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miércoles, 15 de abril de 2020

El verano que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleac

Tatiana Tibuleac nació en 1978 en Chisináu, Moldavia. Estudió Periodismo y Comunicación y ha trabajado como periodista y presentadora de televisión. Su primer libro, una colección de relatos titulada «Fábulas modernas», se publicó en 2014. Su primera novela es la que comentamos hoy, «El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes» publicada con gran éxito en 2016 y por la que recibió numerosos premios además de su traducción a varios idiomas. En 2018 ha publicado su segunda novela titulada «Jardín de vidrio». En la actualidad trabaja como periodista y en medios audiovisuales y vive en París.
«Si te das prisa, el tiempo pasa más despacio.»
Aunque han pasado muchos años, Aleksy tiene grabado el último verano que pasó con su madre en Francia y que rememora en esta novela a sugerencia de su psiquiatra. En una familia desestructurada por el abandono de su padre tras la muerte de su hermana Mika, su madre le chantajea con unas vacaciones en Francia muy alejadas de sus proyectos para ese verano con sus amigos en un viaje a Holanda. Aquel verano fue una sacudida emocional profunda por el acercamiento a una madre que siempre le ha querido a su manera y que lucha contra un cáncer terminal. Madre e hijo se encontrarán y ajustarán sus vidas en esos meses en un pueblo perdido.
«Permanecimos tumbados en el campo de girasoles, silenciosos y doloridos como unos abortones de flores…»
En este párrafo se encuentra el que iba a ser el título de la novela en el mercado español finalmente descartado. Lo primero que llama la atención a los lectores es el lenguaje utilizado que choca con lo convencional. Calificaría esta novela como una caja de truenos, un polvorín que estalla con impactos emocionales continuados que agitan la conciencia del lector con escenas que invitan a reflexionar sobre los grandes problemas de las relaciones familiares y humanas. Un relato escueto, sin florituras, pero lleno de punzadas a las emociones, de escenas impactantes —girasoles, lago, playa, hamaca, bicicleta, pueblo…— zarandeadas por unos personajes —además de los protagonistas— que alcanzan la mente y el corazón del lector. Leído y comentado en uno de los clubes de lectura en los que participo, los calificativos han sido: poético, no le sobra ni una sola frase, personajes redondos, bofetón emocional, vivencias duras, impactante, revisión profunda de las relaciones materno filiales… La cuidada estructura de la novela con su redacción en primera persona y los saltos adelante y atrás en el tiempo trastoca un poco al lector que deberá llegar al final para cerrar el círculo y admitir que no sobra nada en un relato redondo. Muchas frases para subrayar, muchos pensamientos a desarrollar, muchas emociones a digerir: un cóctel explosivo que impactará sin duda a quién se acerque a sus páginas.
Los ojos de mi madre eran… (Brotes a la espera, ventanas de un submarino esmeralda…)
Mi madre habló una hora. Resumiendo, su respuesta fue que una decisión estúpida es producto de otra decisión estúpida. Una chaqueta fea y barata atrae más ropa fea y barata. Un sopapo perdonado acarreará un puñetazo y una mentira admitida se transformará en un cementerio de verdades. Su cola de sirena —que, por lo demás, sabía que disgustaba a todo el mundo— era el remate de su vida triste y sin sentido. Sin embargo, si hubiera cambiado solo eso, el …
Cuando tienen mucho dinero, a los enfermos psíquicos se les llama excéntricos.


1 comentario:

  1. De este libro he leído de todo, desde maravillas hasta que es insufrible, por ahora no me animo con él. Muchos besos.

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