Rachel Joyce, británica nacida en Londres en 1962, fue actriz antes de dedicarse a la escritura, habiendo actuado en papeles principales para compañías de renombre internacional como RSC y Royal National Theatre. Esta que comentamos hoy es su primera novela y fue publicada en 2012 y constituyó un éxito de ventas. Está casada con el actor británico Paul Venables, tiene cuatro hijos y vive en la región británica de los Cotswolds. Al año siguiente, 2013, publicó otra novela, «Perfect (El año que duró dos segundos)». Tras ellas otras cuatro novelas han visto la luz hasta el momento actual.
Una mañana de las cotidianas en la vida del jubilado Harold Fry, llega a su casa una carta que le toca el corazón; procede de una compañera de trabajo, Queenie Hennessy, a la que no ve desde hace 20 años y que le anuncia que se está muriendo de cáncer en una residencia. Sin decir nada a su mujer, Maureen, prepara una carta de respuesta y sale a echarla al buzón. La parece poco esa escueta contestación y, con lo puesto, emprende un viaje andando a ver personalmente a su compañera a la que pide mantenga la vida hasta su llegada. Poniendo un pie tras otro, emprende un peregrinaje desde la localidad en la que vive en el sur de Inglaterra, Kingsbride, hasta Berwick-upon-Tweed, situada en el norte y a setecientos treinta kilómetros de distancia según Google Maps, aunque en el mapa incrustado en el libro menciona 1.009 kilómetros andados en 87 días, que transcurren con numerosos encuentros y vivencias para Harold, que recuerda y reflexiona sobre numerosos hechos de su vida personal y familiar.
Ochenta y siete días después de haber salido de casa para echar una carta, Harold Fry llegó a las puertas de la residencia St. Bernadine. Había recorrido mil kilómetros, incluidos errores y desvíos.
Estamos ante una novela extraña, quizá inverosímil o esperpéntica en sus planteamientos, que refleja numerosas situaciones de encuentros personales que invitan a la reflexión profunda sobre muy diversas cuestiones de la vida humana. El protagonista es padre, marido, vecino, trabajador, compañero… humano al fin. Y cuando toma la decisión de dar un giro a su vida, el revulsivo en todas las reflexiones sobre su vida personal y su relación con los demás es un ejercicio muy interesante que invita al lector a acompañar al protagonista y todas las personas con las que se encuentran. Al final, el hilo argumental del viaje es una cuestión secundaria y que puede despistar al lector del trasfondo del relato. Lectura fácil, monótona a veces en los momentos centrales, que emociona a ratos, que descubre historias que todas las personas atesoran en lo más profundo y que raramente afloran. Quizá algo de humor o buenismo inglés de difícil comprensión por no anglosajones. En la parte positiva apuntar la construcción progresiva de los personajes a base de recuerdos e interacciones y lo que los lectores puedan encontrar como auto ayuda para reflexionar sobre sus propios asuntos y en la parte menos positiva no he encontrado originalidad ni estilo literario que la haga tener tanto valor como parece que se le ha dado.
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