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sábado, 20 de junio de 2020

El mal de Corcira, BEVILACQUA Y CHAMORRO 12, de Lorenzo Silva

La biografía de Lorenzo Silva ya ha sido comentada en varias ocasiones en este blog con motivo de las reseñas aparecidas de algunos de los libros de su extensa bibliografía: animamos al lector a usar el buscador para acceder a ellas. Este libro que ha llegado a los lectores esta tercera semana de junio de 2020 redondea la docena, si las cuentas no fallan, de la serie BEVILACQUA Y CHAMORRO. Han sido un par de años de espera desde la publicación de las últimas andanzas de estos dos simpáticos picoletos, Rubén y Virginia, más conocidos por sus apellidos Bevilacqua y Chamorro. Una nueva historia, de gran calado, que entremezcla recuerdos de una etapa anterior de Vila con sucesos actuales que tenían conexión con aquellos. Como en anteriores reseñas, no quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar mi preferido de este autor, «La sustancia interior» reseñado aquí y que sigue cada día más vigente a pesar de haber rebasado los veinte años de su publicación. Casi todos los libros de esta serie han sido reseñados en este blog, pudiendo localizarse mediante el buscador.

Mientras están en una operación en la Sierra Norte de Madrid, Virginia es herida por un disparo y tiene que quedar hospitalizada mientras Rubén Bevilacqua es enviado por sus superiores directos y de más arriba a investigar un crimen sucedido en una playa de la pequeña isla balear de Formentera. El finado, con el que se han ensañado a palos literalmente, es un antiguo miembro de ETA y aunque parece que las circunstancias del suceso están muy claras desde el primer momento, algo no cuadra, lo que remueve el pasado del subteniente Vila en los inicios de los años 90 en el País Vasco en los momentos de la cruda lucha contra la banda. Relatos de antaño y hogaño se irán mezclando hasta esclarecer un suceso que no era ni mucho menos lo que parecía en los primeros momentos. El asesinado tenía muchos recovecos ocultos en su pasado que fueron emergiendo lentamente tras atar cabos con la ayuda incluso de algún antiguo compañero que estaba en la cárcel por ambición y mala cabeza.

Una nueva aventura que puede ser leída sin haber leído las anteriores, pero los lectores que hayan seguido las andanzas de esta pareja desde sus inicios hace más de veinte años disfrutarán más con la evolución de las personalidades de Virginia y sobre todo de Rubén, más algunos elementos adicionales que se han ido uniendo al equipo. Las relaciones de este investigador con sus jefes y los jefes de sus jefes, cuerpos judiciales, policías locales, testigos o familiares son un compendio de describir lo que se cuece por ahí de forma distendida pero no por ello menos profunda. Los diálogos chispeantes e ingeniosos a los que nos tiene acostumbrados el autor brillan de nuevo en esta novela y las acciones llevadas a cabo para llevar a buen puerto sus investigaciones son una perfecta descripción de los métodos policiales que suponemos o vemos en las películas, lo que supone un disfrute para el lector que puede hacer volar su imaginación hasta donde haga falta. En esta novela, el personaje principal, Igor, es todo un compendio de resplandores ocultos que van apareciendo con cuentagotas en la novela sorprendiendo una y otra vez al lector. Y todos los demás actores, contemplados en los flashbacks continuos entre el presente y un pasado lejano de servicio en el País Vasco en los años duros, son un pedazo de la historia de España, aunque ya sabemos que todo parecido con la realidad es pura coincidencia; pero los recuerdos aflorarán en los lectores maduritos de una época violenta felizmente pasada en cuanto a los actos, pero no tanto en cuanto a los sentimientos.

En una entrevista con motivo de la publicación de este libro, el autor ha confesado que la Guardia Civil, y sus muchos amigos concretos en el Cuerpo, «no soltaban prenda» ni siquiera a él durante muchos años, hasta que la desaparición de ETA ha sido un hecho y ha podido conocer hechos que adecuadamente novelados dan credibilidad a esta novela y sus muchos vericuetos. Un personaje anónimo, la guardia de las Islas Baleares pequeñitas descrita como Eva me ha llamado la atención en sus escuetas intervenciones y a buen seguro que tiene una, quizá varias, correspondencias femeninas reales. Nunca me cansaré de disfrutar de las andanzas de Vila y Chamorro, con Salgado y Arnau y algunos otros que se van incorporando al equipo de investigadores de la UCO, desarrollando cada uno unas especialidades que conjugan con la psicología personal del director, Vila, que ya se va haciendo mayor por haber sobrepasado la cincuentena pero que esperamos nos siga dando bastantes alegrías lectoras en los próximos años.

153.666 vocablos en una edición digital de precio contenido que no llega a los 9 euros aseguran unas buenas horas de entretenimiento. No sé si agradecer o maldecir al autor por esclarecer en las postrimerías del libro la razón del vocablo «Corcira» en el título. Una reflexión profunda que llega de la antigüedad hasta nuestros días sin que al parecer los humanos hayamos aprendido nada de nada. Habrá que leer lo que se sugiere, que no es moco de pavo, pues es el equivalente a más de un Quijote.


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