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martes, 30 de agosto de 2022

La ventana de los cernícalos, de Ana Ruiz Echauri

 

Ana Ruiz Echauri nació en Pamplona en 1957. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, ha desarrollado su carrera profesional en las tres ramas del periodismo: prensa, radio y, especialmente, televisión. Durante los últimos cuarenta años formó parte del equipo de informativos de TVE, dirigiendo la serie de documentales «Un programa estelar», con contenidos relativos a la astronomía Ha publicado varios libros en colaboración con otros autores.

El corazón de las casas late a otro ritmo uando te asomas a la ventana.

La autora encontró en 2003 un nido de cernícalos en su ventana. Años más tarde, especialmente durante la pandemia por COVID-19, empezó a retransmitir por redes sociales mensajes, fotos y vídeos de cómo la vida se abría paso en su ventana. Todas esas historias han sido recogidas en esta su primera novela, puestas en las manos de Sofía, una bibliotecaria recién mudada a su nueva casa cuyo marido está siempre ausente por trabajo, pero no solo eso, sino que otra historia de gran calado humano está contenida en el libro: una periodista, Ana, nos cuenta la historia de J., un artista postrado en una silla sin posibilidades de movimiento ─sin poderse asomar a la ventana─ y con dificultades incluso para el manejo de cachivaches electrónicos, que llegará profundamente al lector en estos tiempos en los que la eutanasia está contemplada.

La cosa marcha en la jardinera de los cernícalos. Hay cinco huevos bajo la madre, que, a pesar del calor de estos días, no deja de incubar incansable, cumpliendo un deber que lleva inscrito en sus genes. Qué bien funciona la naturaleza cuando los humanos la dejamos en paz.

Lo prometido es deuda ya me conjuré personalmente a no dejar pasar este mes de agosto sin acometer esta lectura. Seguidor día a día en twitter de lo que acontecía en la ventana de la autora, este libro viene a revivir esos episodios entrañables en sus poco más de sesenta y ocho mil vocablos en su edición digital, donde no solo hay alegrías sino algún contratiempo que es consustancial a la vida. Dejando con buen criterio a la naturaleza seguir su curso, sin intervenir, con un vinilo en los cristales para poder observar sin molestar, a todas las horas del día la autora estaba pendiente de sus «inquilinos alados» para tomar fotografías y vídeos que nos hacía llegar a través de las redes sociales a sus miles de seguidores, que la animaban con sus comentarios positivos (siempre hay alguna desalmada excepción). Una narración cercana, certera, agradable y fácil de leer, con situaciones para reflexionar, frases que llegan y revuelven nuestro interior. Y el libro no se queda solo en esa historia, sino que se complementa con otra de humanos, conmovedora y profunda, que llega al fondo del corazón del lector y le transmite sensaciones que es mejor conocer en la ficción. Un libro delicioso, tranquilo y positivo, vida y naturaleza, muy recomendable, así como seguir a la autora en alguna red social porque a buen seguro en la primavera del próximo año podremos volver a observar de cerca a esas rapaces maravillosas que es casi como tener un águila en casa.

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