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martes, 3 de diciembre de 2019

Diario de una dama de provincias, de E.M. Delafield

E.M.Delafield es en realidad un seudónimo de Edmée Elizabeth Monica Dashwood, adoptado para diferenciarse de su madre, la novelista Henry de la Pasture. Inglesa, nacida en 1890, llegó a entrar en un convento (experiencia contada en su novela «The Brides of Heaven (1931)»), del que se salió para contraer matrimonio con un ingeniero y marchar al sudeste asiático. De regreso a Inglaterra, se instaló en la pequeña localidad de Devon. A sugerencia de una editora, empezó a escribir el devenir diario —parcialmente auto biográfico— de una dama en una ciudad de provincias, que llegó a alcanzar gran fama desde su aparición como una columna publicada en la revista feminista y liberal «Time and Tide». Posteriormente su recopilación dio lugar a este libro y otros como «La dama de provincias prospera», «Una dama de provincias en América» y «Una dama de provincias en tiempos de guerra». Fue una escritora muy prolífica con una cuarentena de novelas. Murió en 1943.

La protagonista vive en una casa de campo en compañía de su marido y sus dos hijos, amén de una gata —Hellen Willis— y el personal de servicio de la casa; entre ellos una temperamental cocinera e institutriz francesa. Los sucesos internos de la casa y la vecindad conforman su vida, que va reflejando en un diario con algunas reflexiones propias que marcan una cierta distancia con lo que acontece día a día. La participación en actividades locales supone una dura lucha cuando no enfrentamiento en mantener a raya su intimidad ante las incursiones de sus vecinas. Sus preocupaciones, sus reflexiones, sus triunfos y sus fracasos en el día a día dan contenido a esta historia que refleja la vida en el campo de la Inglaterra de los años cuarenta del siglo pasado; un retrato irónico de lo que se supone que la sociedad espera de ella y su familia, aunque ella no hubiera querido vivir. Desahogo personal frente a una vida hogareña en la que se mezcla el aburrimiento y el hartazgo.

Amén de sus vecinos, un marido muy lejano que se duerme tras las páginas del Times y unos hijos que cuidar y comparar con otros vecinos conforman una vida anodina que la protagonista trata de llenar de luz con un relato bien escrito pero sin un peso argumental con el que enganchar al lector: en algunas ocasiones he tenido que vencer la tentación de saltarme algunos días en el convencimiento de que podría seguir leyendo más adelante sin haberme perdido hechos importantes para la continuación de la lectura. División de opiniones entre los integrantes de un club de lectura que han estado de acuerdo en que alguna mueca de sonrisa llega a producirse teniendo en cuenta que se trata de humor inglés no siempre bien entendido por un español. Se lee rápido y fácil, —208 páginas, 56.409 vocablos— pero lo hilarante y divertido que parecía iba a surgir por doquier no lo he encontrado: no me ha gustado. En mi caso, los comentarios y las situaciones, supuestamente hilarantes y divertidas, no me han llegado a sacar siquiera una sonrisa. Humor inglés, supongo, que no entiendo. Entretenido a ratos, lo he acabado por la obligación que ha supuesto el ser pieza de un club de lectura. Comentarios sobre el mismo que he podido leer… ¿Apasionante diario? ¿Brillantes acontecimientos? ¿Adelantada a su tiempo? ¿Pequeña joya literaria?... son, a mi juicio, exagerados.


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