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domingo, 14 de octubre de 2012

Nada, Carmen Laforet

Una novela imprescindible
para entender nuestra literatura
contemporánea.
Puntuación 4/5

Andrea, personaje principal de la novela, joven de 18 años, huérfana de padres, se desplaza desde el pueblo donde vivía hasta Barcelona, con la intención cursar estudios de Filosofía y Letras en la universidad.
La ciudad, recién finalizada la Guerra Civil española, exhibe las cicatrices de la contienda, en la fisonomía de las calles, en el mobiliario urbano y en los precarios medios de transporte, pero sobre todo, en la latente tristeza y desazón de la mayoría de sus habitantes.
La intención de la joven, aún menor de edad, la mayoría de edad, para una mujer era de 24 años, es hospedarse en la casa de su abuela.
Cuando llega al edificio, sito en la Calle Aribau 36, al abrirle la puerta, comprueba la ausencia del antaño esplendor de la casa familiar. Descubre la decadencia física y existencial de los moradores, muy diferentes de  como los recordaba.
Su abuela, envejecida, “momificada”, torpe, irreconocible.
Sus tíos Juan y Román, desdibujados por el recuerdo.
La mujer de su tío Juan, Gloria, patéticamente maquillada, angustiada por la manutención de su hijo recientemente nacido y por conservar la lozanía que la edad y las circunstancias han diluido.
La tía Angustias, dominante, severa, obsesionada por el recato y el cumplimiento de la moral religiosa de la cruzada franquista y por imponer su autoridad en la casa. El broche al elenco de los personajes, lo pone Antonia una criada hosca y desagradable, conocedora de secretos familiares delicados y comprometedores. Desde el primer instante dentro de la vivienda percibe la tensión claustrofóbica entre los hermanos y el resto de familiares, la tirantez verbal de sus conversaciones.










balcón de la Calle Aribau 36, donde vivió Carmen
Laforet y se ambientó la obra.
El sarcasmo, los reproches, los insultos, las amenazas, las acusaciones se prodigan entre los miembros de la familia. Los dos hermanos, Juan y Román, comparten la afición  por la pintura. El primero carece de talento y es incapaz de sobrevivir profesionalmente de su oficio artístico, mientras que el segundo, además de pintor aficionado y esporádico, es músico, vividor y estraperlista, pero su valía se desaprovecha y extingue en una existencia diletante, desordenada, ociosa e inicua. Román tiene, además de cierta independencia económica de sospechosa procedencia, el privilegio de disfrutar de una habitación abuhardillada propia que le dispensa intimidad y el aislamiento selectivo de la familia, donde esconde víveres y placeres que  no comparte con el resto de familiares.
Gloria, la esposa de Juan, es sometida a violentas agresiones por su marido, tanto en la intimidad de la habitación de matrimonio, como en presencia del resto de los familiares. Entre Juan y Román, la constante es la provocación y el desprecio mutuo, obligados a compartir  el mismo techo y soportando el recíproco martirio de la convivencia.
Angustias, la hermana, pese a su presunta castidad, mantiene una equívoca relación con su jefe y  antiguo novio, hombre casado, situación propicia para el escarnio de sus hermanos, principalmente de Juan, lo que desencadena una serie de enfrentamientos que fuerzan la salida de ésta para ingresar en una institución religiosa, circunstancia que disminuye los exiguos ingresos familiares.
La joven protagonista padece esa atmósfera irrespirable, la constante fricción entre los moradores del piso, las agresiones y conatos de violencia, extinguidos por la sabia y oportuna aparición de la abuela. La anciana deambula por el edificio, silente, acechante, dispuesta, en el momento idóneo, a cauterizar el odio entre sus hijos. Un cortafuegos humano ubicuo y emergente, que aplaza una y otra vez la catástrofe.
Andrea huye del hostil apartamento familiar en el ambiente universitario, a través de la amistad con Ena, compañera de estudios, miembro de una acomodada familia burguesa. Ambas jóvenes comparten amistad y compañía, siendo invitada numerosas veces a casa de su amiga. Entra en contacto así con los miembros de esta acaudalada familia. Pero Ena no demuestra el mismo entusiasmo con la relación, enturbiada por el contacto entre Ena y su tío Román, que las distancia.
Por mediación de ella,  entabla también amistad con un grupo de jóvenes insustanciales, representantes de la  bohemia ociosa surgida en la ciudad  al finalizar la guerra civil. Coinciden en un estudio pictórico, donde conversan y comparten su dispar existencia. Casi todos ellos disfrutan de la bonanza económica y del oportunismo de la victoria franquista, y explotan los florecientes y nutridos bolsillos familiares, mientras acomenten sus fútiles, inquietudes docentes y culturales. En este círculo se le ofrece a Andrea una ventajosa relación sentimental muy  propicia para sus intereses de escala social y estabilidad económica.
Andrea, distinto a ellos en origen y recurso, padece frío, hambre soledad y miedo en la casa de su abuela, donde su familia día a día, aviva sus desavenencia y frustraciones. Un universo desesperanzador, de sórdido horizonte, de odios candentes, emergentes y contenidos, según las circunstancias, que se precipita en la nada.
El final de la novela,  obviamente, no puede desvelarse y deberíais de buscarlo en la propia novela.
Esta obra, supuso una ruptura en la novelística de posguerra, donde una joven, sin mayoría legal, desconocida en los círculos literarios oficialista, recibió el premio  Nadal, y donde por primera vez, se describen las secuelas psicológicas y sociales de la guerra civil española, en una Barcelona adormecida y tenebrosa donde sus habitantes acechaban la realidad detrás de los visillos de sus casas, expectantes y atentos a la evolución política, ateridos de frío y acuciados por el hambre y el miedo.
Una novela que significó para Carmen Laforet su reconocimiento y su cadalso como escritora. Una obra cuyo estigma la acompañó durante toda su carrera y que condicionó su posterior producción literaria. Ninguna de sus obras posteriores alcanzó el rotundo éxito de "Nada", y su consideración artística se eclipsó con lentitud pero irremisiblemente.
Pero este relato, sigue candente, como un hiriente recordatorio del miedo de la posguerra, como testimonio artístico irrepetible. Y se lee, se publica y se le estudia en institutos y universidades de todo el mundo, como novela clave del siglo XX en nuestro país.
Fruto de estas investigaciones surgió, entre otras, el libro "Carmen Laforet, una mujer en fuga" de Anna Caballe e Isabel Rolón. En este estudio se demuestra el profundo autobiografismo de la novela, donde lugares, personajes y circunstancias, son exactas a las vividas por la autora. La casa, la calle, los miembros de la familia, la amiga, el novio de la amiga, el grupo de bohemios, se extractan de la realidad y, de hecho, el personaje de Andrea es el "alter ego" de Carmen Laforet que viajó a Barcelona a cursar los mismos estudios en compañía del que fuera su novio a los 18 años.
Esta obra sobre la vida y obra de Laforet, demuestra, con evidencias incontrovertibles, que la escritora novela su propia vida, parte de su experiencia barcelonesa, circunstancia que fue recriminada por su propios familiares al verse reproducidos y plagiados en el relato, gestando un resentimiento hacia ella que perduró de por vida.
También, del citado estudio, puede comprobarse el lento proceso de elaboración de la novela, en contraste con las declaraciones de Carmen Laforet, quien siempre confesó, posiblemente condicionada por su editor y marido, un tiempo máximo de gestación de la novela de seis meses. Documentalmente, puede demostrarse la ardua y profusa redacción, sometido a un concienzudo proceso depurativo, hasta la versión final de la novela.
Una obra, que en mi opinión, ha envejecido mal, que produce una desazón tras su lectura, en una atmósfera de sentimientos tóxicos y deshumanizados, hueros y destructivos que metaforiza la sociedad española de posguerra, con sus carencias y miedos latentes, pero de digestión pesada para un lector contemporáneo.
Una novela imprescindible para entender nuestra historia y novelística, cuyas sombras se siguen proyectando sobre los lectores actuales y que debe de leerse pese a la "nada" existencial de su mensaje.
Si queréis disfrutar de un recorrido informal en blanco y negro por las calles que aparecen en la novela pulsar el texto anterior.
Para una Adaptación videográfica libre y experimental de la obra . pulsad la línea azulada.
Y si lo que deseáis es un moderno estudio de estudiantes sobre texto e imagen analizando la novela pulsad esta línea.-
 
 

 


4 comentarios:

  1. En el club de lectura de El Escorial, el libro del mes fue esta obra. Y pocos libros han despertado una opinión tan irascible en cuanto a su defensa y aversión como esta novela.
    Pero si existe algo incontrovertido en esta obra, es la vigencia de la obra en cuanto a testimonio social,como termómetro literario de la evolución social de España, en donde, la violencia de género, el aislamiento, el desequilibrio emocional y la soledad, continúan lacrando nuestra sociedad, con las mismas agravantes que en el momento de su gestación.
    Casí 70 años después de su publicación, algunas de los párrafos pudieran ser acuñados por cualquier escritor que intentase plasmar nuestro momento histórico.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Había preparado la reseña sin advertir que ya estaba en el blog. Después de esta tan estupenda dan ganas de no poner nada, pero ya que la he hecho, la pongo a continuación.

    Carmen Laforet, escritora nacida en Barcelona en 1921, abandonó Cataluña con dos años al trasladarse su familia a Gran Canaria, donde transcurrió su infancia y adolescencia. De regreso a Barcelona y Madrid, cursó estudios de filosofía y derecho que no llegó a terminar al contraer matrimonio con un periodista y crítico literario con quién tuvo cinco hijos. «Nada» fue publicada en 1944, cuando la autora tenía tan solo 23 años, y alcanzó gran reconocimiento entre la crítica y el premio Nadal en 1945. Entre sus publicaciones se cuentan, «La isla y los demonios (1950)», «La mujer nueva (1955)» y "La insolación (1963)». Esta última sería el primer volumen de una trilogía que resultó inacabada. En un viaje a Estados Unidos conoció al escritor Ramon J. Sender, con quien mantuvo una profusa relación epistolar que fue recopilada por su hija y publicada bajo el título «Puedo contar contigo». Al final de su vida se aisló de la vida pública al contraer una enfermedad degenerativa, la del alemán ese, que afectaba a su memoria. Murió en Madrid en 2004.

    Recién terminada la Guerra Civil española, Andrea llega a Barcelona a sus dieciocho años para empezar una nueva vida e iniciar sus estudios universitarios, alojándose en casa de su abuela en la calle Aribau, donde conviven sus tíos Román, Angustias y Juan, la mujer de este Gloria y su hijo pequeño y una criada, Antonia. El ambiente en la casa
    está permanentemente enrarecido, sumamente sórdido y hosco, con la violencia y el odio a flor de piel lo que deriva en peleas continuas no solo verbales sino físicas que hacen sentirse muy a disgusto a Andrea, que encuentra un poco de paz y sosiego en el exterior, primeramente en casa de su amiga Ena, una compañera de universidad con la que entabla una sólida amistad y posteriormente en el estudio de Guixols donde se reúne un grupo de bohemios a los que visita de vez en cuando. Dos mundos antagónicos que traen a Andrea por la calle de la amargura un día sí y otro también. La primera parte de la novela sumerge al lector en el ambiente opresivo de esta casa cerrada, sucia y maloliente, en la que se pasa hambre y se sufre de continuo por las relaciones entre sus moradores. En un primer escarceo amoroso, Pedro Pons invita a Andrea a su fiesta de cumpleaños sintiendo esta que pudiera ser una posibilidad de escape aunque no está enamorada de él. Lo pasa mal en la fiesta y vuelve a su realidad de manera brusca. Ya al final de la novela, los acontecimientos, que no se pueden desvelar, se precipitan y Ena pone en bandeja a Andrea su marcha a Madrid a compaginar trabajo y estudios…

    Se trata de un relato contado en primera persona desde el futuro y construida por tanto a base de recuerdos de la protagonista. Realista —realismo tremendista— y existencialista, de profundo retrato, un retrato de la miseria, de la sociedad de la época, recién terminada la Guerra Civil Española. Un libro impactante sin duda por su prosa directa y sin ambages que consigue sumir al lector en las situaciones con sumo realismo. Una sociedad pobre de solemnidad y con el futuro inmediato incierto, queda admirablemente reflejada en las 304 páginas de este libro que contienen algo más de setenta y tres mil vocablos, que nos presenta unos personajes enigmáticos en situaciones al límite que el tiempo se encarga de diluir. Pudiera tratarse de una autobiografía de la autora, extremo siempre negado por ella, pero a buen seguro que algo tendrá de ello, al menos la calle donde tienen lugar los hechos y en la que realmente vivió la autora.

    Esta novela fue incluida en la lista de las 100 MEJORES NOVELAS EN ESPAÑOL del siglo XX del periódico español «El Mundo», cuya relación completa todavía puede verse en este enlace.. (http://www.elmundo.es/elmundolibro/2001/01/13/anticuario/979503106.html )

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    1. Muy buena reseña Angel Luis. Me hubiera gustado asistir a la reunión para contrastar opiniones, pues es enriquecedor nuevos enfoques y más en una obra tan emblemática como esta.
      Un abrazo.

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