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viernes, 15 de septiembre de 2023

La bordadora, de Consuelo Sanz de Bremond

Consuelo Sanz de Bremond Lloret, valenciana nacida en 1963, es licenciada en Ciencias biológicas por la Universidad Complutense de Madrid. Desde hace dos décadas se dedica a la investigación de la indumentaria, vida cotidiana e higiene en la Edad Media y Moderna con excelentes artículos sobre el tema en su blog «Opusincertumhispanicus» accesible desde este enlace. Ha participado en congresos e impartido numerosas conferencias sobre el tema. Aunque en algunas informaciones aparece el libro que comentamos hoy —y publicado ayer 14 de septiembre de 2023—, «La bordadora» como su ópera prima, tiene autopublicado con anterioridad el libro «Traficantes de mentiras, o cuando las moscas se equivocan», reseñado en este blog en esta entrada. También ha participado como coautora con Javier Traité en el libro «El olor de la Edad Media. Salud e higiene en la Europa medieval». Muy activa en las redes sociales deshaciendo bulos sobre la época, su clave en Twitter —ahora X— es @alquicel.

Vestía un mongil blanco de estameña bajo una saya del mismo paño pero parda y se cubría la cabeza con unas tocas blancas, la de abajo barbada y la de arriba simple.

La acción tiene lugar en Vetonia, una ciudad imaginaria en la Castilla de 1475, reinando Isabel la Católica. La condesa recién enviudada Caterina vive con su anciano tío el Marqués de Narros en un palacio rodeada de sirvientes y todas las comodidades. Culta, aún joven y bien agraciada, no quiere compromisos matrimoniales mientras mantiene amoríos con Guillén, vizconde casado y con numerosa prole. Entre sus ilusiones está el crear una escuela de sastrería y bordados en Vetonia para lo que comisiona a Guillén a desplazarse a Valencia en busca de una sastra. Guillén regresará con una niña, Juana, que muestra grandes dotes como alfayata y con su abuelo, un anciano casi ciego que fue un reputado sastre en su época. A ellos se unirá más tarde la madre de Juana apodada «La turca». Por el palacio de Caterina aparecerá Jimeno, segundo hijo de un conocido familiar, que ha escapado de su vida conventual y entra a formar parte del servicio del palacio como uno más, aunque su carácter algo afeminado no muestra progresos en el arte de la soldadesca. Numerosas situaciones irán jalonando una historia llena de tramas, enredos, amoríos y suspense que alterará sobremanera la vida de Caterina y todos los que la rodean.

La noche vetona con luna llena les resultó excitante y extraña. Fachadas y tejados se recortaban con nitidez contra las sombras. El río bajaba a golpes de espuma que se enredaban en zonas opacas. El monte, negro y gris, guarecía voces que se oían con mayor o menor claridad según silbaba el viento. Luces de antorchas aparecían y desaparecían en las calles según la dirección que tomaba su portador. Varios felinos maullaban desesperados por el celo. Un viento helador los obligó a acurrucarse en el manto del joven...

A lo largo de todas y cada una de las páginas del libro se constatan los grandes conocimientos que tiene la autora en temas de indumentaria medieval, así como en la recreación de estancias y lugares, con unas muy cuidadas descripciones de ropajes y mobiliario. Al final del libro el lector encontrará un glosario con descripciones de las ropas y vestidos que aparecen con profusión a lo largo del texto: alcorque, brial, cairel, capuz, jaqueta, jubón, pellote, servillas… y un sinfín de nombres de la época en que se desarrolla la acción y generalmente hoy desconocidos. El andamiaje del libro y la acción están al servicio de recrear personajes y escenas de la vida cotidiana de los nobles, sirvientes, clérigos, esclavos, artesanos y demás habitantes del siglo XV en la Castilla medieval. Por la narrativa cuidada, el lector necesitará poca imaginación para situarse en las estancias de palacios, casas, baños, tabernas y plazas y callejuelas para asistir al desenvolvimiento de personajes de todo tipo y condición exquisitamente caracterizados por su vestimenta. Estamos ante una historia sencilla, con una cuidada redacción y vocabulario, que hará las delicias de los lectores interesados en temas de vida cotidiana, vestimenta y estancias de la época, pero que, en algún momento pudiera, insisto en usar el condicional, pudiera resultar cansina para lectores no (tan) interesados en el tema.

Sin saber la causa y por aquello de las asociaciones extrañas que se producen en el magín de los lectores, me ha evocado un magnífico libro leído hace más de veinte años y titulado «El salón dorado», de José Luis Corral Lafuente; lo leeré de nuevo.

 




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