Una esquemática pero completa visión de la Primera Guerra mundial. Puntuación 4/5 |
Todos tenemos nociones generales de la Primera Guerra mundial, al menos, una imagen asociada a trincheras, barro, máscaras de gas, vehículos de combate lentos y de tosco diseño, primitivos aviones arremetiéndose en el cielo con ametralladoras y sobre todo al sufrimiento físico de hombres contendiendo en una conflagración muy lejana y anciana, anacrónica, para nuestra visión tecnológica del mundo.
Tenía ganas de leer una obra general sobre el tema, no demasiado extensa pero completa. Rebusqué entre lo publicado y me decidí por este libro. No me arrepiento y lo recomiendo a los miembros del blog por las razones siguientes:
- El escritor Alvaro Lozano Cutanda, es licenciado en Derecho y doctor en Historia, el cual ingresó en la carrera diplomática en el año 2001, lo que le convierte en un válido conocedor de los entresijos entre naciones y de la gestación y refractario cumplimiento de tratados internacionales trabajador en las embajadas de España en Bolivia y Turquía, además de colaborador habitual en diversas revistas de historia.
- La presentación del libro es muy cuidada, con numerosos esquemas gráficos en tablas comparativas de cifras, fechas y participantes, con mapas detallados y comprensibles.
- La exposición del libro es esquemática, escueta, pero muy precisa, sin dejarse temas por estudiar. De una forma básica te ubica en la cuestión debatida y lo despacha, describiendo los acontecimientos, posibles causas y consecuencias, sin complicadas argumentaciones, en un estilo ágil y cercano.
– Adereza los particulares de las batallas y de los apartados en que divide el libro, con sugerentes curiosidades y anécdotas, amenizando el tenso contenido y te instruyé en matices muy interesantes y para mi ignorados. Gracias a esta serie de colaterales incidencias he aprendido que:
el 1 de abril de 1915, el aviador francés Roland Garros (os suena) utilizó por primera vez una ametralladora que disparaba hacia delante para destruir un avión de reconocimiento alemán;
que Hans Leip un joven centinela alemán soñaba con el hogar y se imaginaba en él con dos amigas suyas, Lili y Marlene, y creo una melodía para animarse y escribió una letra sentimental y veinte años más tarde se acordó de la melodía y añadió unos versos, naciendo así la Canción del centinela solitario y que se convertiría en la canción favorita de las tropas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial;
– Incorpora pequeños extractos de libros y diarios de algunos de los participantes en el conflicto, ajustados al tema, en ocasiones sobrecogedores. Por ejemplo, en una de las paredes del fuerte Vaux, existe una placa escrita por una madre francesa cuyas palabras resumen el desgarrador dolor de la batalla:«A mi hijo. Desde que tus ojos se cerraron, los míos no han cesado de llorar».
Un veterano describió ási en su diario el campo de batalla: «Era como un inmenso cenagal de desaliento, en el que un sinfín de batallones, brigadas y divisiones de infantería luchaban por no hundirse, para terminar saltando por los aires hechos pedazos o morir ahogados, hasta que al final, después de una matanza inconmensurable, habíamos ganado unos pocos kilómetros de barro líquido».
Como muestra del cansancio de los soldados al final de la guerra el piloto norteamericano Eddie Rickenbacker despegó el día del armisticio y describió de esta manera escalofriante lo que sucedió: «A ambos lados de la tierra de nadie, las trincheras entraron en erupción. Hombres de uniformes caqui salieron de las trincheras norteamericanas, y los de uniforme gris surgieron de las alemanas. Desde mi posición vi cómo lanzaban sus cascos al aire, arrojaban sus armas y movían sus brazos. Entonces, a lo largo de todo el frente, los dos grupos comenzaron a aproximarse en la tierra de nadie. De repente, los uniformes grises se mezclaron con los marrones. Pude ver cómo se abrazaban, bailando y saltando».
En resumen, el autor, en escasas páginas, muestra como un magnicidio casual contra un dirigente de escasa consideración política, y merced a una cadena inconcebible de errores diplomáticos de todas las naciones beligerante, convirtió lo que era un apacible verano en una concatenación de despropósitos políticos causante de la muerte de 13.000.000 de seres humanos.
La contienda se extendió como un reguero de pólvora por toda Europa, y salpicando el continente Africano y asiático, hasta la postrera intervención de Estados Unidos.
Todos los participantes calcularon mal los efectos del inicio de la guerra, que presumían de corta duración, agravada por la inepta intervención de los generalatos de las naciones, pésimamente preparados e informados de los adelantos técnicos que habían transformado la guerra moderna, como ahora habría de dirimirse.
El estancamiento motivó el reciclaje de la estrategia militar, así como la construcción de nuevos ingenios bélicos, la reconversión global de todas sus economías en una producción de armamento y pertrechos de intendencia básica para la que no estaban preparados. Esta necesidad de innovación implicó una sucesión de progresos científicos y de incalculable valor para la vida de la población civil de la que se beneficiaron en décadas posteriores.
Pero el más significativo de los cambios fue la pérdida de la ingenuidad política de los ciudadanos y soldados ya no dispuestos a someterse al reclamo del oropel de añejos valores patrióticos y de códigos de honor. Las deserciones y motines de las tropas se produjeron casi en la totalidad de los bandos, en una exhibición de la rebeldía y protesta de los soldados por la pésima, arbitraria y sanguinaria dirección política y militar del conflicto.
Acabado el conflicto, una era se extinguió y nació un nuevo mundo, igual de imperfecto, de fronteras artificiales construidas a golpe de regla y cartabón, donde las heridas quedaron abiertas, hasta al vorágine de la Segunda Guerra mundial.
Un libro muy práctico, manejable, preciso y entretenido, muy recomendable.
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