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miércoles, 10 de enero de 2024

El cuento de la criada, de Margaret Atwood

 

Margaret Eleanor Atwood, canadiense nacida en Otawa en 1939. Ávida lectora desde muy joven, comenzó a escribir a los 16 años, siendo una prolífica poeta, novelista, crítica literaria, profesora y activista política canadiense y defensora de los Derechos humanos, miembro de Amnistía Internacional y de BirdLife International. Es licenciada en filología inglesa con estudios también en francés y filosofía siendo profesora en varias universidades. Ha escrito novelas de diferentes géneros y libros de poemas, además de guiones para televisión en los que muestra su lado de reivindicación feminista. Ha recibido numerosos premios literarios, entre ellos el Príncipe de Asturias de las letras en 2008. En la actualidad sigue escribiendo. La novela que hoy comentamos «El cuento de la criada» fue publicado en 1985 y hay una serie de televisión basada en ella.

Nolite te bastardes carborundorum

Teníamos muchos problemas, pero no sabíamos cuan felices éramos.

La acción está ambientada en un EE.UU. distópico donde unos políticos teócratas han generado una sociedad estamental sin libertad de prensa, con rígidas normas, en la que las mujeres solo sirven básicamente para procrear. Una trama inquietante, donde todos son espías de todos. Comandantes, Econoesposas, Econogentes, Tías, Guardianes, Ángeles, Ojos,  Marthas, Criadas, Jezzabeles… son clases sociales que tienen establecidas de forma rígida sus cometidos en la sociedad con castigos en los que la muerte es casi la preferida. El color y el tipo de vestido están fijados y hasta el lenguaje está establecido con frases cerradas inspiradas en la religión. La protagonista, Defred, anteriormente casada y con una hija y que no pudo escapar en los momentos iniciales de la revolución, es ahora una criada que representa la posibilidad de reproducción para su comandante en una ceremonia con degradante humillación. A menudo fantasea con la idea del suicidio o del asesinato: colgarse de una percha, prenderle fuego a su ropa o arrancar un gancho del retrete y apuñalar varias veces a su Comandante.

Sé por qué el cuadro de los lirios azules no tiene cristal, y por qué la ventana sólo se abre parcialmente, y por qué el cristal de la ventana es irrompible. Lo que temen no es que nos escapemos –al fin y al cabo no llegaríamos muy lejos— sino esas otras salidas, las que si se posee una mente aguda es posible abrir dentro de una.

Es importante tener en cuenta la fecha de publicación de esta novela, 1985. La religión y la política se dan la mano, imbricadas hasta el extremo, para controlar todos los estamentos sociales. Las personas solamente son dueñas de sus propios pensamientos que no se atreven a compartir con nadie por si acaso son motivo de castigo. Personas impotentes en un mundo hostil que acaban sucumbiendo a la presión y llevando a cabo acciones peligrosas que les pueden complicar la existencia. Aun siendo una novela, da mucho que pensar en temas como la política, la religión, el feminismo, el poder y algún otro más. Un libro extraño, perturbador, que dan ganas de dejar en muchos momentos pero que por otro lado te sientes impelido a continuar para llegar a un final que queda abierto y cuya continuación se publicó en 2019 bajo el título «Los Testamentos».

Hay más de un tipo de libertad, decía Tía Lydia. Libertad para y libertad de. En los tiempos de la anarquía, habla libertad para. Ahora nos dan libertad de. No la menospreciéis

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