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jueves, 9 de junio de 2022

La única historia, de Julián Barnes

Julian Barnes (Gran Bretaña, 1946). Novelista y periodista literario. Nació en Leicester y estudió en el Magdalen College de la Universidad de Oxford. Trabajó como lexicógrafo en el Oxford English Dictionary y después como periodista autónomo. Fue redactor del New Stateman y del Sunday Times, y ha sido columnista de The Observer y del New Yorker. Su primera novela, publicada en 1980, «Metrolandia», obtuvo el Premio Somerset Maugham. «Antes de conocernos» vio la luz en 1982, pero la novela que consolidó su reputación en 1984 fue «El loro de Flaubert», muy popular en Francia. Probablemente, su novela de mayor éxito sea «Una historia del mundo en diez capítulos y medio», publicada en 1989, una serie de relatos cortos muy ingeniosos con bases religiosas y artísticas. También ha escrito «Mirando al sol», «Hablando del asunto», «El puercoespín», «Amor, etcétera», «Cartas desde Londres», «Al otro lado del canal» e «Inglaterra, Inglaterra». En 2002 publicó la colección de ensayos sobre Francia «Algo que declarar». Ha recibido múltiples distinciones, tanto británicas como de otros países. Barnes es asimismo autor de varias novelas policiacas que ha publicado con el seudónimo de Dan Kavanagh (apellido de su esposa Pat, fallecida en 2008 de un tumor cerebral). En la actualidad vive en Londres dedicado por completo a la escritura.

Qué extraño es que cuando eres joven no tienes ningún deber con el futuro, pero cuando eres viejo tienes un deber con el pasado. Con la única cosa que no puedes cambiar.

«¿Preferirías amar más y sufrir más o amar menos y sufrir menos? Creo que, en definitiva, esa es la única cuestión». Esta es la primera frase del libro que da una perfecta idea del tema central. Dividido en tres partes, cuenta la historia de Paul, que con 19 años conoció en un club de tenis a Susan Macleod, de 48. Susan, que estaba infelizmente casada con dos hijas ya mayores, inicia una relación con Paul que le marcará el resto de su vida. En la segunda parte Paul y Susan ya viven juntos, pero empiezan las diferencias principalmente por la adición a la bebida de Susan. Ya en la tercera parte, Paul recordará desde la distancia de los años su vida amorosa y su relación con Susan, sus momentos felices y sus momentos dolorosos hasta su separación a la que se llega porque Paul no puede aguantar más un camino a la que sería su propia destrucción, aunque sigue queriendo a Susan.

Si algo he descubierto a lo largo de los años es que el primer amor sienta una pauta para toda la vida. Puede ser que no supere a los amores posteriores, pero a estos siempre les afectará la existencia del primero. Puede servir de modelo o de ejemplo negativo. Puede ensombrecer a los amores siguientes o, por otra parte, puede facilitarlos o mejorarlos. Aunque en ocasiones el primer amor cauteriza el corazón, y lo único que encontrará quien busque después será tejido cicatricial.

 «Un relato profundo, que indaga sobre la naturaleza del amor, su persistencia en nuestro interior y cómo la memoria recrea los gratos recuerdos que, de alguna manera, nos permitan seguir creyendo en aqué»l. Escrita en 1ª, 2ª o 3ª persona, con mezclas, en sus tres apartados, las peripecias personales y amorosa de Paul y Susan van avanzando en el tiempo desde las alharacas iniciales hasta la extinción final. El paso del tiempo modula el amor y el autor nos hace transitar por todos esos estados en esta relación atípica —por la diferencia de edad— con bellas sutilezas en una prosa profunda y evocadora de sentimientos muchas veces tan solo sugeridos para que el lector ponga de su parte y ahonde en las propuestas del autor. El paso de los años deja un poso que se recuerda no siempre de forma estricta a como ocurrió, especialmente en temas de sentimientos y emociones, de los que el libro está sembrado. Aunque por momentos puede resultar difícil mantener la atención y concentrarse en la lectura, al menos nos dejará nuestro cuaderno de notas paralelo lleno de frases hermosas sobre las que podremos reflexionar.

«Las ilusiones (…), incluso cuando han muerto, siguen pudriéndose y apestando en nuestro interior». (Frase de «El ruido del tiempo», otra de sus novelas, muy recomendable, sobre la vida del compositor ruso Shostakóvich).

 

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