Poco he podido averiguar sobre la biografía de Paula Hawkins, autora de este libro. Nació en Zimbabwe y a sus diecisiete años se trasladó a Londres, en 1989, ciudad en la que reside actualmente. Es periodista y colabora con una gran variedad de medios de comunicación y publicaciones, siendo «La chica del tren» su opera prima en el mundo del thriller. Con anterioridad había escrito algunas novelas de corte romántico.
Contada en forma de diario y con saltos en el tiempo, la protagonista es Rachel, situada en un eje triangular, formado por Anna y Megan, alrededor de un hombre, Tom, ex marido de Rachel y actual pareja de Anna. Estos son prácticamente todos los personajes de la novela aunque aparecen otros secundarios de forma fugaz como Evie, hija de Tom y Anna, dos inspectores de policía, Scott, el marido de Megan y Cathy, su arrendadora. Rachel lleva una vida desordenada tras haber perdido su marido y su trabajo por, entre otras causas, su afición a la bebida en grado extremo. Vive casi de la caridad de su madre y quiere hacer creer a su casera que continúa trabajando, por lo que todas las mañanas ejerce de «commuter» para desplazarse en tren a su supuesto trabajo, aunque pasa el día deambulando por las calles o en bibliotecas o espacios públicos. Desde el tren, que para casi siempre en un semáforo, contempla su antigua casa y las de sus vecinos al discurrir la vía paralela a la calle donde residía. Se forma en su mente historias de sus vecinos llegando a dudar con el tiempo y tras alguna borrachera, si sus recuerdos de las mismas son verdad o por el contrario sueños. Emocionalmente enganchada todavía a su ex marido, Tom, resulta muy impertinente a la actual esposa de este, Anna, habiendo protagonizado alguna escena embarazosa al entrar de forma descontrolada en su casa e incluso llegarse a llevar en brazos a Evie, la hija de Ana y Tom. En esto, Megan desaparece y Rachel mezcla los recuerdos y las realidades interviniendo activamente con sus verdades y sus mentiras, lo que llega a exasperar a todos y especialmente a los inspectores de policía que llegan a estar bastante hartos de ella. Al final, Megan, que estaba embarazada, aparece asesinada y enterrada en un bosque cercano. Rachel empieza a descubrir que algunas cosas que parecían sueños en una noche de locura y borrachera podían tener visos de realidad y, contra todo y contra todos, ata cabos, dando un giro inesperado a los acontecimientos…
En verano me gusta traicionar mi eterna lista de lecturas programadas y optar por alguna inesperada sacada de las listas de éxitos que proliferan por doquier. Este libro, «La chica del tren» estaba el tercero en una de las listas consultadas y todavía sigo pensando que fue lo que llamó mi atención para poner ojos a su lectura: quizá mi antiguo pasado como viajero de tren durante muchos años en mis desplazamientos al trabajo. Las tres cuartas partes iniciales he estado tentado continuamente de abandonar su lectura. No me convencían ni su vocabulario, si su redacción o vaya Vd. a saber si es por motivo de la traducción, su estructura, su formato en forma de diario, sus saltos en el tiempo… Hasta no adentrarme en la cuarta parte del libro no le encontrado algunos resplandores, en su trama, pero tampoco como para tirar cohetes. Su fama en numerosos países del mundo supongo que será por algo, pero yo no sabría explicar por qué. Lo único que le puedo reconocer es un final elaborado y plausible en sus planteamientos, poco previsible al menos en mi caso, pero eso no justifica invertir setenta y cinco mil vocablos de los ciento cuatro mil que contiene en establecer la base y los perfiles de los personajes y sus actuaciones. Con bastante menos y quizá con más claridad y limpieza se podría haber conseguido, aunque siempre puede haber lectores a los que les gusten estos juegos de despiste, lo que no es mi caso. Los ingredientes son los clásicos de las relaciones personales, los matrimonios, las infidelidades y todas esas miserias de la vida diaria de las personas.
Recomendado en las listas de varios periódicos y de varios países, lo siento, pero no entra en mis oraciones y no lo recomendaría. La autora puede apuntar maneras para sus próximas publicaciones, en las que ha anunciado estar trabajando, pero a mi modesto entender debería cuidar mucho más la redacción y la estructura que como ya digo, en mi caso me han incitado casi de forma continua a abandonar la lectura. Le reconozco un cierto mérito en el planteamiento final y hasta quizá en su desarrollo, pero poco más.
Muy de acuerdo contigo... Se me escapa totalmente el porqué de su éxito. El fin, el márketing...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tu crítica pero creo que has entrado demasiado en detalle en el argumento, hay que dejar un poco más a la imaginación del futuro lector :)
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