediatamente posteriores. Los protagonistas son personas normales zarandeadas por la guerra y que se enfrentan a un futuro sin esperanza. Un capitán del ejército vencedor que deserta el mismo día de la victoria y se entrega al enemigo, un niño poeta que huye con su enamorada embarazada al monte, un preso en la cárcel de Porlier que prolonga su vida inventando historias para el alcaide y su mujer y, la cuarta, un diácono libidinoso que se escuda en su sotana para disfrutar de una mujer cuyo marido vive encerrado en un armario para evitar represalias. ¿Verdades narradas? Posiblemente, o no, pero plausibles… sin duda.

La lectura de este libro me recuerda otro de corte parecido y magnífico, titulado «A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España» del gran Manuel Chaves Nogales, comentado en este enlace. Cuatro historias muy bien contadas que suponen un placer en su propia narrativa y fuente de disfrute de un lenguaje culto que requiere visitas al diccionario para conocer o fijar significados. Personajes perfectamente dibujados, acciones sencillas que meten al lector dentro, inmerso en la atmósfera creada por el autor, una atmósfera que no toma partido por unos u otros y se limita a describir unos hechos que pudieron ocurrir. Unos, en este caso, perdedores, que toda guerra deja a su término tras la devastación que siempre tiene lugar. El único libro del autor que enriquece nuestro lenguaje, nuestro entendimiento y nuestra memoria siempre que elijamos asomarnos a sus páginas y no optar, como muchos, en seguir instalados en el desconocimiento de estos hechos. Un librito duro, muy recomendable, que se lee en una sentada y del que se rodó en 2008 la película del mismo nombre con un guion muy fiel de la cuarta historia.